lunes, 15 de diciembre de 2008

El automóvil sigue en el alero.

Los monstruos gilitos del motor, contra la pared, esperan el maná del Congreso.

GM y Chrysler se acercan a la quiebra: están en manos de la Casa Blanca

La Casa Blanca aún no ha decidido de qué forma ayudará a su industria automovilística, según fuentes legislativas, mientras el tiempo se acaba para General Motors y Chrysler, que se acercan a la bancarrota. El senador Bob Corker, uno de los principales negociadores republicanos, indicó que representantes del departamento del Tesoro analizan este domingo junto con directivos del motor cómo cumplir su promesa de no dejar hundir al sector.

"Creo que todavía no saben lo que van a hacer", dijo en una entrevista en el canal Fox News Corker, quien habló esta mañana con altos funcionarios de la Casa Blanca.

Su declaración parece indicar que no es inminente un anuncio de ayuda por parte del Gobierno, que sopesa otorgar unos 14.000 millones de dólares a General Motors, Chrysler y Ford en préstamos temporales para ayudarles a superar la crisis.

Una quiebra inminente
"General Motors y Chrysler están al borde de la quiebra, en los próximos días", alertó Corker.

General Motors, el mayor fabricante de automóviles del país, necesita 4.000 millones de dólares para terminar el año y otros 6.000 millones de dólares para seguir operando durante el primer trimestre de 2009.

La compañía ha anunciado que de enero a marzo saldrán de sus cadenas de montaje 250.000 vehículos menos que lo previsto, lo que equivale a un recorte del 30 por ciento de su producción.

Chrysler, el tercer fabricante estadounidense, necesita 4.000 millones de dólares para poder sobrevivir durante el primer trimestre del año.

Ford, un caso moderado
Por su parte, Ford ha dicho que no requiere dinero en efectivo por ahora, pero ha solicitado una línea de crédito como precaución por si las condiciones económicas empeoran.

Los partidarios del rescate del sector presionaron hoy a la Casa Blanca para que actúe.

"Ya estamos en una recesión profunda", advirtió el senador demócrata Sherrod Brown en el canal CBS y la quiebra de las empresas automovilísticas "nos hundiría aún más en un agujero del que tardaríamos mucho en salir", afirmó.

Por su parte, su colega demócrata Carl Levin destacó en el mismo programa que otros Gobiernos ya han dado préstamos a sus fabricantes. "Ningún otro país está permitiendo el colapso de su industria automovilística", dijo.

Confianza en Bush
Brown dijo ser optimista de que la Casa Blanca escuchará los llamamientos, pues el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, no querrá dejar la bancarrota del sector "como su legado".

El departamento del Tesoro señaló el viernes que el Gobierno "está listo para prevenir una quiebra inminente" y la Casa Blanca dijo que permitir la bancarrota sería "irresponsable".

El Gobierno indicó que podría usar fondos del programa de rescate financiero de 700.000 millones de dólares para ayudar a las empresas del automóvil, lo que supone un cambio de postura, pues antes había insistido que esos recursos eran tan sólo para apuntalar los mercados.

Aparentemente también sopesa la posibilidad de usar la caja de la Reserva Federal para extender los préstamos a las empresas.

La dificultad mayor estriba en los términos que impondrá a las compañías como contrapartida para el uso de los fondos.

Corker remarcó que la Casa Blanca debería mantener la propuesta presentada esta semana por los senadores republicanos, que contemplaba una reestructuración de la deuda y una bajada de la remuneración de los trabajadores.

El rechazo del Senado
El proyecto legislativo para ayudar a los "Tres grandes de Detroit" murió en el Senado porque los líderes republicanos le negaron el voto a no ser que los sindicatos realizaran inmediatamente grandes concesiones.

"No querían un acuerdo", espetó la senadora demócrata Debbie Stabenow, de Michigan, el estado con mayor concentración de la industria automovilística del país.

"Ellos seguían una agenda política al tiempo que la economía está al borde del abismo", denunció la senadora en una entrevista en Fox News.

La patata caliente la tiene ahora Bush.

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