sábado, 20 de enero de 2024
Y en el trasfondo una Máxima.La I.A.nos abrirá en canal....RECOMENDADO
Sánchez y el Ibex en Davos, la IA y la desigualdad
Por
Enrique Del Teso
20 enero 2024
Allá por el 92, acercándose el final de la primera legislatura de Carlos Ménem, Felipe González le dijo que su gestión había sido buena para Argentina y que ahora le tocaba hacer una gestión buena para los argentinos. Ménem dijo que incluiría esa frase en su mensaje electoral. En lógica se distinguen las totalidades de las clases. Las totalidades tienen partes y lo que es verdad del todo no lo es de las partes. Que un coche pese 1500 kg no quiere decir que el volante pese 1500 kg. Las clases, en cambio, tienen elementos y lo que es verdad de la clase lo es de cada elemento. Si es verdad que los coches tienen cuatro ruedas, debe ser verdad que cada coche particular tiene cuatro ruedas. Y es que cuando se dice «España» hay que distinguir si hablamos de los españoles como un todo o como una clase. En el primer caso, como un todo, cada español es una parte de España y podría ocurrir que España se haga más rica y los españoles sean más pobres, como un coche puede pesar 1500 kg y su volante no. Si pensamos España como la clase de los españoles, no podrá ser que España sea más libre y los españoles estén más oprimidos. Precisamente esos espadones seniles que se hacen llamar «Reales Tercios de España» condecoraron a Ayuso por la mayor libertad de Madrid, aunque pierdan libertades las mujeres, los homosexuales, los artistas y las capas humildes cada vez más pobres. Cualquiera les explica a esos uniformados estrafalarios de tebeo que es una confusión lógica tomar a Madrid como un todo para hablar de libertad. En la película Hormiga Z, el malo quería ahogar a todas las hormigas menos a la reina (y a él), para iniciar una estirpe más robusta. Era por el bien de la colonia. Y Z decía «¿qué quiere decir? Nosotros somos la colonia.» La misma discusión lógica. Z quería ser elemento, y no parte, de la colonia y por eso no entendía cómo sería más fuerte la colonia muriendo las hormigas de la colonia. Lo de Argentina y los argentinos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Foro de Davos, esta semana.
En el foro Davos se volvió a juntar mucha gente para hablar de colonias y hormigas. Llamó la atención el aparte que tuvo Sánchez con los hombrones de las grandes empresas del Ibex (al faltar Ana Botín, las fotos solo recogen varones muy circunspectos). Una baba invisible envolvía al presidente y a los empresarios para que resbalasen sin rozar ni profundizar en nada, como si se respetasen, no tocaba bronca. Hubo quien vio ceñudos y de gesto severo a los empresarios. A mí la estampa me recuerda más a la reunión de familias convocada por don Corleone tras reponerse del atentado, una de esas escenas en las que lo que ocurre no tiene nada que ver con lo que se habla. Y Sánchez habló de la Inteligencia Artificial, en plan evasivo, como cuando se habla del tiempo en el ascensor. En realidad, la IA apunta al corazón de nuestra organización social, de nuestros derechos y de la democracia. Se pueden leer muchas cosas sobre la IA. Si lee líneas en las que aparecen expresiones como «desafío», «oportunidad», «productividad» y «formación», es muy probable que el texto que le dio Google sea un truño de algún banco o alto empresario, o de algún listillo de medio pelo dando la pelma con topicazos sobre innovación y adaptación a los tiempos. Los gurús interesados dirán que desaparecerán empleos, pero aparecerán otros diferentes que requerirán adaptación y formación; ese tipo de palabras. Y claro que es verdad, por lo que ya podemos conjeturar el tipo de empleos que desaparecerán absorbidos por máquinas, pero no podemos ni imaginar las nuevas tareas que existirán. Pero lo que es un engaño es pretender que unos empleos se van y otros llegarán. Habrá mucho menos trabajo y, como el cambio climático, las consecuencias sociales son inminentes. El desgarro social actual puede abrirse hasta hacer imposible una sociedad estructurada.
Tenemos una estructura social que crea desigualdad hasta el punto de que un puñado de ricos extremos manifiesta su preocupación en cada reunión de Davos. Piden que se graven con nuevos impuestos a las fortunas, pero no porque sean socialistas ni filántropos. Temen una desagregación social límite. La propaganda machacona pretende que el que los ricos sean más ricos es creación de riqueza, que los gastos sociales son insostenibles y que el alivio de los más débiles daña la competitividad. Todavía podemos recordar la matraca de cuántos puestos de trabajo destruiría la subida del salario mínimo. Las piezas están dispuestas para que la riqueza se concentre donde ya hay riqueza, cada vez haya más gente desprotegida y la igualdad de oportunidades sea una broma pesada. Ya oímos a Ayuso y a Milei pregonar lo horrible que es la justicia social y cuánta pobreza habría en una sociedad justa. La jungla sería el modelo de libertad: oligarquías, títeres de los oligarcas y población a granel superviviente. La idea es que esa población superviviente crea que cualquiera puede ser rico, no todos, pero sí cualquiera y todos crean tener alguna opción de ser ese cualquiera, y todos acepten la fatalidad de no serlo, como se acepta que no te toque la lotería del Niño.
El informe de Oxfam Intermon vuelve a poner a España a la cabeza de la desigualdad social en la Europa occidental. Nos superan solo algunos países del este: Bulgaria, Lituania, Letonia y Rumanía. El coeficiente de Gini mide la desigualdad entre el 0 y el 1. El 0 sería el caso límite en que todos tuvieran exactamente la misma riqueza. El 1 sería la desigualdad límite en la que un solo individuo tuviera toda la riqueza. España mejoró algo ese coeficiente, pero sigue por el 32, más de 10 por encima de los países más igualitarios. El mecanismo es global. Los 5 individuos más ricos del mundo duplicaron su fortuna en tres años. Cada nueva crisis aumenta la desigualdad por clase, género y raza. La propaganda dispara la admiración por el rico y el desprecio al pobre. El pobre cada vez más es un mantenido parásito. La palabra «subvencionado» es el insulto más repetido. Arabia está exhibiendo cómo el cultivo de la fascinación por la riqueza puede banalizar la violencia, el crimen, la segregación y la dictadura férrea. El reciente fichaje de Nadal es parte de esa propaganda (Nadal, por cierto, puede hacer lo que quiera y no hace nada más bajo que lo que hacen nuestros gobiernos con los mismos países; eso no quiere decir que, puesto que lo que pagan es su influencia para trasladarnos un mensaje, no podamos confrontar ese mensaje y su actitud moral, igual que confrontamos la actitud moral de nuestros gobiernos).
El Hotel Espacial Hilton de la obra maestra 2001 Space Odissey. de Stanley Kubrick.
La inminencia del despliegue de la IA va a acentuar todo esto. Tenemos una sociedad desagregada y la IA la va a abrir en canal. Es curioso el informe que da Copilot, la IA de Microsoft, cuando se le pregunta por el impacto de la IA. Responde con un texto a partir de la lectura comprensiva de diversas fuentes. El resultado es un texto aparentemente bien construido, pero donde los párrafos parecen apuntar en direcciones opuestas. Habla de cambios en la forma de trabajar, de formación necesaria para esos cambios y de nuevos puestos de trabajo en sustitución de los que desaparecen. Pero luego dice que un treinta por ciento de los empleos puede verse afectado y que acentuará la discriminación por género o raza. Los algoritmos (dice la IA, no yo) son entrenados por personas que tienen su cultura y prejuicios, que serán amplificados por el poder de este sofisticado software.
Imagen de la película 2001 Space Oddisey de Stanley Kubrick.
No se puede parar la IA ni intentarlo. Hay que cambiar el juego social. Hay que poner las piezas para trabajar menos sin ganar menos. No es la sopa boba, es repartir, es que la mayor productividad no se la queden los de arriba, sino que llegue a los demás. Hay que ir pensando en retener derechos (como jubilaciones) desligándolos del trabajo, puesto que habrá menos trabajo. Hay que poner esos impuestos a las altas fortunas y fortalecer servicios públicos. La estructura generadora de desigualdad partirá en pedazos la sociedad con lo que ya casi está aquí. Algunos mega ricos ya lo temen. Muchos defendemos programas progresistas porque nos parecen más justos. Enseguida, será porque son los únicos viables y compatibles con la democracia. Hay que ir repitiendo que la colonia somos nosotros.
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