Agricultura ecológica, alternativa euro-lógica
El cultivo sostenible se convierte en una salida a la crisis // Los agricultores de hortalizas y frutas venden toda su producción ante la creciente demanda // En 2003, los operadores ecológicos no llegaban al centenar; hoy son más de 600
Lunes07 de abril de 2014
En 2003, Asturias tenía 2.165 hectáreas de terreno dedicadas a la agricultura y la ganadería ecológicas. Diez años después, son 22.541, según datos del Consejo Regulador de la Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias (Copae). En 1997, sólo eran 20 hectáreas. El crecimiento de la agricultura ecológica en Asturias ha sido imparable desde los años noventa y, desde que comenzó la crisis, la vuelta al campo asturiano es un goteo continuo. Sin embargo, en comparación con otras comunidades, la nuestra tiene por delante un largo camino para convertirse en una gran huerta ecológica. Y eso que el Principado, que se vende como paraíso natural y comunidad verde por antonomasia, debería tener sobradas ventajas para generar una agricultura ecológica competitiva. De momento, la inmensa mayoría de las hectáreas ecológicas del campo asturiano se dedican a la ganadería de vacuno de carne, en continuo crecimiento.
Aún así, en 2013, la producción de frutas ecológicas ocupaba 179 hectáreas por las 47 del año 2003. Si hablamos de cereales se pasó de dos hectáreas en 2003 a 50 en 2013 y, en el caso de las hortalizas, crecieron de 8 a 41 hectáreas. El presidente de Copae, Javier González, habla de un crecimiento con matices. “Hasta ahora básicamente las nuevas incorporaciones eran de ganaderos de vacuno. Crecíamos por ahí, pero últimamente las cosas están cambiando y cada vez hay más agricultores y jóvenes que se apuntan a la huerta ecológica”. Parte de esos nuevos agricultores proceden de la Escuela de Capataces Agrícolas delIES de Luces (Colunga), que tiene un módulo de producción agroecológica “con mucho interés entre los chavales” y que ha visto cómo se duplicaba el número de alumnos. Paradójicamente, la crisis ha conseguido el efecto contrario a lo habitual: una corriente de migración de la ciudad al campo.
“Tengo 80 años y llevo 20 años sin probar una aspirina”, dice Santiago Pérez, pionero de la agricultura ecológica en Asturias
En 2003, los operadores de agricultura ecológica no llegaban al centenar; hoy ya superan los 600, en su mayoría productores. A lo largo del año se organizan infinidad de cursos, jornadas, encuentros y talleres de agricultura ecológica que dan fe del creciente interés hacia el cultivo sostenible y sin químicos. González menciona a laCoordinadora Asturiana de Agricultura Ecológica (Cadae), a la que pertenece y que lleva varios años organizando cursos que siempre son un éxito. “Son muchos los cursos que se están organizando desde sindicatos, administraciones y otras asociaciones que demuestran el interés de personas que no estaban hasta ahora vinculadas a la agricultura ecológica”. Este año, además, el Ayuntamiento de Llanera ha anunciado la creación de un taller de empleo de agricultura ecológica, que persigue precisamente como principal objetivo el autoempleo.
Sin embargo, iniciarse en este sector no es tan sencillo como simplemente dejar la ciudad para instalarse en el campo. Santiago Pérez fue el primer agricultor ecológico de Asturias, allá por 1980. “Hacíamos huerta, pero no estábamos conformes porque se empleaban abonos químicos. Hicimos la prueba, viendo lo que había en otras regiones más avanzadas en agricultura ecológica como Andalucía y La Rioja, y salió bien”. Pérez, con dos hectáreas de finca y 1.200 metros cuadrados cubiertos de invernadero en Llanera, planta todos los tipos de hortalizas que se dan en Asturias y ha probado también con otros cultivos que no son locales, como la rúcula o el cardo.
“NO PODEMOS PERMITIRNOS EL LUJO DE TENER TIERRA PARADA”
Sus 80 años acumulan una experiencia inabarcable de la que se han beneficiado cientos de recién llegados a la agricultura ecológica. Dentro y fuera de Asturias. Por ello, es muy conveniente escucharle cuando muestra su preocupación por lo complicado que les resulta acceder a la tierra a quienes quieren hacer del campo su nuevo medio de vida. “Lo que no podemos permitirnos es el lujo de tener la tierra parada y que la gente esté pasando hambre. Debería ponerse a disposición del agricultor que necesita trabajar”, dice, explicando que la cadena de sucesión entre padres e hijos agricultores hace tiempo que se ha roto.
“Hay manera de hacer agricultura ecológica y que la gente viva de ello como cualquier otra profesión, pero primero tienen que tener a su disposición la tierra. Quienes finalizan sus estudios en Luces se encuentran con que no la tienen”, insiste Pérez. También considera importante que los futuros agricultores tengan la oportunidad de realizar prácticas. Su finca siempre ha estado abierta a aprendices desde que se inició en la agricultura ecológica. “Salen suficientemente preparados de la escuela, pero necesitas ser más profesional. A la gente joven hay que darle facilidades para que la agricultura siga adelante porque si no quedamos cuatro viejos y no tendría futuro”.
Motivo por el que no se cansa de demandar más voluntad por parte de las administraciones mientras afirma que ahora la agricultura debería tener más apoyo que la ganadería. “Lo primero que debería hacerse es un estudio de lo que se necesita. Imagínate que todos los que hacen agricultura ecológica nutrieran al comedor del nuevo Hospital Universitario de Asturias, o a los comedores escolares… Hay que hacer una reconversión del terreno dedicado a otras cosas. La agricultura debería estar más cerca del consumidor”
“En Asturias, ni siquiera se produce el 2% de la fruta y la verdura que consumimos los asturianos”, lamenta el presidente del Copae, Javier González
El presidente de Copae, Javier González, coincide en afirmar que “antiguamente siempre había un familiar que tenía tierra, pero ahora la cadena se rompió y el acceso a la tierra es muy caro, no es nada barato”. Una circunstancia que, en principio, sorprende ante el cacareado despoblamiento del medio rural. “Tierra hay, porque el campo está abandonado, pero los terrenos pasan de mano en mano y normalmente se los quedan ganaderos”.
González dice que lo habitual es que quien llega a la agricultura ecológica ya disponga de algún terreno. “Si no es muy complicado partir de cero, hacerse un sitio en cualquier entorno es difícil y aquí también. Requiere que te asientes, que te conozcan y luego puede surgir, pero si de primeras uno viene de la ciudad le cierran las puertas”.
BUENAS CONDICIONES, PERO SIN BASE TERRITORIAL
El acceso a la tierra no es el único obstáculo en el camino de quienes quieren volver a la huerta. La comparativa con Andalucía o Levante evidencia que la importancia del campo en Asturias es ínfima. “Allí se produce todo lo que se consume en Europa y, en Asturias, ni siquiera se produce el 2% de la fruta y la verdura que consumimos los asturianos. Sería impensable mover la cantidad de trailers que se mueven desde el sur de España”, dice Javier González. Una cooperativa de Levante o Andalucía mueve alrededor de 1.500 trailers a la semana. “Aquí sería imposible, además no puedes meter una cosechadora como allí y cosechar 200 0 300 hectáreas”.
Las producciones en Asturias, debido a la orografía principalmente, son siempre pequeñas. Es tierra de minifundios. “Asturias tiene muy buenas condiciones, pero no tiene base territorial”, explica González, “hay muy poco terreno en condiciones, al contrario que en Castilla, por ejemplo. En Asturias los terrenos están más dispersos, son pequeños, no son llanos y hay diversidad de microclimas”. En todo caso, sí considera que las características de la tierra son buenas porque, al no haberse instaurado una agricultura agresiva con el medio ambiente como en otras comunidades, aún se mantiene semivirgen. Y, por ello, González cree que se puede hacer mucho, aunque advierte de que falta cultura agrícola. “Hay condiciones pero hacen falta muchas cosas, habría que apechugar con mucho”.
Santiago Pérez remarca que la crisis y sus consecuencias obligarán a favorecer tarde o temprano esa cultura agrícola. “Antes la juventud se iba del campo, pero ahora no, quieren volver y podríamos resolver muchos problemas de gente que pasa hambre mientras existen tierras abandonadas”. Con una hectárea de terreno podría comer una familia al completo. “Si se necesitan crear puestos de trabajo, lo primero que necesitamos no es la leche o la carne, sino hortalizas y frutas. La berza asturiana, por ejemplo, tiene mucha aceptación en Madrid y podríamos estar mandando camiones diarios. Hace falta una reforma agraria urgente que sirva para sostener la producción y la comercialización de manera que el agricultor pueda vivir dignamente”.
“SE VENDE TODO LO QUE SE PRODUCE”
En su caso, Santiago comercializa su producción con otros dos socios enEcoastur, una tienda situada en el mercado del Fontán de Oviedo. “Nací en una casería y antes era más bien ganadero, pero me gustaba mucho la huerta y fuimos dejando el ganado para tirar más por la huerta”. La venta de los productos que salen de la huerta ecológica de Asturias es casi siempre directa. Y cada vez mayor, puesto que el consumidor bien informado los prefiere.
“Cada vez hay más mercado y, de un tiempo a esta parte, más tiendas ecológicas. Además se vende todo lo que se produce. Todo el mundo que se dedica a la huerta ecológica tiene su producto vendido porque cada vez hay más demanda”, dice Javier González, “todos los años me quedo sin producto de invierno y todos los años pongo más huerta, más rotaciones…” En 2013, Asturias tenía 134 comercios minoristas dedicados a la agricultura ecológica y, en lo que va de año, se siguen abriendo nuevas tiendas. En 2003, no existía ninguna en el registro del Copae. Los productos ecológicos suelen ser más caros, debido principalmente a que cada paso que se da tiene que estar debidamente certificado. Desde la propia plantación hasta las semillas y los abonos que se emplean, con el coste que ello genera para el agricultor.
ENFERMOS DE CÁNCER QUE NOTAN LA MEJORÍA CON EL CAMBIO DE DIETA
A nadie se le escapa que una alimentación basada en productos derivados de un cultivo sostenible y ajeno a los químicos es la base de una buena salud. Miles de estudios así lo certifican. “Tengo 80 años y llevo 20 años sin probar una aspirina. Está demostrado que muchas enfermedades que aparecen en niños son consecuencia de una alimentación química para la que nuestro cuerpo no está preparado”, asegura Santiago Pérez. En Asturias, a través de la Estrategia Naos de alimentación saludable y de la implicación de las consejerías de Salud, Educación y Medio Rural, se está introduciendo el producto ecológico en los comedores escolares. Pérez insiste en que debería seguirse por esa línea para “alimentar a todos los colegios”. A su finca de Llanera, explica, van enfermos de cáncer que se están tratando con quimioterapia y “dicen que notan la mejoría simplemente con el cambio de alimentación”.
Pero no sólo es cuestión de una alimentación más sana, también el medio ambiente se merece una agricultura verde y así lo confirman los estudios de organismos internacionales como la propia Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que atesora un programa de agricultura orgánica con el objetivo a largo plazo de potenciar la seguridad alimentaria, el desarrollo rural, los medios de subsistencia sostenibles y la integridad del medio ambiente. Un reciente estudio presentado por Naciones Unidas certifica que el cambio climático no sólo es una realidad evidente sino que es consecuencia en un 90% de la acción humana. La agricultura ecológica se caracteriza precisamente por mantener la fertilidad de la tierra, sin aplicar productos químicos como herbicidas, plaguicidas, hormonas ni abonos químicos, y sin utilizar organismos modificados genéticamente.
“PENSAR EN EL FUTURO SIN CONTAR CON EL CAMPO ES DEMENCIAL”
La tierra se cultiva en lugar de explotarla. “La agricultura ecológica abre las puertas al futuro y pensar en un futuro sin contar con el campo es demencial. No se va a ningún lado sin ella. Los mismos expertos dicen que tiene que ser una agricultura sostenible para poder sobrevivir y ahí estamos planteando propuestas y soluciones para que toda esa gente que se fue a la ciudad vuelva al campo”, dice Javier González. “Entre los agricultores existe una sensibilidad especial por lo ecológico. El Principado respalda al Consejo Regulador y, de hecho, funcionamos gracias a ellos. Y aún está vigente un plan estratégico con ayudas que benefician a la agricultura ecológica. Es decir, que se están haciendo cosas. ¿Se podía hacer más? Sí, pero ahora con la crisis se ve todo más crudo”.
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