Moody's: La debilidad de la economía global se prolongará hasta cinco años
Las turbulencias geopolíticas en un entorno de baja inflación y tipos de interés cercanos a cero "ponen en riesgo la estabilidad del crecimiento global", advierte la agencia.
La atonía de la que adolece la economía global ha venido para quedarse. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha sembrado de incertidumbre la confianza de hogares e inversores y ya pasa factura a algunas economías. Las turbulencias geopolíticas en un entorno de baja inflación y tipos de interés cercanos a cero se han convertido en la tónica general, y esto, advierte Moody's, "pone en riesgo la estabilidad del crecimiento global". Esta situación de debilidad económica "continuará durante un periodo de tres a cinco años", estima la agencia de ráting en sus previsiones macroeconómicas globales, publicadas ayer.
Moody's prevé que "el crecimiento global se ralentice por debajo de su tendencia al 2,7% en 2019 y 2020", medio punto porcentual por debajo del nivel de 2017-2018, debido a una "debilidad cíclica más profunda de la esperada en las economías". Entre ellas, destaca Alemania, uno de los mercados más expuestos a la guerra comercial, por la integración global de sus cadenas de valor. La incertidumbre y los primeros efectos de las tensiones comerciales, sumados a los últimos cambios normativos en el sector del automóvil, le han pasado factura a los mayores pilares de la economía germana: la industria y el sector exterior, dejando al país al borde de la recesión, tras sufrir una contracción del 0,1% en el segundo trimestre. Moody's rebajó ayer su previsión de crecimiento para Alemania en 2019 al 0,6% y al 1% en 2020. También recortó sus expectativas para China, Italia, Japón y Rusia, entre otras.
Dos eventos condicionan el cambio en las previsiones de la agencia crediticia en un entorno de desaceleración. Por un lado, la decisión de la Reserva Federal estadounidense (Fed) el mes pasado de recortar los tipos de interés por primera vez en el actual periodo y mantener una política acomodaticia, una tendencia que también adoptó el Banco Central Europeo. La Fed mostró ayer su preocupación ante una desaceleración prolongada, motivada precisamente por la incertidumbre sobre la política comercial.
En segundo lugar, Moody's cita la escalada proteccionista entre Estados Unidos y China que se está produciendo este mes de agosto y que, afirma, "no ha sido una sorpresa". Las negociaciones entre ambas potencias estaban estancadas, y no hay visos cercanos de que puedan llegar a un acuerdo en el corto plazo. "La escalada de tensiones solo confirma que los dos países están muy lejos en sus expectativas y objetivos de llegar a un acuerdo".
Los efectos de los nuevos aranceles anunciados a principios de agosto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, así como los lanzados por China ayer, empezarán a notarse a partir de 2020, calcula la agencia.
En el caso de China, el Gobierno de Xi Jinping intentará paliar los efectos de la guerra comercial a través de más medidas de expansión fiscal como las ya anunciadas, pero Moody's avisa de que difícilmente éstas podrán compensar el peso de la incertidumbre en el clima empresarial y en el consumo.
En EEUU, aunque la economía vive ahora su mayor expansión económica, los indicadores mensuales empiezan a reflejar cierto agotamiento. "Los últimos datos de inversión y exportaciones sugieren que la incertidumbre y la desaceleración global están deteriorando la actividad", observa Moody's que, aunque no prevé una recesión, sí percibe "que ha aumentado el riesgo de una".
El impacto de la guerra comercial también contagiará al resto de las economías", debido al peso de la incertidumbre en la confianza y en la inversión. Esta pérdida de dinamismo ya se observa en la actividad industrial global, que ha entrado en una "recesión severa" que debilita la expansión económica en algunos países, como Alemania, donde la producción industrial lleva en caída libre desde enero. Y aunque los efectos directos de los aranceles pueden controlarse, su impacto en la confianza puede perjudicar la economía. "Un aumento del estrés en los mercados sostenido en el tiempo podría amplificar el deterioro de la confianza de consumidores y empresas y precipitar una recesión", añade la agencia, que no incorpora estos efectos secundarios en sus previsiones, pese a que "supondrían un significante riesgo a la baja en nuestra previsión".
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