miércoles, 17 de enero de 2024
Cronificándose...
LA INTERNACIONALIZACIÓN DE UN CONFLICTO
Guerra de Gaza. Presente y futuro
Fracasada la expulsión de los palestinos de la Franja y la destrucción de Hamás, ¿cuál va a ser la futura opción estratégica israelí?
eeuu_israel
Reunión de alto nivel entre EEUU e Israel.
Enrique Vega Fernández
ENRIQUE VEGA FERNÁNDEZ
14 DE ENERO DE 2024, 18:43
Parece que la guerra de Gaza está entrando en una nueva fase tanto en su dimensión territorial (guerra en Gaza) como en su dimensión internacional.
En lo que respecta al propio territorio de la Franja (es decir, la guerra en Gaza), Israel parece estar empezando a darse cuenta de la imposibilidad de su inicial objetivo estratégico: lograr la expulsión de la Franja de la mayoría de la población palestina hacia el Sinaí egipcio y la diáspora mundial, para lo que es imprescindible la simultánea destrucción de los aparatos político y militar de Hamás. No ha conseguido ni una cosa ni la otra.
A pesar del lamentable estado al que ha sido reducida la población palestina de Gaza, no se conocen movimientos internos gazatíes de consideración suficiente que se estén intentando organizar para demandar a la comunidad internacional y a sus principales actores en este escenario, la ONU y oenegés, Egipto y Jordania, Estados Unidos, la Liga Árabe o sus países más involucrados, etc. e, incluso, al propio Israel, que se les abra el paso de Rafah sin condiciones. Parece como si una nueva Nakba, situación que conocen bien, les asustara tanto como los bombardeos, el desarraigo y la miseria a la que se ven abocados. O quizás son simplemente conscientes de que aunque se organizaran para exigirlo, ni Egipto ni Estados Unidos ni la mayoría de Estados árabes y musulmanes iban a permitirlo.
No es terrorismo, es colonialismo
Tampoco parece que Israel esté siendo capaz de destruir al Hamás militar (considerando como tal, no sólo a sus propias katibas, sino también a las de la Yihad Islámica y demás organizaciones armadas islamistas y nacionalistas presentes en la Franja), aunque sí esté debilitándolas considerablemente. Mientras siga existiendo un Hamás político en el exterior y el apoyo de ciertos países árabes o musulmanes, recuperar al Hamás militar es sólo una cuestión de dinero y tiempo. Voluntarios para sus katibas no les van a faltar mientras Israel siga ocupando Palestina o alguna parte de ella.
Mucho menos está siendo Israel capaz de destruir al Hamás político, que sigue teniendo un gran predicamento y una alta capacidad de influencia en la Franja (como también, cada vez más, en Cisjordania). Entre otras cosas, porque en la insistencia propagandística de querer presentar a Hamás (y referirse a ella de forma reiterada) como una organización terrorista, olvidando ¿intencionadamente? que el aparato gubernativo y administrativo de Hamás en la Franja no tiene nada que envidiarle a la de cualquier otro Estado internacionalmente reconocido, se olvida ¿intencionadamente? esa tercera faceta, tan significativa y sustancial como las otras dos y primigenia a ellas, del Hamás asistencial.
Hamás no es sino la rama palestina de la Hermandad Musulmana, hoy día considerada como la precursora y principal representante del islam político
Porque Hamás no es sino la rama palestina de la Hermandad Musulmana (hoy día considerada como la precursora y principal representante del islam político), creada (en Egipto) y difundida desde 1928 por Hassan al-Banna con el declarado objetivo de asistir a los necesitados y proporcionar formación científica e islámica a los jóvenes, especialmente a los que carecen de medios para ello. De la rama de esta Hermandad en Palestina nacerá, sin abandonar su carácter asistencial y educativo, Hamás (acrónimo de Resistencia Islámica Palestina) cuando, en 1988 estalle la primera intifada o levantamiento contra la ocupación y progresiva expansión territorial israelí. Un Hamás, por tanto, militar (Resistencia, guerra asimétrica, que incluye acciones terroristas), islamista (Islámica), político (Palestina) y asistencial (Hermanos Musulmanes). Y es esta última faceta asistencial, tan olvidada ¿intencionadamente? de Hamás, la que refuerza el predicamento e influencia que le otorgan, entre la población palestina, sus ideologías políticas: nacionalismo e islamismo. De nuevo, mientras siga existiendo la posibilidad de reconstruir al Hamás asistencial (con cualquier otro nombre) dentro de la Franja (y, en general, de toda Palestina) su predicamento y su influencia no van a desaparecer.
Fracasada la expulsión de los palestinos de la Franja y la destrucción de Hamás, ¿cuál va a ser la futura opción estratégica israelí? ¿Qué va a pasar con los Acuerdos de Abraham y el supuesto acercamiento entre Israel y Arabia Saudí? ¿Se acabará permitiendo algún día a los palestinos crear su propio Estado y elegir a sus dirigentes o se seguirá queriendo imponérselos mediante vetos y dependencias financieras?
Un conflicto internacionalizado
Unas opciones futuras que tendrán que tener en cuenta los cambios que se están produciendo en el escenario mundial en relación con una guerra de Gaza cada vez más internacionalizada. Desde el mismo 7 de octubre, en que Hamás y Yihad Islámica lanzan su ataque sobre ciertas áreas del oeste de Israel cercanas a la línea de separación entre ambos territorios y bombardean otras más lejanas, el conflicto está internacionalizado, de momento indirectamente por el apoyo político, financiero y armamentístico de Estados Unidos y su ámbito de influencia, la OTAN+, a Israel, como lo es a Hamás, el del Frente de Resistencia+ islámico encabezado por Irán y el todavía por dilucidar de otros países árabes o musulmanes o ni siquiera árabe o musulmán. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
En menos de un mes, cinco países se han incorporado combatiendo a la guerra en Gaza entre Israel y Palestina
No habían transcurrido ni veinticuatro horas cuando el conflicto se empieza a internacionalizar también fácticamente. El propio día 8 de octubre, siguiente al ataque palestino, se produce el primer intercambio de fuego entre las katibas de Hezbolláh (Líbano) y las Fuerzas de Defensa israelíes (Israel). Un intercambio de ataques puntuales que se extiende a lo largo del mes de octubre entre las katibas chiíes de Siria e Irak (del ámbito del Frente de Resistencia) y las fuerzas estadounidenses desplegadas en estos mismos países a pesar de la oposición de sus respectivos Gobiernos. Líbano, Siria e Irak, a través de sus respectivas katibas islamistas (Frente de Resistencia) han entrado físicamente en la guerra de Gaza. Estados Unidos lo hace al enfrentarse con ellas y al enviar a la zona dos agrupaciones navales de combate encabezadas por portaaviones, que pronto (19 de octubre) se enfrentarán con el Yemén hutí (Frente de Resistencia), que intenta, primero bombardear Israel, siendo sus misiles, drones y cohetes interceptados por las agrupaciones navales estadounidenses, y más tarde atacando en el mar Rojo a los buques mercantes que creen que de alguna forma están relacionados con el comercio o la economía israelí. En menos de un mes, cinco países (Estados Unidos, Líbano, Siria, Irak y Yemén) se han incorporado combatiendo (guerra de Gaza) a la guerra en Gaza entre Israel y Palestina (Hamás).
Pero serán los dos acontecimientos de la segunda quincena del mes de diciembre de 2023, la propuesta estadounidense de constitución de la operación naval Guardián de la Prosperidad (18 de diciembre) y la presentación por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (29 de diciembre) de una demanda contra Israel por genocidio en la franja de Gaza (hasta el momento apoyada por, al menos, una decena de país, entre ellos, Turquía y Brasil), las que definitivamente mundializan la guerra en Gaza (entre Palestina e Israel), convirtiéndola inevitablemente en la guerra planetaria de Gaza.
Largos brazos, regates cortos
La operación Guardián de la Prosperidad, en principio circunscrita al mar Rojo, con el objetivo (todavía no conseguido) de restablecer el comercio internacional por tan importante vía marítima, anulando la capacidad militar yemení hutí de entorpecerlo en nombre del apoyo a Gaza contra Israel, intentó inicialmente absorber a la operación naval Atalanta de la Unión Europea desplegada en aguas somalíes, del golfo de Adén y del estrecho de Bab al-Mandeb contra la piratería marítima. Una circunstancia que hubiera embarcado (nunca mejor dicho) fácticamente a todos los países de la Unión Europea en la guerra de Gaza. Posibilidad que anuló la firme postura española, que en esos momentos ostentaba el mando táctico de la operación, de negarse a que se abandonaran las labores que tradicional y estatutariamente estaba llevando a cabo la operación Atalanta desde 2008. Lo que no ha sido óbice para que se hayan incorporado a la pretendida Guardián de la Prosperidad a título individual importantes países europeos y del ámbito OTAN+ (Alemania, Canadá, Dinamarca, Grecia, Países Bajos y Noruega, además de Bahrein, Reino Unido, Seychelles, Singapur y el propio Israel). Ni para que Estados Unidos y Reino Unido, actuando unilateralmente, bombardearan Yemén los pasados 12 y 13 de enero con la finalidad de destruir instalaciones desde las que las Fuerzas Armadas hutíes efectúan sus ataques a los mercantes navegando por el mar Rojo supuestamente relacionados con el comercio y la economía israelí.
La presentación por Sudáfrica de demanda contra Israel por genocidio en la franja de Gaza ante la Corte Internacional de Justicia es aún mucho más significativa para la internacionalización de la guerra de Gaza que todo lo visto hasta ahora, a pesar de no implicar la incorporación de países “de alguna forma combatientes” en ella. En primer lugar, por su buen conocimiento, por haberlo sufrido en carnes propias, de lo que significa el colonialismo (que Israel ejerce sobre toda Palestina) y el apartheid (que Israel ejerce en Cisjordania y sobre los llamados árabes israelíes, los palestinos que viven en el interior de Israel con nacionalidad israelí). Porque no es un país musulmán al que se le pueda objetar parcialidad religiosa o étnica. Porque las pruebas que está presentando a la Corte no son proporcionadas por los propios palestinos o países implicados en el conflicto, sino por el Sistema de las Naciones Unidas (la propia ONU, PMA, ACNUR, OMS, UNRWA, UNICEF, etc.) y diferentes secciones de la Cruz/Media Luna Roja. Porque es uno de los líderes del llamado sur global, incorporado desde 2010 a los BRICS, la gran alternancia actual al hegemonismo OTAN+ del que Israel es parte. BRICS, a los que también pertenecen desde el pasado 1 de enero, países tan involucrados en la guerra de Gaza como Egipto, Irán o los Emiratos Árabes Unidos. Porque esta demanda puede llevar a revitalizar una dormida Corte Internacional de Justicia, incapaz de haber reaccionado frente a las muchas agresiones internacionales llevadas a cabo por las grandes potencias en los últimos tiempos: Libia, Afganistán, Irak o Ucrania (sólo Serbia y Montenegro han sido llevados a la Corte). En definitiva, porque puede permitirse representar con solidez a los dos tercios de los países del mundo y a los cuatro quintos de la población mundial.
Evolución de los BRICS
¿Está perdiendo Israel la guerra de Gaza, aunque esté ganando la guerra en Gaza? ¿Saldrá adelante la admisión de la demanda sudafricana? ¿Se someterá la Corte Internacional de Justicia a las presiones de Estados Unidos y de la OTAN+? ¿Habrá condena, aunque sea dentro de algunos años? ¿Quedará algún palestino en Gaza para entonces?
Por último, no quiero terminar estos pequeños apuntes sin expresar mi satisfacción por las decisiones que respecto a esta guerra de Gaza está tomando el Gobierno español, llamando a las cosas por su nombre a pesar de las salidas de tono israelíes y negándose a intervenir directamente en la guerra incorporándose a las operaciones navales multinacionales de apoyo a Israel. Y sin expresarle mi deseo de que consolide esta postura apoyando explícitamente la demanda sudafricana ante la Corte Internacional de Justicia.
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