¿Qué pasaría en un Brexit sin acuerdo?
Un Brexit sin acuerdo es una posibilidad el 31 de octubre, aunque, por ahora no nuestro escenario principal. Al respecto, el análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) de abril de 2019 suele ser la base del debate.
Reino Unido dejaría los mecanismos comerciales de la UE para caer en el marco básico de la Organización Mundial del Comercio y la cuestión es en qué medida las barreras aumentarían, especialmente en salud y seguridad, así como impuestos -Reino Unido se quedaría fuera del IVA-. El FMI prevé que el PIB de Reino Unido podría caer un 3,5% en dos años -disminuyó 4,1% durante la crisis financiera de 2008-09-, un 2,2% debido a "fricciones fronterizas".
Pero estimamos que el primer día del Brexit sin acuerdo se alcanzaría alguno de emergencia para continuar los acuerdos actuales un año más o menos (para dar tiempo a uno formal). Además, Reino Unido ha publicado su lista arancelaria en caso de no acuerdo y la mayoría se fijarían en 0%, excepto automóviles y algunos productos agrícolas. Incluso con inspecciones fronterizas, el coste puede no ser tan alto. Ya ocurrió con los funcionarios de aduanas franceses en marzo de 2019, sin impacto notable en el crecimiento del PIB de Reino Unido.
La mayor incertidumbre es en el sector financiero, con planes (¿voluntariamente?) ambiguos. El FMI espera un endurecimiento considerable de las condiciones financieras. Al respecto vemos intervención masiva del Banco de Inglaterra y considerable compensación fiscal. La probable caída de la libra también sería un amortiguador. En conjunto consideramos que el impacto en el crecimiento de Reino Unido se materializaría principalmente el cuarto trimestre de 2019 y el gasto fiscal podría hacer que volviese a cero o incluso positivo el primer trimestre de 2020 y el impacto neto negativo en el crecimiento anual el año que viene podría ser del 0,5 %. No creemos que una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo) sea inevitable.
Aunque el Banco de Inglaterra ha tratado de mantenerse fuera del cuerpo a cuerpo político con señales mixtas sobre sus intenciones es obvio que aflojaría la política monetaria, con medidas similares a las de junio de 2016 tras el referéndum sobre el Brexit, con recortes de 0,5% en los tipos de interés, un nuevo programa de flexibilización cuantitativa (probablemente 60.000 millones) y flexibilización del crédito.
En Reino Unido la expectativas de inflación han estado aumentando ligeramente este año a pesar de la caída de la inflación (2,1% en julio), probablemente debido a la debilidad de la libra frente al dólar. A pesar de nuestras expectativas de mayor depreciación de la libra en un Brexit sin acuerdo esperamos que la deuda de Reino Unido a diez años cumpla con su estatus de refugio seguro y su rentabilidad a vencimiento llegue a mínimo histórico de 0,2% a finales de año.
Además, el ascenso de Johnson marca un "cambio de régimen" lejos de políticas de austeridad de los últimos años, con cambio de mentalidad en el partido Tory. El déficit presupuestario de Reino Unido fue 1,3% del PIB el segundo trimestre de 2019, frente a 10,1% el cuarto trimestre de 2009, relativamente saludable que puede abrir el grifo presupuestario, más si el Banco de Inglaterra se compromete una nueva ronda de compra de bonos soberanos. Así que podemos esperar una consolidación fiscal equivalente a 1,5% del PIB en caso de no acuerdo. Los recortes de impuestos más propensos a convertirse rápidamente en consumo son sociedades y renta, pero un recorte del IVA puede ser bastante eficaz. Otra ayuda importante puede provenir de un "descuento" (refinanciación) de créditos fiscales de las autoridades fiscales de Reino Unido ante el complicado sistema de pago del IVA intracomunitario. Incluso el Banco de Inglaterra puede refinanciar estos créditos, proporcionando oxígeno inmediato a los exportadores británicos y reforzando la confianza en el comercio con Europa continental.
A ello se añade que no creemos que EEUU vaya a ser el 'salvador' de Reino Unido, a pesar de que Johnson disfruta de buena relación con Trump y éste ha mencionado la posibilidad de un acuerdo comercial bilateral rápido. La UE supone el 46% de sus exportaciones frente a 19% de EEUU. Además, las normas de salud y seguridad son totalmente diferentes en EEUU y políticos como el líder demócrata del Senado Schumer excluyen un acuerdo con Reino Unido ya que un Brexit sin acuerdo significaría la resurrección de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda en contra del acuerdo de Viernes Santo del 10 de abril de 1998.
En este estado de cosas las empresas cotizadas blue chips de Reino Unido son en gran medida internacionales y una libra más débil se traduce en mayores beneficios y precios de estas acciones. De momento ofrecen un ligero descuento en relación con la Eurozona, en parte por su mayor composición sectorial en petróleo y sectores defensivos y financieros. Ajustando esta composición se da una ligera prima en relación con la Eurozona y el descuento con las acciones de EEUU se reduce un 50%.
En cualquier caso Reino Unido y la UE pueden acordar modificaciones menores antes de la reunión del Consejo de la UE del 17 de octubre. De hecho la UE ha mostrado recientemente cierta flexibilidad respecto al backstop irlandés (diseñado para evitar una frontera dura entre República de Irlanda e Irlanda del Norte). Incluso la formación de un gobierno de unidad nacional en Reino Unido en una moción de censura contra el gobierno de Johnson puede conducir a una nueva ampliación de la fecha límite y elecciones anticipadas. El propio Johnson puede invertir el rumbo y pedir a Bruselas una prórroga, culpando al Parlamento.
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