Tour de Francia 2019: Seis conclusiones diferentes y que no deben pasar desapercibidas
Finalizado el Tour de Francia 2019, la carrera ciclista más importante del calendario nos ha dejado la victoria de Egan Bernal, una edición de dominio del Team Ineos (antiguo Sky), cero victorias españolas de etapa y la sensación de que el Movistar Team no ha corrido unido. Estos titulares copan la mayoría de análisis, pero conviene poner el foco en otros aspectos menos llamativos.
Que nadie engañe a Julian Alaphilippe
El ciclista francés que más cerca ha estado de ganar el Tour de Francia tras 34 años de larga sequía se convirtió en un candidato inesperado. Y hay que decirlo claro: pese a su juventud no atesora las características de un vueltómano consumado que tenga en sus piernas el triunfo en una gran vuelta de tres semanas. ¿Puede reconducir su propio destino? Sí, pero nos perderíamos por el camino un ciclista descomunal y versátil, capaz de ganar en cualquier terreno como viene demostrando. Pero nunca un Tour.
Recientemente ha sido renovado por el Deceuninck-Quick Step, el mejor equipo del mundo para disputar clásicas y preparar a sus velocistas para ganar un esprint, pero no es una estructura plagada de gregarios escaladores que le puedan arropar en un objetivo así. Acertada o equivocadamente, a Alaphilippe se le compara con Alejandro Valverde y de paso parte de la afición española es crítico con el murciano por no haber enfocado su carrera más hacia las clásicas y vueltas de una semana y centrarse casi de forma obsesiva con ganar el Tour o grandes vueltas.
Luego, se observa con atención el palmarés y los puestos de honor de Valverde y estas críticas se caen por su propio peso, aunque la sensación real es lo que pudo haber sido. El francés está construyendo una carrera basada en el éxito y grandes victorias, y si no desvía su carrera y sus objetivos nadie hablará en condicional ni pronunciará ningún ‘y si’ cuando su retirada esté cerca.
El ciclismo alemán es el imperio que viene
Nos quedamos con las ganas de saber qué hubiera pasado si a Emmanuel Buchmann le hubiera dado por atacar en alguna etapa de alta montaña en lugar de seguir siempre a rueda en el grupo de favoritos. Tal vez en los Campos Elíseos hubiera tenido una foto subido al podio. Se quedó a pocos segundos de Kruijswijk pero más allá de no intentar ninguna propuesta ofensiva deja la sensación de que su evolución es constante e imparable y que seguirá triunfando y siendo un candidato fiable a ganar el Tour de Francia.
La luz que arrojan Buchmann o el aún más joven Lennard Kämna, acabando muy arriba las etapas en Alpes de la tercera semana y destapándose como un escalador fiable, servirán para olvidar las tinieblas que el Tour de Francia provocó en Alemania tras los escándalos de dopaje de finales de los noventa y que borraron de la memoria colectiva ciclista a Jan Üllrich. El Tour dejó de emitirse en abierto en televisión como muestra de despecho y ahora, pese al visible declive de André Greipel en esta edición, tienen nombres y motivos de sobra para ilusionarse de verdad. A la lista hay que unir a Pascal Ackermann, mejor esprínter del pasado Giro y ya listo para ganar volatas en julio, Max Schachmann o Nils Politt si sale del Katusha-Alpecin y ficha por un equipo de primer nivel World Tour.
No dejes todo para el último puerto
Al ciclismo contemporáneo se le critica, no sin razón, porque los grandes favoritos no lanzan ataques ni se mueven hasta los últimos kilómetros del último puerto. Es el guión habitual, igual que ver al Team Sky ahora con el nombre de Ineos, formar su fila y pasear su rodillo cada Tour de Francia. La etapa del Tourmalet vivió algo parecido, con hasta casi diez favoritos llegando juntos a la cima, pero todo cambió en los Alpes cuando Egan Bernal decidió moverse antes de coronar L’Iseran.
De no ser por la tormenta de granizo y los desprendimientos que obligaron a neutralizar la etapa, hubiéramos asistido a un movimiento ganador lejano que no se veía desde 2011 con Andy Schleck camino del Galibier. Fue circunstancial y no hubo más remedio, pero de no haber tomado esa decisión tal vez el colombiano no hugiera ganado la carrera.
Es ciclismo ficción, pero conviene explicarlo: Con seis kilómetros para coronar y con Alaphilippe resistiendo, si la táctica hubiera sido más conservadora Bernal no se hubiera marchado y tal vez no se habría vestido de amarillo a falta de dos jornadas para el final. Siguiendo el guión que impuso la neutralización y el mal tiempo, seguramente la recortada etapa de 59 kilómetros en Val Thorens hubiera tenido otro maillot amarillo en la salida o Geraint Thomas como jefe de filas. Nunca un movimiento lejano fue tan acertado.
Egan acertó de pleno. Ojalá esto sirva para que en el ‘ciclismo moderno’ vea nuevas propuestas y se convenza a sí mismo de que se puede atacar desde lejos.
Está la mala suerte, y luego Thibaut Pinot
Thibaut Pinot es un ciclista explosivo, que ataca de forma desbocada para por ejemplo ganar etapas de montaña en La Vuelta o clásicas italianas como su periplo lombardo el pasado otoño. En este Tour de Francia 2019 iba a más en montaña hasta que una lesión muscular le obligó a abandonar entre lágrimas.
Es su sino en el Tour o cuando mejor le van las cosas en una gran vuelta, como su explosión en el Giro de Italia 2018 cuando lo tenía todo de cara para subirse al podio e incluso haber peleado la victoria final de no ser por la exhibición de Chris Froome.
Ganó en el Tourmalet con todo merecimiento y toda Francia le señaló junto a Romain Bardet con un ‘ahora o nunca’. Ni fue ahora y seguramente sea nunca. Lo seguirá intentando pero no se le da nada bien ser favorito en una carrera que de forma injusta año tras año se le cruza en exceso.
Si Movistar Team es conservador, ¿qué es el Jumbo Visma?
Nada que reprochar el tremendo Tour de Francia del Jumbo Visma. El equipo holandés se ha encontrado con un bloque sólido y con victorias de etapa en el primer tramo de competición con Teunissen, la crono por equipos, Dylan Groenewegen o Wout Van Aert. Además el año que viene contarán en sus filas casi con total seguridad con Tom Dumoulin.
Pero el podio final de Steven Kruijswijk no es que sea inmerecido, pero no es brillante desde ningún punto de vista. En las etapas de montaña y junto al Ineos, los tulipanes han sido fuertes con todos sus hombres. Pero su líder no ha lanzado ni un solo ataque ganador para ganar una etapa o luchar por el podio. Sólo el desmoronamiento de Julian Alaphilippe ha propiciado que pueda subir al tercer cajón. Tanto fue así, que en Val Thorens marcaron el ritmo de la subida y cuando fueron conscientes que tenían el tercer puesto amarrado, desaparecieron sin ninguna ambición.
Van Aert espera a Van der Poel y más cambio generacional
Ya escribimos viendo volar a Wout Van Aert que el Tour de Francia merece esa especie de rivalidad Federer-Nadal que el rey belga del ciclocross guarda con el holandés y nieto de Raymond Poulidor, Mathieu Van der Poel. Esta edición ha sido la que consagra un cambio generacional en todos los frentes: en los esprints con Ewan, en las escapadas con Benoot y Wellens, De Gendt mediante, y también en jóvenes ya hechos como el francés David Gaudu, Caleb Ewan como rey de esprint seguido por Groenewegen y, por supuesto: Marc Soler.
El ciclista catalán del Movistar ha trabajado como el que más para su equipo (junto a Andrey Amador), demostrando tener piernas y capacidad para que en 2020 ya parta como jefe de filas en alguna grande y ver donde está su techo.
En el apartado Van Aert vs Van der Poel, la rivalidad entre ambos debe extenderse a los meses de marzo y abril en las clásicas pero si es posible también cada mes de julio aquí: no es su escenario ideal pero sí el mejor escaparate para que todo el mundo les conozca.
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