Estalla la guerra entre las cajas rurales
Cristina Vallejo
Cajamar coincide con el Ejecutivo en la necesidad de mayor concentración del sector y ha creado un banco. Grupo Caja Rural, en cambio, ve en ese proceso la amenaza de desaparición de su modelo, como sucedió con el de las cajas de ahorros.
Tienen una cuota de mercado muy reducida, que ronda el 5 por ciento, pero son muchísimas entidades: 63. Aunque en Alemania hay 2.000 y en EE.UU., cerca de 30.000. Hablamos de la banca cooperativa. En España, 59 de esas entidades son cajas rurales. Las otras cuatro son Caja Laboral, ligada al Grupo Mondragón, y las cajas profesionales, con Ingenieros y Arquitectos, además de Novanca, cuya actividad se desarrolla en Madrid.
Las cajas rurales, las que nos interesan ahora mismo, orbitan alrededor de dos modelos que han entrado en conflicto. No es la primera vez: a finales de los noventa se produjo el divorcio entre ambos. Pero sin grandes consecuencias: el grupo liderado por Cajamar se «modernizó» y empezó a crecer más allá de los límites que geográficamente le correspondían, mientras que el que se aglutinó en el Grupo Caja Rural optó por la banca «aburrida», la más tradicional basada en la concesión de créditos con el dinero que se captaba vía depósitos, por lo que apenas necesita buscar financiación en los mercados, y, además, sigue muy pegada al terruño.
Ahora la pelea tiene una mayor relevancia porque, al parecer, sólo puede seguir vivo uno de los dos modelos. Y todo parece indicar que el de Cajamar tiene todas las de ganar, porque coincide con la filosofía del Gobierno hacia la consolidación del sector. Una de las razones que apuntan para explicar su separación a finales de los noventa es, precisamente, que Cajamar quería llevar a cabo un proceso similar al que ahora está desarrollando, es decir, la creación de un banco que mutualizara los resultados de sus integrantes. Hace apenas unos meses nacía el Banco de Crédito Social Cooperativo en el que participan 32 cajas rurales.
El grupo opositor, el Grupo Caja Rural, teme que esa deriva acabe con el modelo de las cajas rurales tal y como las conocemos, al convertirlas en bancos. Creen que el Gobierno va a utilizar como coartada la posibilidad de que Cajamar no vaya a superar los exámenes de solvencia del Banco Central Europeo. El Grupo Caja Rural no quiere pagar por los errores que atribuyen a Cajamar por crecer tanto, aunque fuentes de la entidad aseguran que ese crecimiento estaba justificado por las necesidades de los clientes y, también, para evitar la excesiva concentración de riesgos en su región de origen. Sea como sea, Grupo Caja Rural teme que después de la posible fusión y de la bancarización vendrá el fin de las cajas rurales.
La historia avala ese temor porque un proceso similar acabó con las cajas de ahorros. De ahí que el temor esté justificado. Y no porque se ponga fin a un modelo de banca, sino porque sus efectos secundarios pueden ser importantes: un respeto mucho más riguroso a las leyes del mercado puede implicar cierre de las oficinas menos rentables y, por tanto, condenar a la exclusión financiera a miles de personas.
Joaquín Maudos, investigador del IVIE, comenta que, pese al cierre de sucursales de las cajas de ahorros, la exclusión financiera apenas ha aumentado en España, pero puede que, en parte, por la supervivencia de las cajas rurales. De todas maneras, Maudos apunta que éstas también tienen que ajustarse. Según sus datos, entre 2000 y 2008, la red de oficinas de las cooperativas de crédito creció un 31 por ciento, frente al 30 por ciento que lo hicieron la de las cajas de ahorros. En cuanto al empleo, mientras en las cajas de ahorros aumentó un 32,5 por ciento, en las cooperativas subió un 44,5 por ciento.
A Maudos no le parece mal que se produzca un proceso de concentración, para aprovechar el surgimiento de economías de escala. Y Julio Rodríguez, ex presidente del Banco Hipotecario y de Caja de Granada, apunta que no estaría mal que surgiera un banco que las integrara a todas, pero sin que tuvieran que desaparecer las cajas rurales. De hecho, considera útil para el sistema financiero que sobrevivan, como representantes de la banca alternativa que garantice el acceso democrático al crédito.
Modelo terminado este año para aplicarse en 2015
El Gobierno ahora está diseñando el modelo. Unas fuentes comentan que se publicará antes del verano, antes de los exámenes de solvencia a los que el Banco Central Europeo someterá a las entidades, para ofrecer a los mercados una solución al problema que podría aflorar en Cajamar, si es que lo hace. Otras, que se hará público este año, pero que se ejecutará en el año 2015. Dependiendo del volumen de activos que se exija para cada grupo, habrá espacio para uno o para dos. En Francia, por ejemplo, hay dos: Crédit Agricole y Crédit Mutuel. El problema en España es que mientras un grupo quiere cambiar, el otro quiere que las cosas sigan como están.
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