miércoles, 31 de enero de 2024
E.Juliana al habla...
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“Se está produciendo un paisaje más duro y veo al PSOE captando mejor la curva que a la otra izquierda”
Entrevista a Enric Juliana, adjunto a la dirección de La Vanguardia, que ofreció este martes una charla en la Escuela de Comercio organizada por la Sociedad Cultural Gijonesa.
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Víctor Guillot
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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.
Acaba de entregar a la editorial su próximo libro, un crónica que da cuenta de los veinte últimos años de oficio del periodista político Enric Juliana, adjunto a la dirección de La Vanguardia, una reflexión que trata también de contemplar lo que ha sucedido políticamente en España desde que llegó a Madrid, en 2004 hasta hoy. Aquel trágico año en que fue elegido presidente José Luis Rodríguez Zapatero es el mismo año en el que un atentado yihadista logró que germinara un concepto político que hemos arrastrado hasta la fecha: la ilegitimidad. Pero no hemos venido a hablar de su libro, todavía, porque aún no ha sido publicado, aunque de algún modo, la ilegitimidad está rondando en esta conversación, cuando abordamos la Ley de Amnistía que acaba de tumbar con sus votos Junts, o cuando el juez García Castellón dicta autos que tratan de cercar el significado penal del terrorismo. La charla es también la excusa para reflexionar sobre la actualidad, un 2024 que podría principiar un nuevo ciclo o no, pero que en cualquier caso es un año intensamente electoral en el que pueden suceder algunos hechos políticos de máxima relevancia. Unas elecciones gallegas que pueden destronar a Núñez Feijóo de la planta séptima de la Calle Génova, unas elecciones europeas que pueden romper los equilibrios entre izquierda y derecha en el seno de las instituciones comunitarias, una escalada en Oriente Medio que puede desestabilizar las economías de los estados miembros de la Unión. De todo eso va este diálogo punteado de matices, detalles que ofrecen al lector la mirada perspicaz, atenta y prudente del mejor periodista español de los últimos 30 años en España y que acudió a su cita con la Sociedad Cultural Gijonesa este martes para presentar su visión de los últimos acontecimientos políticos y las corrientes subterráneas que los propician.
Si, según Page el gobierno se ha situado en el extrarradio de la Constitución, ¿el juez instructor García Castellón se está situando en el extrarradio del Código Penal?
La crisis en el PSOE es menor de lo que cabría suponer. Ha habido una campaña manifiesta, lo suficiente como para provocar una fisura, pero no se ha producido. Algunos de los ex-dirigentes del partido están en contra de la amnistía, el disenso más claro es el de Castilla La mancha pero todos los secretarios provinciales han apoyado al Secretario General. No se ha producido lo que todos estaban esperando, no se producido una autentica ruptura interna del PSOE. Esto es importante. Ante una decisión difícil como la amnistía se constata que una fuerza política como el PSOE ha resistido, cuando en el pasado ha tenido importantes divisiones internas. Por lo tanto, que no se haya producido esa fisura es muy significativo. El juez García Castellón está utilizando la presunción de un delito muy grave como el terrorismo.
¿Es un caso de lawfare como se ha venido denunciado por parte de Junts, en este caso, desde una instrucción?
Hay que atenerse un poco a los hechos. En España se ha producido en los últimos años diversas modificaciones del Código Penal respecto a los delitos de terrorismo y esto es así porque el terrorismo en España ha tenido un papel importante en la realidad política y social. Esa realidad se vio aumentada por los hechos del 2004. Es decir, ha habido una fortísima preocupación. España es uno de los países europeos más golpeados por el terrorismo en los últimos 40 años y eso ha dejado una huella en el código penal. Si nosotros, ahora, echamos la mirada hacia atrás y pensamos, por ejemplo, en los incidentes que hubo en la ciudad de Cartagena en 1992, con el incendio parcial del Parlamento de Murcia, si pensamos, por ejemplo, en la ocupación de las pistas del aeropuerto de El Prat en julio de 2006, en la protesta de los trabajadores de tierra que obligó a suspender 544 vuelos en una sola tarde, bueno, en ninguno de esos casos se acusó a nadie de terrorismo, entre otras cosas porque el Código Penal lo impedía. Si se hubiera acusado de terrorismo a los trabajadores de los astilleros Bazán, la industria auxiliar de Cartagena, que estaba en protesta por la reconversión industrial, pues posiblemente habría convocado una huelga general en España; y si se hubiese castigado severísimamente a los trabajadores de Iberia tierra, convocados por la UGT a ocupar las pistas de El Prat, si se hubiese equiparado a esos trabajadores con terroristas o incluso se hubiese culpado a UGT de un acto terrorista, se habría tensionado todo demasiado. Qué sucede. Pues que las modificaciones del Código Penal permiten hoy extender la presunción del terrorismo como si fuese una cinta de goma.
Cierto, pero en vez de hacer una interpretación restrictiva de un delito, o de un tipo penal, que es lo que el ordenamiento jurídico establece, de pronto se hace una interpretación extensiva.
Si el Código te lo medio permite, lo estiras como si fuera una goma y eso abre una expectativa inquietante sobre la cual hay que reflexionar: hasta qué punto, en el futuro, en situaciones en las que la protesta social sea importante, aunque no sabemos cómo será el país en los próximos años, se empezará a utilizar el delito de terrorismo de manera táctica para inculpar a los adversarios políticos. Creo que esto es lo que nos debe preocupar. Si es lowfaire o si se le da otro nombre me parece secundario. Creo que en estos momentos se está abusando un poco de este término y deberíamos dedicarnos a discernir la sustancia de los problemas que puedan surgir antes que a las etiquetas para catalogarlos.
Enric Juliana, adjunto a la dirección del diario La Vanguardia, en el paseo de Vicente Álvarez Areces. Foto de Víctor Guillot.
La actividad procesal de García Castellón tratando de extender el tipo penal de terrorismo a ámbitos para los que no se contempló cuando se redactó, ¿conforma una parte de la agenda política que el PP mostró hace unos meses para ilegalizar o disolver partidos? No sé en qué medida es una casualidad, una relación circunstancial o todo forma parte de una actividad coordinada entre los autos provisionales de García Castellón desde su juzgado y la entrada y salida de esta medida del cajón del PP.
El país puede evolucionar en distintas direcciones. Vivimos una época complicada. Esto es una obviedad.
A veces, precisamente porque son, obviedades, parece necesario decirlas.
Cierto. Es una época en la que la democracia se puede eclipsar. Hay diferentes tipos de eclipses. Eclipses rápidos, eclipses limpios. En España caben en estos momentos dos caminos. Yo creo que el que hemos comenzado a andar ahora forma parte de lo que yo he calificado como “todos dentro”. Todas las fuerzas políticas que tienen un mínimo de representatividad electoral en el país y se hayan representadas en el Parlamento y actuando con libertad y con plena operatividad y autonomía han pactado entre sí. Eso que puede parecer algo obvio no lo es en este momento. En la historia contemporánea de España, durante largos periodos, ha habido una constante histórica en España y es que no todos esos partidos han estado dentro del pacto. Y eso no se ha dado bien porque había alguien en el exilio, bien porque había alguien que era ilegal, bien porque había alguien que era alegal, bien porque había alguien clandestino, bien porque había alguien marginado o porque había alguien con la espada de Damocles encima de su cabeza o porque había alguien sujeto a la Ley de Partidos, o bien porque había alguien que había impuesto una cierta marginación. Pues dicho esto, la mayor parte del periodo de la historia contemporánea, si observamos el siglo XIX en adelante, constatamos que España ha sido eso y que han sido escasos los momentos en los que todos los partidos estaban dentro, sin que nadie estuviera fuera, invalidado. La otra senda la expresó de una manera intermitente el PP. Su última propuesta ha sido proceder a la disolución de algunos partidos políticos. Ya no dice la ilegalización sino la disolución de algunos partidos políticos. Tabula rasa. Fuera. Luego lo han matizado e incluso ellos mismos se asustaron después. Pero esta propuesta fue planteada durante la campaña electoral de mayo, surgió en las autonómicas y después se apartó. Y ha vuelto a reiterarse ahora en vísperas también de unas elecciones gallegas. Porque algunas de las cosas que se están diciendo tienen que ver con las elecciones en Galicia. Por lo tanto, yo creo que los caminos están claros. Efectivamente, la utilización táctica del derecho podría estar acompañando a estas elecciones. Estamos ante dos caminos que están claramente dibujados. Veremos cuál de los dos quiere tomar la sociedad española. En las elecciones de julio se indicó una cierta dirección y veremos ahora si esa dirección se confirma.
Expresada la voluntad en julio, ¿crees que a Pedro Sánchez y a su gobierno le han faltado eso que Iván Redondo denomina “la didáctica democrática”?
Sí, es posible que sí. Yo veo ahora al PSOE más seguro de sí mismo que mientras estaba negociando el pacto de investidura, posiblemente porque todo tiene un proceso en el que entonces había más vértigo. También creo que la sociedad va viendo un poco cuál es la dirección y no quiero decir con esto que la gente esté ahora más a favor que hace dos meses. Creo que, paradójicamente, la respuesta de las derechas a la amnistía ha ayudado a la sociedad a comprender la Ley de Amnistía. Eso creo que es así. Desde el punto de vista de la derecha, de quienes están en contra de la ley, actitud que me parece absolutamente legítima, el haber sobrerreaccionado con todo lo que ha pasado, con un noviembre nacional, las esvásticas exhibiéndose en la calle Ferraz, la gente cantando el cara al sol, el rezo del rosario o un militar al que le incautaron la pistola, en fin, toda esa acumulación de estampas que confluyeron, han ayudado a la sociedad a intuir lo que significa la amnistía y pienso que lo han intuido correctamente, con la posibilidad de una mayor pacificación civil del país y, por lo tanto, de una mayor comprensión de lo que significa la amnistía. Este creo que es el dato que constata que el PSOE se encuentre más sereno, más decidido, más seguro y posiblemente que se pueda explicarse mejor. Estoy de acuerdo que en algunos momentos se apreciaban un cierto temblor de piernas, cosa que por otro lado debemos considerar razonable.
Víctor Guillot, adjunto a la dirección del diario Nortes junto a Enric Juliana, adjunto a la dirección del diario La Vanguardia en la Escuela de Comercio de Gijón. Foto de David Posada.
¿Están observando el PSOE y Sumar el paisaje con la misma actitud?
Se está produciendo un paisaje más duro y más áspero. En el ámbito político español no todo el mundo está captando la curva. Veo mejor al PSOE captando la curva que a la otra izquierda. Hay un cambio de rasante, y veo al PSOE mejor, con más reflejos hoy. No es tiempo para discursos dulzones. El PSOE ha hecho los cambios. Ha sacado a Oscar Puente y nos indica que esto va a ser áspero. Ha modulado el lenguaje y ha sacado a la cancha a cargos que saben moverse en ese campo.
La ley de amnistía es un síntoma de que 2023-2024 principia el comienzo de un nuevo ciclo. Te has referido antes a la teoría del “todos dentro” que has explicado en tu columna de los sábados. En realidad, tengo la sensación de que en este multipartidismo imperfecto opera un conjunto de binomios que tienen como denominador común al PSOE: (Sumar-Podemos) (PNV-Bildu) (Junts-ERC). Estamos ante un nuevo ciclo con dinámicas parlamentarias y una participación nueva, pero en ese sentido siempre te has expresado de un modo prudente.
Yo sería cuidadoso con los ciclos. En España nos hemos aficionado mucho desde hace 10 años a hablar de ciclos políticos. Ciclos que empiezan y ciclos que se acaban. Seamos prudentes. Y lo digo por una sencilla razón. Yo veo la situación política española muy condicionada por los acontecimientos internacionales. Tenemos un país muy empatado en términos electorales, todavía con una ligera mayoría del centro izquierda tras las últimas elecciones generales pero prácticamente empatados. Y no sabemos aún cómo se resolverá el desempate. Ahora y en los próximos meses, nos enfrentamos a un corredor complicado que discurre básicamente en el ámbito de la política internacional. No es ningún misterio. Tenemos las elecciones europeas de junio y después las elecciones norteamericanas en noviembre y no sabemos qué es lo que va a producir en términos políticos la combinación de estos dos momentos. Hay que vivirlo todavía y, además, vivirlo de una forma un tanto especial porque nuestra capacidad de intervención en ello va a ser muy limitada. Las europeas las viviremos en términos parciales y en las norteamericanas seremos meros espectadores. Pero imaginemos un corrimiento muy conservador del Parlamento Europeo más una presidencia norteamericana que no sabemos a qué nos conducirá. No sé si estaremos en los próximos meses hablando del inicio de un ciclo de signo distinto. En cambio, creo que las elecciones de julio significaron algo importante: que la gente no quería un gobierno con la extrema derecha o muy condicionado por la extrema derecha. Ese es el veredicto de las elecciones de julio del año pasado. También sabemos que eso se ha convertido en un mayoría de investidura previo pacto sobre un punto importante, una Ley de Amnistía que divide en dos a la sociedad; y ahora sabemos también que dentro de unos meses, el contexto europeo e internacional general pueden sufrir modificaciones y habrá que ver cuales son para acabar de saber qué cartas hay y la dirección en que se juegan. Estamos en un momento de suspense.
Las elecciones generales del 23 de julio fueron unas elecciones nacionales y europeas y sirvieron para que la socialdemocracia española y, por extensión, la lusa plantaran cara a la estrategia de Manfred Webber y su ampliación de relaciones con la extrema derecha. ¿Feijóo ya no será un aliado estratégico para esas elecciones? ¿Se ha cortocircuitado la conexión con la extrema derecha o ha mutado?
Bueno, sobre el papel de Núñez Feijóo en la política, habrá que ver el resultado del 18 de febrero en las elecciones gallegas. En el ámbito europeo han pasado dos cosas en los últimos meses de julio hasta hoy. Una es el resultado español. Una gran resistencia de la socialdemocracia está ahí, pero yo destacaría, más que nada, los errores propios de la derecha. La derecha comete dos errores importantes en julio. Envía mensajes equívocos a las mujeres respecto a la continuidad de una política en España que ha obtenido amplios consensos, a pesar de alguna contradicción en su interior, pero al fin y al cabo consensos. España pasa por ser uno de los país europeos con mayor debate público y foco social sobre la cuestión de la igualdad de la mujer. Y ahí la derecha se equivocó y el PP no supo corregir. A su vez, la otra equivocación fue trasladar a la sociedad catalana que una victoria de la derecha se iba a traducir en una nueva fase de dureza en la que la aplicación del artículo 155 sería una broma comparada con lo que vendría. Estas fueron las palabras de Santiago Abascal. Y creo que el PP pierde por errores propios y por estar mal orientados con unas encuestas que estaban equivocadas. Sean cuales sean las causas, esto es importante. El PSOE resiste en España, lo hace con dificultades en la investidura pero logrando poner en marcha la legislatura. Por lo tanto, no se produce un cambio en España ni en Europa. Por tanto no cambia una pieza del Consejo Europeo que es muy importante para la definición de la nueva Comisión Europea y las políticas comunitarias. Y a su vez, sí se produce otro cambio importante, importantísimo, tan importante como el resultado de España y sucede en Polonia. La derecha nacionalista polaca pierde la mayoría de la misma manera que Feijóo perdió la suya en nuestro país. Los nacionalistas polacos quedan primeros pero no suman mayoría. Y paradójicamente, la oposición europeísta la encabeza alguien perteneciente al PP. Se produce un acontecimiento simpático y significativo: la timidez con la que Feijóo saluda el triunfo de su correligionario, Donald Tusk, quien queda segundo en las elecciones pero es elegido primer ministro gracias al apoyo de otras fuerzas minoritarias. Eso significa otro cambio en otra pieza del Consejo Europeo. Significa que el bloque de la extrema derecha pierde un país. No consigue España y, además, pierde Polonia. Como tu sabes, los organismos europeos no dependen exclusivamente del Parlamento Europeo, también del marco del Consejo Europeo. La correlación de fuerzas intergubernamental no se ha movido a favor de la extrema derecha, porque no ha podido acceder al gobierno de España ni es decisiva en su gobernación, y a su vez ha perdido Polonia. Estamos hablando del cuarto y del quinto estado más poblados de la UE, después de Italia, Francia y Alemania. Pues bien, esto quiere decir que, teniendo en cuenta que Alemania y su gobierno siguen en pie, aún con dificultades, que Francia sigue en pie y que Italia sigue en pie, la correlación de fuerzas en principio no se ha modificado mucho. Habrá que ver las europeas al 9 de junio y ahí es donde se jugará la partida.
A pesar de que la correlación de fuerzas es bastante equilibrada, la Comisión Europea y la presidencia del semestre europeo español amagaron y contemporizaron con los gobiernos de extrema derecha en algunos asuntos. Pienso en la política migratoria que se ha pactado en el último Consejo Europeo y que ha sido bastante permeable a las demandas de Giorgia Meloni, al incipiente debate sobre una Europa dispuesta a desarrollar el concepto estratégico y su posible rearme ante Rusia o el horizonte de una ampliación un tanto desdibujada. ¿Qué Europa veremos tras esas elecciones?
Hay mucha presión. Europa hoy está bajo fuertes presiones. La guerra de Ucrania ha puesto varias líneas de tensión. La guerra de Ucrania no tiene un horizonte de finalización inmediato. En todo caso, lo que está ocurriendo es que un cierto optimismo histórico respecto de la evolución de la guerra a favor de Ucrania se ha ido diluyendo durante estos últimos meses. Toda la inflamación del este de Europa está provocando discursos de prevención de la guerra, de alertas, de riesgos de guerra, de crecimiento de discursos militares, de países que empiezan a pedir a la población que se mentalicen con la guerra, en países vecinos a Rusia como Suecia, Finlandia e, incluso, en Alemania. Ya se habla de la recuperación de cuerpos reservistas. En Italia lo acaba de decir Meloni en una entrevista al diario L´Stampa. Comienza a haber un discurso que tiende al rearme material y mental de las sociedades en Europa ante la hipótesis de una Rusia que no cede y que puede y debe ir más allá de Ucrania. Este es el tema. Luego tenemos tensiones sociales importantes que giran en torno a la transición ecológica y a las medidas que se adoptan para intentar hacer frente a esta situación. Me estoy refiriendo a las protestas organizadas por los sindicatos agrarios en muchos países de Europa y, curiosamente, no en España.
Enric Juliana, adjunto a la dirección del diario La Vanguardia, en Gijón. Foto de Víctor Guillot.
Me ha llamado la atención que estos días hemos visto en Francia imágenes de tractores a las puertas de París muy similares a las protestas de los ganaderos y los agricultores vistas otras veces en Madrid. Y ciertamente, en los países de la UE se ven tractores, pero en España no hay tractores.
Es curioso, hay tractores en Francia, hay tractores en Italia, hay tractores en Alemania pero aquí no. Diríamos que Vox está en baja forma. Esa es una realidad y esa realidad va a pesar en las próximas elecciones europeas. Y posiblemente estos tractores están saliendo a la calle porque el 9 de junio hay elecciones europeas. Los tractores anuncian algo.
Ahí veo un artículo.
Si (risas). La inmigración, efectivamente, muestra una Europa que está preocupada, asustada, tensa, que teme al futuro, que parecía convencida de haber encontrado el camino a la paz perpetua y ve como ese camino se estropea. Escuchamos hablar al Ministro de Defensa de Alemania de la posibilidad de una guerra con Rusia en los próximos años. Todo esto nos da un escenario muy nuevo y nos hace pensar en el incremento del voto conservador. Lo veremos. Esto se juega en junio. Creo que va a ser importante el resultado italiano, por una razón. Se podría producir el siguiente escenario. Forza Italia, el socio italiano del PP en el PPE, partido de Berlusconi, está muy débil, porque era un partido casi familiar muy vinculado a la figura de Berlusconi. Con su muerte, este partido se puede debilitar y si eso sucede, el PPE perdería pie en uno de los países importantes de Europa y eso, fíjate bien, crearía una situación muy específica. Yo creo que por eso Webber, al que has citado antes, confiaba mucho en la victoria de la derecha en España porque reforzaba el flanco sur de Europa y porque la victoria en España del PP con el apoyo, aunque se produjera desde fuera del gobierno, de Vox, le ayudaba a justificar el acuerdo con los italianos. Y ahora esto vamos a ver como discurre. Diría que Webber pierde el set en España pero aún hay partido.
Tenemos una imagen inédita en el cierre del balance de la presidencia europea que le correspondió a España. Se trata del enfrentamiento dialéctico entre Sánchez y Webber.
Los dos se buscaban.
Ciertamente y dejaron una estampa de dos presidentes con una gran capacidad para la dialéctica parlamentaria y una buena dosis de reflejos, cuando Webber apeló a la división social que provocaba la política del gobierno español y Sánchez le replicó sugiriendo lo que sucedería en el Bundestag si un partido nazi cantase las loas del III Reich, como estaba sucediendo en España. Esta escena es inédita en el parlamentarismo europeo y uno de los efectos, no sé si es un espejismo pero empieza a parecerlo, puede conllevar que en el imaginario de los ciudadanos germine la idea de que Sánchez, acompañado en menor medida por el socialismo portugués, puede ser el hombre capaz de frenar a la extrema derecha en las próximas elecciones europeas. Quiero decir que hay algo de falsa épica que puede arrastrarnos hacia la frustración.
Yo también pienso que Sánchez se presenta a las elecciones europeas como el abanderado de la socialdemocracia y con un discurso claro, un discurso que ya lo está planteando: España es el baluarte. Aquel discurso en su enfrentamiento parlamentario con Webber le sirvió para enfatizarlo y para decirle: “oiga, imagínese que usted estuviese pactando con alguien que está devolviendo a las calles de Berlín los nombres de los jerarcas nazis del III Reich”. A su vez, Webber necesita buenos resultados en España. Porque en Italia puede flaquear y en Francia el PP no es fuerte. Los republicanos franceses están en una fase de debilidad y el votante conservador francés pivotará en favor de Lepen. En el Parlamento Europeo, el grupo parlamentario de Lepen está en una órbita a la que ni siquiera Webber puede aspirar para buscar más apoyos. Se trata de la extrema derecha que ha tenido simpatías por Moscú. El PPE se ha fijado en Tajani. En la mente de Webber está ese margen: “vamos a establecer alianzas con grupos conservadores, con Vox, con Tajani, con los polacos”, lo piensa porque son los partidos que tiene una actitud de mayor lealtad a la OTAN. Luego están los otros, los que aparentemente tienen menor lealtad a la OTAN porque en su momento han establecido contactos y relaciones de amistad con el Kremlin o incluso han recibido de manera manifiesta financiación de Rusia. Me estoy refiriendo al Frente Nacional Francés, a la Liga de Salvini, a la AdF de Alemania. Es complejo, pero Webber necesita, para estar en condiciones de afrontar la negociación posterior a las elecciones europeas, puntos de fuerza y si no los tiene en Italia ni Francia, España se vuelve muy importante para él. Y eso explica en buena medida su política.
Este fin de semana hubo elecciones en Turingia y AdF se pegó un varapalo importante. La CDU ha ganado. ¿Puede ser el síntoma de un giro en Alemania hacia la democracia cristiana?
Es una señal interesante. Digamos que la CDU no ha cedido a los cantos de sirena de pactar con la extrema derecha. Si la CDU aguanta, es una buena señal. También, en Alemania veo que las encuestas dan unos resultados que expresan los deseos de una parte del electorado de votar contra el gobierno de Scholz. A veces, con los deseos representados en las encuestas, salen beneficiadas las fuerzas que se hayan en las posiciones más radicales, pero luego, con las elecciones, eso se corrige un poco. Yo no veo a Alemana entregada a la extrema derecha, pero está claro que la extrema derecha se ha colocado como una fuerza de presión interna. Vamos a ver cómo se acaba decantando, pero en todo caso, hay un resurgir conservador. No tiene vuelta de hoja en estos momentos.
Enric Juliana, adjunto a la dirección de La Vanguardia con Víctor Guillot. Foto de David Posada.
De Turingia a Galicia. ¿Si Rueda pierde la mayoría absoluta en las próximas elecciones gallegas, sacará Díaz Ayuso la guillotina eléctrica en Madrid?
[Risas] Creo que si se diese esa situación, Feijóo asumiría un gravísimo riesgo porque habría perdido en un plazo de seis meses la posibilidad de gobernar España y Galicia. Sería un balance bastante catastrófico que abriría la puerta, no sé si a la implantación de una guillotina en la Puerta del Sol, pero sí a una crisis. La candidatura de Díaz Ayuso está emitiendo el “yo estoy aquí”, al menos, dos veces por semana semana. “Yo estoy aqui”, “yo podría ser”, son frases que escuchan los españoles como mínimo dos veces a la semana, todas las semanas. “Podría ser yo”, “¿Os gusta más lo que digo yo que lo que dice Feijóo?”, así una semana tras otra, un mitin tras otro. En los discursos del PP, a lo largo de cuatro manifestaciones en Madrid, ella ha sido la protagonista. Si escuchas los discursos, la dinámica es siempre la misma. Feijoo hace su discurso y podemos decir que va aumentando el tono a medida que sus preocupaciones aumentan. Y el discurso de Díaz Ayuso es “yo estoy aquí”, “yo podría hacerlo mejor”, “yo digo cosas que no puede decir Feijoo”. Esta es la fatídica narrativa. Por lo tanto, si el PP pierde la mayoría absoluta en Galicia significaría un gravísimo quebranto para Feijoo. Lo que yo me pregunto es que pasará si el PP consigue retener la mayoría absoluta por la mínima. ¿Qué sucederá si de 42 pasa a 38 diputados? ¿La derecha madrileña lo considerará una victoria o un signo de debilidad? Este es el ambiente. Estas elecciones de Galicia son una prueba complicada para Feijóo.
Y en un contexto en el que el PSOE ha hecho cambios y planteado una estrategia tras la conferencia de A coruñña, con un Vox que busca reducir al PP recuperando la etiqueta de “la derechita cobarde” pero intentando no restar votos al bloque de la derecha.
La política del PP desde el 23 de julio hasta hoy pasa por tres fases. En la primera, hay un momento explorativo, un momento en que se empiezan a enviar señales en alfabeto morse a Bruselas. Se envían exploradores. Es el momento sublime en el que González Pons dice que Junts es un partido de tradición democrática, institucional, moderado, serio, independientemente de lo que hayan hecho cuatro o cinco de los suyos. Esto es en agosto. Fijémonos bien en esto porque en enero se los acusa de terroristas. Esto nos da la medida de la situación. Esa fase se ve interrumpida por José María Aznar que dice “por ahí no”, y entonces, antes de la investidura de Sánchez, se convoca una manifestación. “Por ahí no, lo que hay que hacer…”.
“El que pueda aportar que aporte, el que se pueda movilizar que se movilice”.
Efectivamente. Hay que organizar una movilización nacional permanente. Y luego hay todavía una tercera fase, cabalgando sobre el que “se pueda mover que se mueva” que es “y el que se pueda mover otro poco más, que se mueve también que tenemos elecciones en Galicia”. Se ha producido una mayor escalada. El hombre que decía en agosto que Junts era un partido de tradición democrática es el mismo hombre que dice ahora que el Tribunal Constitucional es un cáncer para la democracia. De agosto a enero. Bueno, ¿por qué se produce esta escalada verbal durante las últimas semanas? Porque lo de Galicia no está claro. Sucede que el PP necesita que Vox baje en los sondeos. Las encuestas le dan a Vox ahora mismo cerca del 3% o 4% en las elecciones de Galicia. Eso significa que Vox rasca voto del PP pero no lo convierte en diputados. Sucede que el PP necesita que Vox baje del 3% y parece ser que por ese motivo el PP eleva el tono, casi confundiendo su discurso con el discurso de Vox. ¿Cuál será el resultado de todo esto? Lo sabremos el 18 de febrero. ¿La sociedad gallega está muy pendiente de estas cosas? No lo sé.
Es curioso porque se rompe una tradición muy gallega basada en elecciones tranquilas y, valga la redundancia, materialmente muy gallegas. El PP quiebra su propia estrategia que, además, ha sido una estrategia ganadora verificada con 4 mayorías absolutas, lo que le podría pasar una factura enorme a Alberto Nuñez Feijóo.
Es cierto. Rompe su propia táctica. Es, además, una dinámica en la que no ves que Alfonso Rueda aporte nervio. Veo un candidato del PP muy desdibujado por estas pulsiones. La tradición gallega es votar a un conservadurismo no muy ideológico que quiere que las cosas de Galicia se deciden en Galicia. Vale más Feijóo conocido que Beiras por conocer ha sido la tónica habitual. En cambio, ahora Galicia se convierte en el escenario de la política nacional. Veremos.
La desestabilización del Estrecho de Bab-el-Mandeb, La puerta de las Lágrimas, ha obligado a modificar el tráfico marítimo. Los buques mercantes y también los petroleros y metaneros han dejadp de surcar las aguas del Mar Rojo y ahora se otean desde el Cabo de Buena Esperanza. Las previsiones a medio plazo es que de mantenerse esta situación se producirá un incremento de la inflación. Por otra parte, esta nueva situación ha puesto en jaque el papel internacional de Pedro Sánchez y del ministro Albares. La puerta de las Lágrimas ha definido su protagonismo en la esfera internacional . ¿Hasta qué punto todo esto generará nuevas dinámicas políticas en España?
Estamos en una situación en movimiento que no ha terminado. Hay un instituto italiano, ISPI, que ha cifrado en dos puntos la subida de la inflación en la UE si la crisis se mantiene más tiempo. El tráfico por el Canal de Suez ha disminuido entre un 45 y un 50%. La mitad de los barcos que cruzaban Suez han dejado de pasar por allí. A estos cambios de ruta se han sumado los barcos petroleros y los buques metaneros. Esto es importante. Con un agravante para los países europeos: parece que los hutíes siguen discriminando los buques que atacan. Saben a quién disparar y a quién no. Los buques rusos y chinos, por el momento, no están siendo abordados ni atacados. La situación es la que es. Potencialmente, si los ataques continúan, se puede provocar un aumento de la inflación. A esto hay que sumar que las compañías navieras, según los datos que se tienen, están aumentando sus tarifas por encima de los sobrecostes que se generan con esta situación. Quiere decirse que las compañías están aprovechando el momento para ajustar mejor sus beneficios.
Lo publicasteis este sábado en La Vanguardia.
Así es. Por lo tanto, esta seguirá siendo una situación problemática si no se encuentra una solución. Si nos atenemos a lo que está sucediendo en Oriente medio no parece que sea una solución muy cercana por una razón: la escalada está aumentando. Esperemos que el ataque iraní contra los soldados americanos en Jordania no tenga una réplica por parte de la defensa norteamericana. La desescalada, relajar la situación, es difícil. El problema está ahí con visos de agravarse.
Víctor Guillot y Enric Juliana, adjunto a la dirección del diario La Vanguardia, en Gijón. Foto de David Posada.
¿Será similar su repercusión en las economías europeas? España ha crecido un 2,5% su PIB este año, fuera de cualquier previsión.
Será distinta en cada país. Habrá una repercusión general, que puede ser de incrementos del coste y, por lo tanto, de la inflación. Habrá que saber exactamente cuál es; y hay otra, más diferenciada: al alterarse las rutas de navegación, se produce también una alteración del rol de los puertos. Los puertos del centro del Mediterráneo y del Oriente, funcionando la ruta de Suez, son puertos muy importantes estratégicamente. Pensemos en Grecia y El Pireo. Si tu quieres enviar mercancías al este de Europa, los barcos atraviesan Suez, descargan en El Pireo y desde allí, en tren, se distribuyen las mercancías por los Balcanes, Macedonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría, hasta llegar a Polonia. Si quieres llegar al centro de Europa desembarcas en Trieste y las mercancías, por la tarde, ya están camino de Alemania. Pero si se cierra la ruta por el Canal de Suez, estos puertos del centro y del Mediterráneo oriental pierden peso porque por allí no pasa nadie, mientras gana peso la ruta occidental que es por África. Puesto que la ruta bordea el Cabo de Buena Esperanza, es una ruta más larga y, por lo tanto, tiene una mayor necesidad de trasbordar, de encontrar bases portuarias que sirvan de hubs de redistribución. Son puertos donde una mercancía pasa de un barco a otro y se redistribuye por los distintos destinos. Estos puertos del Mediterráneo oriental han quedado desencajados y en estas circunstancias, sabemos que los puertos de Marruecos están jugando muy fuerte con el Tánger Med. También sabemos que los puertos españoles del Mediterráneo occidental no están mal posicionados en esta dinámica provisional. Se está produciendo una basculación entre Oriente y Occidente. Esto es lo que está pasando. Un país como Italia, hoy está más nervioso que España porque a la problemática general, se añade que sus puertos están perdiendo mucho tráfico. Ellos exportan mucho a Extremo Oriente y las exportaciones al Extremo Oriente se van a encarecer porque sus trayectos van a ser mucho más largos para llegar a China. A su vez, si ellos reciben gas licuado de Qatar, será también más caro porque el trayecto también lo será. Es un mal escenario.
¿Y España?
España no se queda en absoluto a salvo. También sufrirá el encarecimiento, pero su ubicación más occidental le permitirá que sea mejor compensada. De momento no hay datos que indiquen que en los puertos españoles se haya producido una merma comercial. Veremos.
¿Y desde el punto de vista diplomático e internacional?
La UE debe decidir si pone en marcha una misión específica en la que España ya ha dicho que no quiere participar. Veremos en qué condiciones se activa y cuándo y, según la escalada, que es un factor que está ahí, también veremos qué perfil tiene todo esto. ¿Para el gobierno de España esto es un reto? Claro. Lo será si el problema se acentúa y los demás países deciden actuar. Quedarse al margen puede enviar un mensaje muy claro a la opinión pública española respecto a la política del gobierno pero a la vez puede generar ciertas dificultades en la negociación con los demás países europeos. Este mes de febrero y marzo serán muy importantes a este respecto.
Todo pasa al mismo tiempo en todas partes. Mientras se alteran las rutas marítimas del mundo, con la crisis de La Puerta de las Lágrimas, en España, desde hace un tiempo, se vienen configurando dos bloques económicos definidos por el Corredor Atlántico y el Corredor Mediterráneo que han propiciado cierta tensión en el marco de la economía española analizada desde un punto de vista territorial. A eso se suma la apuesta de Portugal por estar mejor conectada a Oporto y a Algeciras que a Madrid. Hace unos meses, los empresarios mediterráneos exigían, incluso a través de un anuncio en televisión, mayor compromiso del gobierno de España con el Corredor Mediterráneo. Los presidentes autonómicos del Atlántico replicaban con una cumbre. ¿Sendos corredores compiten o se complementan?
Sería un grave error que en España convirtiéramos la cuestión territorial en un enfrentamiento entre el Corredor Atlántico y el Corredor Mediterráneo. El problema es que se ha abusado del sistema radial y se sigue abusando. España no necesita conexiones radiales sino periféricas que pongan en contacto sus territorios del litoral con el resto de Europa. Ha habido declaraciones que daban a entender que todo lo que se hace en el Corredor Mediterráneo supone una merma al Corredor Atlántico. No es cierto. Son complementarios y necesarios. Los portugueses lo han entendido muy bien. Nos han enviado una señal muy clara. A mi no me interesa conectarme prioritariamente a una red que absorba mis energías y las traslade al centro de España. Quiero que haya un aeropuerto internacional en Lisboa, dar prioridad a la alta velocidad entre Lisboa y Oporto y desde Oporto conectarme por arriba con Galicia y por abajo con Andalucía. Después hablaremos con Madrid. Esa es la estrategia portuguesa. Primero robustezco mi articulación y después me conecto con el centro peninsular que es muy potente. Si me conecto antes, mis capacidades serán básicamente absorbidas por ese centro. Ese es el mensaje que ha enviado Portugal. Lo que hay que hacer es desarrollar los dos corredores porque son complementarios. Y hay que desarrollar la conexión con Algeciras. Si Marruecos se fortalece como hub portuario, ya lo están haciendo, serán un serio competidor para los puertos españoles. Tanger Med ya tiene más tráfico de contenedores que Algeciras, que Valencia y que Barcelona y ahora están construyendo otro puerto comercial: Nador. Está claro lo que están haciendo. El hub de Gibraltar puede generar una zona de dinamismo económico al lado de Ceuta y de Melilla. Eso tiene un significado político a 25 años vistas.
Y Marruecos dispone ahora de unas relaciones con EEUU excelentes.
Claro. Si tu tienes unas zonas portuarias fuertes, puedes atraer inversiones industriales allí. La fábrica se ubicará al lado del puerto. Es evidente que España tiene que hacer una apuesta fuerte en Algeciras. ¿Y como lo conectas? ¿Por Madrid? ¿Por el Corredor Mediterráneo? Es lo que tenemos que responder. El problema es que la apuesta de fondo fue una apuesta muy radial. En cambio, el Corredor Mediterráneo ha tenido un efecto muy positivo. Ha roto esta tendencia y ha expresado que hay otra manera. Pienso que la manera de reivindicar una mayor premura de las conexiones del Corredor Atlántico está en recorrer esa filosofía y no tanto en enfrentarse al bloque mediterráneo.
Es una estrategia equivocada que pone de relieve la capacidad que tiene Madrid para atraer inversores de Venezuela, mayormente, y de Colombia. Pero las dinámicas económicas de los últimos años expresan una realidad curiosa. El sistema nervioso industrial de España está en el norte, en el Atlántico, y también en el Mediterráneo, mientras que la riqueza de Madrid comienza a parecer un punto de atracción de grandes capitales cuya mayor virtud gravita sobre un territorio de una enorme laxitud tributaria y una poderosa energía financiera.
Tampoco veo que se tenga que suprimir Madrid. No se trata de desequilibrar. Madrid es fuerte y seguirá siéndolo. No debemos obsesionarnos con Madrid. Madrid está ahí. Y me parece importante hacer comprensible para el país que si además de tener Madrid como capital fuerte, tiene otros nódulos fuertes, a todos nos irá mejor. No me refiero únicamente a Barcelona, sino también a Valencia, Málaga.
Enric Juliana, adjunto a la dirección del diario La Vanguardia, en Gijón. Foto de Víctor Guillot.
Y yo me refiero también a Gijón, y a La Coruña. En el caso de Gijón se dispone de dos regasificadoras que la guerra de Ucrania ha revalorizado en el nuevo mapa energético.
Los imprevistos generan nuevas dinámicas. La guerra de Rusia supuso que, de golpe y porrazo, Europa debía dejar de prescindir del gas ruso. Quizá no valorábamos las regasificadoras hasta ese momento. De repente, España tiene 8 plantas de regasificación en su litoral que se han convertido en algo importante. España recibe gas de diferentes procedencias y no tiene una situación tan angustiosa. ¿Se debía haber hecho esta infraestructura pensando en una guerra?, pues posiblemente no. Pero la situación es la que es. Son los cisnes negros. Un día pasa algo que no estaba previsto, que rompe esquemas y que genera nuevas dinámicas. Algo está pasando en Gaza y en Oriente Medio y a lo que estamos asistiendo, primero sucede en Gaza pero después sus efectos se están expandiendo, se están abriendo a otros escenarios de manera que ahora estamos pendientes de que EEUU envíe bombarderos a algún lugar pensando en la réplica a la muerte de sus soldados. De golpe y porrazo, los cisnes negros. Esto te estrangula la mitad del tráfico del canal de Suez y cambia, aunque sea provisionalmente, todas las rutas de navegación por mar en el Mediterráneo y entonces aparecen otra vez los cisnes negros: los puertos marroquís están bien ubicados en esa nueva dinámica. Pues ante eso, necesitamos un país con una articulación territorial equilibrada. Por tanto, no veo necesaria esa competición. Es una estupidez ponerse a discutir la prevalencia del Corredor Atlántico o la prevalencia del Corredor Mediterráneo
Yo tampoco lo veo, pero hace menos de un mes he visto una campaña publicitaria de los empresarios valencianos reclamando al gobierno de Sánchez más celeridad en la ejecución del Corredor Mediterráneo. Me ha parecido algo inédito, reseñable, entre otros motivos porque nunca había visto una campaña así en televisión.
Es muy interesante, porque los empresarios están diciendo “no soy un partido político, somos los empresarios valencianos”
“y quiero que además lo sepan todos los españoles”
Ese es el punto. Porque es una cuestión española.
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