Algo muy preocupante está pasando en el Reino Unido. Y no, no me refiero a que Boris Johnson se haya convertido en primer ministro. Ni a que haya nombrado un Gabinete de tercera que incluye a una ministra de interior que defendió la pena de muerte. Ni a que haya declarado que el país se irá de la Unión Europea en 10 semanas y media con o sin acuerdo. O ni siquiera a que la economía británica se haya empezado a contraer por primera vez en siete años. Lo que está ocurriendo en el Reino Unido es que ese país, cuya población tanto hizo por el resto de los europeos el siglo pasado, ha sido elegido por el Gobierno de los Estados Unidos como el campo de batalla en su objetivo de destruir la Unión Europea, así como en su rivalidad contra China. Hay muchísimos británicos que reprueban las políticas de Trump y que ven la forma en la que este manipula los intereses de su país contra Europa como una abominación; pero la sociedad británica está tan profundamente dividida—política, social, geográfica y generacionalmente— que es incapaz de reaccionar. El Reino Unido se ha convertido en un mero tablero de ajedrez, un juguete en manos de una fuerza muchísimo más grande que la de sus habitantes: la fuerza de los intereses geopolíticos del Gobierno de Trump.
Para que no quede ninguna duda de que Trump va a por la Unión Europea, durante su estancia en Londres, Bolton la criticó abiertamente
La semana pasada (de manera humillante, pues ni siquiera se molestó en hacerlo él mismo) Trump mandó a Londres a su asesor principal de Seguridad Nacional, John Bolton, para leerle la cartilla al primer ministro británico y dejarle claro lo que se espera de él. Seguro que se acuerdan de Bolton, pues durante el Gobierno de Bush Jr., como ‘under-secretary’ de Estado para el Control de Armas y Seguridad Internacional, defendió que Irak tenia armas de destrucción masiva y se convirtió en uno de los principales arquitectos de la guerra de Irak (esa guerra nefasta cuyas consecuencias aún seguimos pagando 17 años después). El mensaje que Bolton dio en Londres no pudo ser más claro: Estados Unidos hará una serie de acuerdos comerciales sectoriales prioritarios con el Reino Unido, a modo de premio, en cuanto este salga de la Unión; pero además de las concesiones comerciales que tendrán que hacer los británicos para concluir estos acuerdos, Trump quiere que se alejen de Europa y se pongan del lado americano con respecto a Irán; y también que no dejen a China participar en la infraestructura 5G de su país. Bolton ni siquiera se molestó en pasar los mensajes bajo cuerda para preservar la dignidad del Reino Unido, y habló abiertamente sobre ellos con la prensa. Es la primera remesa de deberes del Gobierno británico; veremos cuántas otras ordenes americanas tienen que acatar en el futuro próximo. Y para que no quede ninguna duda de que Trump va a por la Unión Europea, durante su estancia en Londres, Bolton la criticó abiertamente y la acusó de "tratar a la gente como campesinos" cuando "votan de manera distinta a la de las élites".
Boris Johnson no ha perdido ni un minuto en reaccionar como un alumno aplicado: aunque lleva en su puesto ya un mes, ni siquiera se ha dignado ir a Bruselas; la semana que viene irá solo a Francia y Alemania para así intentar romper la unidad entre los Estados miembros europeos, y no deja pasar ni una sola oportunidad para azuzar a la población británica contra Europa: a los británicos que quieren un Brexit con acuerdo los llama ‘traidores’ y ‘colaboradores’ con la Unión Europea, como si esta fuera el enemigo a batir, una narrativa bélica que casa a la perfección con el objetivo de Trump. Las posibilidades de un Brexit ordenado son ahora mismo nulas y el escenario más probable es el de un Brexit abiertamente hostil: un Brexit que seguramente dará lugar a una Escocia independiente que habrá que acoger en la Unión Europea; pero sobre todo un Brexit de amenazas comerciales, pues el Reino Unido utilizará, como ya está anunciando, todos los instrumentos a su alcance, incluidos los paraísos fiscales y reglamentarios, para atraer comercio e inversiones a su territorio y quitárselos a los europeos; actuando siempre bajo el manto de la protección de Trump, y pagando a cambio el precio de tener que cumplir sus instrucciones.
La Unión Europea es un obstáculo para Trump quien, en su obsesión por la rivalidad con China, no quiere potencias intermedias como la UE que le recuerden que las normas internacionales se aplican no solo a los chinos sino también a él. Los europeos vamos a tener que hacer un esfuerzo ingente para poder salir de esta embestida sin que el proyecto europeo se desmorone, porque sortear un ataque casi frontal por parte del Gobierno de la primera potencia mundial es algo dificilísimo; y más cuando el viento se pone de cara y ya hemos perdido la segunda mayor economía de la Unión. La Unión Europeaestá en riesgo grave e inminente. Su pervivencia depende en gran parte de que la Unión salga por fin del largo y frustrante letargo en el que se ha sumido durante los últimos 10 años, y comience a tomar medidas políticas y económicas ágiles, pragmáticas e inteligentes. Pero sobre todo depende de quién será el ganador de las elecciones presidenciales americanas del año que viene. Lo más importante para que la Unión Europea resista como proyecto no es el Brexit, sino que Trump salga de la Casa Blanca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario