"Los países ricos no se independizan porque el coste es demasiado alto, igual que las democracias ricas tampoco se convierten en regímenes autoritarios". Así resumen su visión de Cataluña los profesores Antonio Barroso, de Teneo Intelligence, y Federico Steinberg, del Real Instituto Elcano en una reciente conferencia organizada por UBS. De ahí que su escenario sea una continuidad del 'juego de la gallina' -ya saben, en el que dos coches van a toda velocidad hacia un choque frontal a ver quién se aparta primero- con el Gobierno central que salga de las elecciones de diciembre y que se resolverá con una reforma constitucional que incluya algunas de las demandas de Cataluña.
El argumento de la riqueza es compartido por otros analistas que han estudiado el caso catalán. Por ejemplo, el británico HSBC considera que las elecciones en Cataluña "difieren del referéndum escocés en un punto importante: Cataluña es una región rica, que representa el 16% de la población española y el 20% del PIB", y añade que "aunque los costes de la independencia son inciertos, los partidos pro-independencia pueden estar infravalorándolos".
El Royal Bank of Scotland introduce otro elemento económico en contra de la secesión: la recuperación de la actividad y la creación de empleo en España. A juicio de sus analistas, el independentismo ha estado alimentado por las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno central -en realidad por Bruselas-, que significaron una reducción del gasto en Cataluña del 2,9% en 2011 y 2012. "No obstante, a medida que la recuperación económica en España se asienta y se reduce la necesidad de consolidación fiscal, el argumento para la independencia se ha vuelto más ideológico y potencialmente menos atractivo para los hogares normales".
La entidad escocesa también establece una analogía con el referéndum de su tierra porque, en ambos casos, las autoridades europeas consideran que "seríaextremadamente difícil si no imposible" que los países independizados entren en la UE porque tendrían que reconocerlos todos los socios, incluyendo Gran Bretaña en el caso escocés y España en el catalán. Y si no lo hacen (que no lo harán), Cataluña no podrá tener el euro como divisa, como ha advertido el gobernador del Banco de España, Luis Linde.
Salida del euro y corralito
Y ése es uno de los argumentos más poderosos, a juicio de este banco, para que se retraiga el voto pro-independentista. Aquí hay otra analogía clara: Grecia. "La reelección de Syriza el fin de semana pasado, pese a haber firmado el impopular acuerdo con los acreedores, también demuestra que el apoyo al euro sigue siendo alto entre los europeos", incluyendo los catalanes. "Pertener al euro limita mucho la flexibilidad de cualquier Gobierno en política económica, como ha evidenciado la situación en Grecia", añaden los profesores convocados por UBS.
Otro de los elementos económicos de los que advierten los analistas es el posible 'corralito' (limitación del dinero que se puede sacar del banco) que probablemente habría que adoptar si Cataluña declarase su independencia, como también avisó Linde. Según el Royal, "el precedente griego de este año ha demostrado el impacto dañino del control de capitales sobre la economía, donde el índice PMI de actividad industrial cayó a 30,2 puntos en julio y se mantuvo en 39,1 en agosto" (lecturas por debajo de 50 indican contracción de la actividad).
Otras entidades entran más en el terreno político, como Commerzbank, quecuestiona el derecho de autodeterminación: "Es muy controvertido como mínimo si, bajo el derecho internacional, Cataluña puede confiar en el derecho de autodeterminación. Para muchos expertos, las razones económicas no son suficientes, sino que tiene que haber evidencias de una opresión grave y sistemática de una minoría. De lo contrario -teóricamente para evitar guerras civiles-, pesa más la integridad de un Estado". Y recuerda que Kosovo, donde si se daba esa opresión, sólo ha sido reconocido por 100 países y no es miembro de la ONU.
Daño económico para España si hay secesión
La firma de análisis Autonomous señala que la incertidumbre seguirá pesando en los activos españoles, en especial los bancos, que serían los más afectados en caso de independencia y del consiguiente impacto negativo que tendría en la economía catalana. Y en la española, añaden en HSBC: "Creemos que el daño al PIB de España en caso de secesión podría ser sustancial", por lo que da por hecho que "ununa prima de riesgo más alta está garantizada".
Commerzbank coincide en que "la economía catalana se vería gravemente afectada por la incertidumbre sobre su futuro. Otras regiones pueden verse beneficiadas del desvío de las inversiones, pero en conjunto, España perdería inversiones". Y añade que, si finalmente Cataluña se independiza, el Estado perdería una quinta parte de sus ingresos fiscales, pero el gasto se reduciría mucho menos, lo que dispararía el déficit público. No obstante, Royal discrepa y considera que toda esta incertidumbre crea una buena oportunidad de entrada en deuda española.
Tenemos cuestión catalana para rato
La conclusión en todos los casos coincide con la de los dos profesores citados: no habrá independencia, pero la cuestión catalana no va a terminar ahora, sino que continuará hasta las generales con una creciente presión por parte de Artur Mas (el citado 'juego de la gallina') y culminará en una negociación con el nuevo Gobierno español. Una negociación que, según la opinión generalizada, terminará en una reforma constitucional sobre la que tampoco será fácil llegar a un acuerdo.
Claro que hay quien no descarta una declaración de independencia , como Autonomous. "Pero incluso si el nuevo Gobieno catalán decide proclamar la independencia, la incertidumbre sobre la reacción del Ejecutivo español y la forma exacta del nuevo Estado permanecerá". La conclusión más alentadora llega del citado banco alemán: "Después de las elecciones catalanas, estas cuesitones deberían salir de de los focos inicialmente (salvo que haya una mayoría aplastante independentista), de forma que los fundamentales económicos recuperen la importancia perdida"
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