miércoles, 31 de enero de 2024
Visiones de Oviedo....
Los paisajes de Oviedo: instrucciones para montar la capital de Asturias
28·01·24 | 04:00
Gaspar Fernández, en el Campo San Francisco de Oviedo.
Gaspar Fernández, en el Campo San Francisco de Oviedo.
Gaspar Fernández. Profesor jubilado Geografía Humana de la Universidad de Oviedo. Gaspar Fernández, sierense y vecino de Oviedo, es el director de la reciente publicación "La ciudad despierta" (Ed. Delallama"), que repasa la evolución urbanística de Oviedo desde 1858 con apoyo del fondo fotográfico del Muséu del Pueblu D’Asturies
El geógrafo Gaspar Fernández Cuesta, profesor jubilado de Geografía Humana de la Universidad de Oviedo, es el director de uno de los libros más interesantes publicados recientemente sobre la capital asturiana: "La ciudad despierta. Memoria gráfica de Oviedo (1858-1978)”", un volumen de Delallama Editorial con la aportación de destacados geógrafos especialistas en la ciudad y el apoyo del fabuloso fondo fotográfico del Muséu del Pueblu D’Asturies. Fernández Cuesta, autor de otros trabajos sobre la construcción histórica de la ciudad de Oviedo, desgrana a continuación cómo se fueron conformando y sucediendo los distintos paisajes que hoy componen la ciudad de Oviedo:
"La ciudad es un producto histórico. A lo largo de la historia de una ciudad, que es única e irrepetible, se van configurando sus diferentes piezas. En la historia de las ciudades españolas, y también europeas en gran medida, hay dos grandes etapas. La primera llegaría desde su fundación hasta aproximadamente mediados del siglo XIX, cuando comienza una auténtica revolución urbana. La segunda etapa sería desde 1850 hasta la actualidad. La mejor forma de entender la revolución que se produce a partir de mediados del siglo XIX es pensar que en sus primeros mil años de historia Oviedo solo fue capaz de generar una ciudad circunscrita al ámbito del casco histórico, mientras que en los 150 años siguientes creció unas 15 veces más de lo que había crecido durante los mil años anteriores".
Cuando todo se multiplicó
"Hay una revolución urbana cuya causa es la revolución industrial, que multiplica la capacidad para producir riqueza, mercancías… Esto provoca otra serie de revoluciones añadidas. La primera, demográfica. También la agraria y la urbana. Todas ellas no se pueden explicar individualmente. No podría haber habido una revolución urbana si previamente no hubiera habido una revolución demográfica, si no hubiésemos sido capaces de reducir drásticamente las tasas de mortalidad. Y eso se logró también a través de la revolución agraria básicamente. En Europa, a finales del siglo XVIII, más del 80% de la población se dedicaba a la agricultura. Para que vivieran 100 personas era necesario que 80 se dedicaran a producir alimentos. Hoy día, menos de 1% de la población es capaz de satisfacer las demandas de alimentos de todos".
"La mayor parte de la población, que va a crecer a partir de ese momento, se va a instalar en las ciudades. En España, esa etapa que se inicia a mediados del siglo XIX se puede dividir, a su vez, en dos periodos. Uno que transcurre aproximadamente desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX y otro a partir de ese momento, cuando se produce un hecho fundamental para explicar por qué va a cambiar la ciudad: la aprobación de la primera ley del suelo de 1956".
Ciudad burguesa
"En el primero de esos períodos se construye lo que se ha venido en llamar la ciudad burguesa. La impulsa fundamentalmente la burguesía, que intenta hacer una ciudad a su medida, a mayor gloria de ella misma y para su propia satisfacción. Para construir la ciudad burguesa, la burguesía va a utilizar dos tipos de instrumentos complementarios. Por un lado, las leyes de reforma interior y por otro lado, las leyes de ensanche de las poblaciones. Se llegan a promover hasta tres leyes de ensanche durante la segunda mitad del siglo XIX".
"¿Para qué están concebidas las leyes de reforma interior? Para adaptar el casco histórico a las necesidades de la nueva sociedad industrial. ¿Por qué? Un ejemplo lo deja claro. Uno de los elementos fundamentales de la ciudad histórica es la muralla. ¿Sabes lo carísimo que podía ser construirla y mantenerla para una sociedad preindustrial? Así que una vez construida, la muralla tenía que perdurar y el espacio intramuros tenía que aprovecharse al máximo. Eso explica, entre otras razones, que dentro de los cascos históricos el entramado urbano sea extraordinariamente intrincado. Había que aprovechar el espacio. Las calles eran estrechas y los edificios tendían a crecer en superficie a medida que crecían en altura, haciendo que los pisos sobresalieran. Ejemplo, el edificio de La Pongueta, en la Corrada del Obispo".
La plaza del Ayuntamiento hacia 1905 y a la derecha el jueves pasado./ "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
Sanear
"Toda esa trama urbana, una vez que empieza la industrialización, no sirve. Porque una de las características fundamentales de la era industrial es la movilidad. Además las ciudades preindustriales eran muy insalubres. Había que sanearlas. Y sanear las ciudades suponía abrirlas. Se hacía necesaria una reforma interior. Es decir, tomar una serie de medidas que sirvieran para acomodar la estructura heredada a las nuevas necesidades de la sociedad industrial”.
"Resultado de la reforma interior de Oviedo fueron la apertura de la plaza de la Catedral, que tuvo, hasta la década de 1930, una gran manzana en su interior con una plaza porticada situada frente a la fachada principal de la Catedral o, ya en la posguerra, la de la plaza de Longoria Carvajal".
"La llegada a la ciudad de cantidades ingentes de personas, como nunca antes había ocurrido, provocó su crecimiento y para organizarlo se utilizaron las leyes de ensanche. Por ejemplo, La Arena, en Gijón, es un ensanche. En Oviedo sin embargo no existe un ensanche propiamente dicho aunque sí un ámbito urbano de características similares, con trama en retícula y manzanas cerradas. Es el barrio de Uría y sus aledaños, un ensanche de libro, pese a no ser el resultado de un plan conjunto".
"Lo que sería el espacio burgués de Oviedo correspondiente a la zona de ensanche es el resultado de muchas parcelaciones diferentes. Una de las más importantes fue la que afectó al convento de San Francisco. El edificio conventual estaba situado aproximadamente donde hoy está el Palacio de la Junta General del Principado. La huerta del convento es el Campo de San Francisco".
"El Campo hoy ocupa un lugar central, realmente es el centro de la ciudad. Una vez que se derriba el convento, esa parcela se urbaniza y da lugar a cuatro manzanas que son el espacio más noble de la ciudad y uno de los más espectaculares desde el punto de vista paisajístico. Está el Banco de España, hoy la presidencia del Principado; el Palacio de la Diputación, hoy Junta General; y el edificio del Herrero, estos dos últimos con sus cúpulas. Es una zona de una calidad arquitectónica francamente excepcional".
"Ahora bien, los ensanches solo cubrieron una parte de las necesidades de suelo provocadas por el crecimiento de la población. Las clases más humildes fueron relegadas a la periferia, y a veces se construyeron grupos de viviendas específicos para ellas. Por ejemplo Fozaneldi o Guillén Lafuerza, construidas conforme al ideario de las ciudades jardín".
"Una de las características de la ciudad que nace en ese momento es que en su parte central tiene una calidad media arquitectónica muy alta. Además, así como la uniformidad del casco antiguo, en comparación con lo que ha quedado en otras ciudades de España, hace que hoy tenga un gran valor absoluto, yo creo que dentro de 100 años podremos decir lo mismo de la ciudad burguesa de Oviedo, de la ciudad de la ronda interior, precisamente por su uniformidad y por la calidad de sus edificios. En el Gijón industrial, sobre todo en la época del desarrollismo, se construyeron torres, a veces de mal gusto, que rompieron el centro histórico. En Oviedo ocurrió en mucha menor medida y se mantuvo mejor el patrimonio heredado. Y eso que se derribaron auténticas joyas. A pesar de los derribos de la revolución del 34 y de la Guerra Civil, en el Oviedo de hoy, en el centro, es difícil encontrar una calle en la que tú mires y digas: qué desastre. Los edificios que se hacen en esa zona de la ciudad tienen una estética muy digna"
El paseo de los Álamos hacia 1910 y a la derecha el pasado jueves. "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
La ciudad pensada
"En España, en la década de los años cuarenta del siglo XX, todavía se aprueban algunos ensanches o ‘proyectos de urbanización’, como ya se llaman entonces. Y uno de ellos se hace en Oviedo. Es el proyecto de urbanización de Valentín Gamazo, de 1941. Después tendremos el primer Plan General de Ordenación urbana de la ciudad, de Javier de Mesones, de 1967, once años después de aprobarse la primera Ley del Suelo en España. El Oviedo actual es, en buena medida, fruto del plan de organización de Valentín de Gamazo y del Plan General de Ordenación Urbana de Javier de Mesones. Sería imposible entender el Oviedo actual sin esos dos planes. El que los analizase en su momento tendría que decir que fueron un fracaso, porque entonces sus logros fueron muy pequeños. Ahora bien, una cosa fue lo ejecutado en el momento y otra cosa lo planificado. Y la mayor parte de lo que se hizo después siguió, en gran medida, las propuestas de esos dos autores".
"El plan Gamazo, aunque no se llame ensanche, bebía de las fuentes de los ensanches decimonónicos, pero también incorpora elementos nuevos, como la edificación en abierto o la zonificación. Algunas piezas urbanas heredadas del plan de Valentín Gamazo son: toda la zona que hoy está entre las calles Calvo Sotelo, González Besada, Pérez de la Sala, Pérez de Ayala, la Plaza de la Gesta y la Plaza de España. O el entorno de la calle Arzobispo Guisasola. El barrio de Santo Domingo quedó absolutamente destruido en la Guerra Civil. Lo que hace el plan de Valentín Gamazo es reordenarlo; abre Arzobispo Guisasola y ordena la zona. Hay una pequeña diferencia con lo que hoy existe: definía cuatro manzanas en el espacio que hoy ocupa El Campillín. Pero, a fin de cuentas, el parque tiene las dimensiones de esas cuatro manzanas".
"Otra de las cosas que hace Gamazo es definir la entrada a Oviedo desde Gijón. Porque las calles Víctor Chávarri y García Conde están abiertas sobre solares antes ocupados por edificios que hubo que tirar. Y en general define toda la ronda interior de Oviedo, incluida la ronda sur, la calle Muñoz Degraín, etc".
La Plaza de Riego y la Universidad hacia 1900 y a la derecha el pasado jueves. "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
Mesones
"El plan general de 1967 de Javier Mesones se aprueba conforme a los contenidos de la primera Ley del Suelo, con la que se quiere promover un urbanismo de características muy distintas al completado en los ensanches. Aquí hay dos conceptos básicos: el del polígono y el de la división funcional de los usos del suelo. Se separa el uso industrial del uso residencial, por ejemplo. Los ensanches en absoluto lo hacían. En el ensanche de Barcelona, que sirve de modelo para la mayoría de ellos, en los patios de manzana del ensanche hubo infinidad de fábricas, y eso a pesar de ser el espacio burgués por excelencia”.
"El plan termina también con el concepto de manzana cerrada y trama en cuadrícula. Se empieza a utilizar el concepto de polígono. Un ejemplo muy característico es, en Gijón, el polígono residencial de Pumarín. Las manzanas son irregulares. No tienen por qué ser regulares. Y la mayor parte de los viales son de acceso a las viviendas que se encuentran dentro del polígono, no son de circulación general. Además, la edificación no es cerrada, se proyectan grandes bloques exentos en el interior de las manzanas. Lo que se busca es mejorar la higiene y la ventilación, las vistas".
El edificio histórico de la Universidad tras la revolución del 34 y a la derecha el pasado jueves. "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
Polígonos
"En Oviedo, incluso antes de aprobarse el Plan General de la Ordenación Urbana de Mesones, el Ayuntamiento aprueba la construcción de algunos polígonos cuyo diseño y cuya morfología ya respondían a los principios de la carta de Atenas, difundida por Le Corbusier, que propugna la edificación abierta y la división funcional. Y hay dos fundamentales: el polígono de Buenavista y el de Ventanielles, que en ese momento estaba fuera de la ciudad. Uno para la burguesía y otro para la clase obrera. Son completamente distintos. El de Buenavista, que iría desde Santa Susana hasta el Cuartel de la Policía tiene dos zonas perfectamente diferenciadas. Están separadas por la calle Hermanos Pidal. En la más cercana al centro, el tamaño medio de las viviendas supera los 150 metros y en la parte más alejada bastantes menos, además en ella predominan las torres".
"También, se definen con más precisión y en mayor cuantía los equipamientos. Por ejemplo, se multiplican las zonas verdes y los polígonos ya tienen amplias zonas ajardinadas. Además tienen una manzana específica para concentrar los servicios. Fruto de esa política, por ejemplo, es la manzana de Llamaquique en el polígono de Buenavista, en la que están las consejerías del Principado, los juzgados y el palacio de justicia. Allí se concentran todos los servicios del polígono. En contrapartida, los bajos de los edificios de viviendas no tienen bajos comerciales, pues se defiende la división funcional del espacio".
Expansión
"El plan de Mesones también definía buena parte de las áreas de expansión actuales de la ciudad. Define la expansión a Montecerrao, aunque no con su callejero, hacia El Cristo, La Florida y los Catalanes. Define también el espacio industrial del Espíritu Santo, el polígono de Otero o el barrio de La Argañosa. La calle de Valentin Masip no estaba prevista en el plan, es fruto de un plan parcial. El único gran espacio urbano de expansión actual que realmente no estaba incluido en el plan es el barrio de La Corredoria".
"Mesones también plantea continuar con la reforma interior para ajustar el trazado heredado a las necesidades de la sociedad en ese momento. Y a partir de ahí, años después de la aprobación del plan, se ejecutaron algunas operaciones urbanísticas muy importantes: el derribo del matadero y del hospital militar y la operación del Cinturón Verde, muy importante, pues da lugar a nuevas piezas urbanas, como la zona del Vasco, o al soterramiento de las líneas de tren. También la zona del Milán, del antiguo cuartel, hoy convertido en facultades, donde una vez perdido el uso militar se genera un pequeño ensanche".
La calle hoy llamada Martínez Vigil en 1895 con la torre de la catedral al fondo, y la misma calle el jueves pasado./ "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
Peatonalización
"En mi época de estudiante recuerdo a Oviedo como una ciudad triste… negra. Una situación que cambia de forma radical con la peatonalización (años 90 del pasado siglo XX). No es que se inventara nada entonces, pues ya era común en las ciudades europeas, y también en algunas españolas. Pero hay que tener en cuenta que el cambio paisajístico que provocó es absolutamente espectacular. Antes de las peatonalizaciones, en Oviedo, los árboles solo existían en calles como Toreno, Cervantes y poco más. También eran pocas las aceras transitables. Oviedo era una ciudad en la que no se podía pasear. Las aceras eran muy estrechas, como la mayoría de las calles, y el tráfico muy intenso".
"Hay que tener eso en cuenta. Ahora no estoy hablando del crecimiento de la ciudad, pero sí de la percepción y, por lo tanto, del paisaje. Hay gente que critica lo que se hizo en época de Gabino de Lorenzo porque consideran que se abusó de los elementos decorativos, y es cierto probablemente que eso haya pasado muchas veces, pero también es cierto que el cambio paisajístico y de costumbres que provocó fue, además de brutal, bueno para los ciudadanos. Y la clave de todo fue la peatonalización. Y del adecentamiento general que la acompañó, por supuesto".
Más valor
"Fui profesor de Geografía Económica cuarenta años y todavía me acuerdo de los comentarios que hice en el aula cuando comenzó la peatonalización y protestaban muchos comerciantes. Les explicaba a los alumnos que la rentabilidad de un local depende de la cantidad de renta que pasa por delante del escaparate y que lo que consigue la peatonalización de las ciudades es que por delante de los escaparates la renta que circula se multiplique. Luego que las protestas no eran muy razonables. ¿Por qué? Pues porque la peatonalización generaba plusvalías que rentaban fundamentalmente en el comercio".
"Las peatonalizaciones demostraron una cosa: que la ciudad es mucho más habitable peatonalizada que con coches. Y demostraron otra cosa: que a la gente no le cuesta caminar dentro de sus ciudades, como pensábamos antes. Por eso la peatonalización se podría extender perfectamente a buena parte del espacio que delimita la ronda interior. Haría la ciudad más habitable. Eso sí entendiendo que peatonalizar no es prohibir absolutamente el tráfico, y que para hacerlo habría que construir antes la ronda norte. Otra cosa de la que ya hablaba, si no recuerdo mal, el plan Mesones"
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El templo de Santullano hacia 1910 y, a la derecha, el pasado jueves. "La ciudad despierta" / Muséu del Pueblu D’Asturies/David Cabo
Apunte final: ¿un nuevo centro?
"La sociedad ovetense consideró siempre que la zona noble de la ciudad era la alta, de Uría para arriba. Quizá porque era una zona más aireada, más soleada que la llanada situada hacia el norte, donde eran frecuentes las nieblas, aunque que ahora haya menos. Sin embargo, todos los intentos que se hicieron para llevar el centro de Oviedo hacia el sur, hacia arriba, fracasaron: el centro comercial de Llamaquique o el Calatrava son buenos ejemplos. Sin embargo, algo de menor entidad en teoría como es el proyecto del Vasco parece que va a conseguir mover el centro hacia el norte. Tiene mucha vitalidad".
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