Esta vez, el orden habitual se alteró, porque el matiz precedió al aviso. "Son futuribles altamente improbables", dijo por delante. Y luego aludió al peligro al que se refería: "Evidentemente, escenarios de tensión grave pueden dar lugar acorralitos como se ha visto en experiencias latinoamericanas o en Grecia. De forma que es un riesgo que existe". De este particular modo, el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, calentó aún más la temperatura enCataluña en los días previos a las elecciones del próximo domingo. Porque advertir de que existe un riesgo de corralito en caso de que la Generalitat declare la independencia lleva implícito otro peligro: la fuga de depósitos a la que trataría de poner coto la instauración de esos controles de capitales.
Ambos riesgos, el de ver cómo el dinero se marcha y el de tener que controlarlo para que no se vaya, se ciernen sobre Cataluña en el hipotético caso de que la secesión pase de ser una posibilidad remota a convertirse en una realidad. Y en ese doble peligro entre la fuga y el corralito, Cataluña pone en liza 196.840 millones de euros, que es la suma a la que ascendían los depósitos en la región al cierre del segundo trimestre, según los últimos datos del Banco de España.
Linde, que realizó estas declaraciones en un desayuno informativo organizado por Europa Press, avivó una polémica que ya venía caldeada desde el pasado viernes. Ese día, la Asociación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) emitieron un comunicado conjunto para "pronunciarse sobre los riesgos que para la estabilidad financiera comportaría cualquier decisión política que quebrantara la legalidad vigente y conllevara la exclusión de la Unión Europea y del euro de una parte de España". Aunque el sello de las dos patronales ya daba importancia al texto, porque el sector financiero prefiere mantener una posición neutral en los procesos políticos, su auténtico alcance residió en que las dos principales entidades catalanas, CaixaBank y Banco Sabadell, también se sumaron a la declaración como asociadas a la AEB y CECA.
La alargada sombra griega
"Es tanto lo que está en juego y tan grande el riesgo, que lo lógico es que al final se evite lo peor", asegura un economista que prefiere no ser citado. "Sobre todo, porque tenemos muy reciente lo que ha pasado en Grecia", añade. "Deberíamos haber aprendido del caso griego que no hay medida de política económica que pueda con un corralito", previene el economista José Carlos Díez.
Las alusiones a Grecia son continuas entre los expertos, e incluso por el propio Linde, porque es el caso más reciente -fue decretado en junio y continía vigente- y próximo. En su caso, el país heleno sufrió una fuga del 50% de los depósitos en los cinco últimos años, desde los casi 250.000 millones de euros en 2009 hasta los 125.000 millones actuales, que son los que vienen sufriendo los efectos de los controles impuestos hace ya tres meses. Un movimiento de esas dimensiones en Cataluña provocaría una pérdida cercana a los 100.000 millones de euros en depósitos, una cifra equivalente al 50% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Comunidad Autónoma.
"Hay que tener en cuenta que, a diferencia del caso griego, en el catalán no hay barreras geográficas, de trámites, de idiomas o de conocimiento de las otras entidades a la hora de coger el dinero y abrir una cuenta fuera de Cataluña", precisa el analista económico y financiero Juan Ignacio Crespo. Subraya así que en el caso catalán hay menos trabas para que los clientes puedan sacar su dinero de forma más rápida en caso de que lo deseen. "Un depósito es una simple commodity, nada más. El cliente solo quiere saber que está seguro, y si no es así se lo lleva a otra parte y ya está", recuerda José Carlos Díez.
El precio de la incertidumbre
Fuentes financieras aseguran que, precisamente por lo sencillo que resulta, este movimiento ya está en marcha. Y que irá a más si, verdaderamente, el riesgo de una proclamación unilateral de independencia se va convirtiendo en una posibilidad real. En ese supuesto, la fuga de depósitos será el preludio delcorralito. "No falla. La única forma de parar un proceso así cuando está en marcha es decretando límites a la movilidad del dinero. De lo contrario, ni las entidades podrán atender la retirada de efectivo ni su balance soportará la situación mucho tiempo", advierten esas fuentes.
De nuevo, la comparación con Grecia emerge para explicar cómo puede evolucionar este proceso si no se evita lo peor. Como ya ha precisado la Comisión Europea, y como Linde expuso este lunes, una Cataluña independiente quedaría fuera del paraguas de los tratados europeos, de la Unión Europea y del euro, con lo que los bancos con sede en Cataluña dejarían de tener acceso a la financiación del Banco Central Europeo (BCE). En lo que respecta a los depósitos se abriría así, como ocurrió en Grecia, un boquete condos principales incertidumbres que están conectadas. La primera, acerca de ladivisa que pasarán a usar los catalanes y en la que pasarán a estar denominados sus depósitos y sus créditos; y la segunda, acerca de la solvenciade esos bancos sin tener a su disposición la ventanilla del BCE. En Grecia, ambas incertidumbres se manifestaron, y cuanto más evidentes se hicieron, más rápido comenzó a salir el dinero del país, más dependiente se hizo la banca del BCE y más inevitable fue el corralito cuando la entidad presidida por Mario Draghi decidió no abrir más el grifo de la financiación de emergencia a las entidades helenas.
Una opción que detendría este proceso consistiría en que los bancos con sede en Cataluña, entre los que sobresalen CaixaBank y Banco Sabadell, mudaran sudomicilio social a otras regiones de España. Esta mudanza ayudaría a contener la fuga de capitales y reduciría el riesgo de tener que instaurar un corralito, pero también tendría efectos sobre esa supuesta Cataluña independiente en forma de pérdida de puestos de trabajo y de impuestos, principalmente. Pero el riesgo divisa y el riesgo de crédito no quedarían anulados con ese cambio de sede de los grandes bancos, con lo que otras entidades catalanas, aunque sean de menor tamaño, podrían seguir sufriendo el impacto, y en caso de que este sea grande, o se financian por sus medios para sostener su balance o tendrán que ser respaldadas por Cataluña.
Las incógnitas, por tanto, se acumulan a pocos días de las elecciones del 27-S. "Eso es lo más llamativo. Que quienes defienden la independencia no hayan presentado ni definido cuál es su estrategia, su hoja de ruta, para solventar estos desafíos económicos y financieros, porque antes o después, de forma más o menos directa, tendrán impacto en el bolsillo de los catalanes", sentencia ese economista que prefiere no ser identificado.
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