NOS ESTÁN DESTROZANDO LAS PENSIONES
Por Luz Rodriguez, Doctora en Derecho, Secretaria Ejecutiva de Empleo del PSOE y miembro deEconomistas Frente a la Crisis EFC
En mi opinión, llevamos años asistiendo a un debate sesgado sobre nuestro sistema de pensiones. Un debate de tinte economicista, según el cual el nivel de las pensiones depende de los ingresos que obtenga por cotizaciones la Seguridad Social. De este modo, cada vez que las cotizaciones caen, por la razón que sea, se abre la puerta a una posible bajada de las pensiones con el argumento de que, caídos los ingresos del sistema, deben caer igualmente los gastos en prestaciones.
Es claro que otro enfoque y otra política son posibles. Para empezar, en lugar de preguntarnos cuánto hay en la caja de la Seguridad Social para saber cómo de elevadas deben ser las pensiones, deberíamos cuestionarnos sobre cuál es el modelo de protección social que estamos dispuestos a darnos y asumirlo como sociedad para, una vez habido un consenso social al respecto del mismo, encontrar las fuentes de financiación con las que sostener económicamente ese modelo.
Sin embargo, como estamos inmersos en la lógica economicista, el Gobierno del Partido Popular ha encontrado el contexto más favorable para operar su política de reducción de las pensiones. No lo digo yo, se lo han dicho ellos mismos a la Unión Europea. Según la Actualización del Programa de Estabilidad 2015/2018, la inversión en pensiones será del 12,3% del PIB en 2050, la habida en 2013 ha sido del 11,8%, es decir, prácticamente la misma en ambas fechas (las separan cinco décimas). Ahora bien, mientras que el 2013 el porcentaje de personas mayores de 64 respecto de la población en edad de trabajar fue del 26,8%, en 2050 será el 62,3%. En 2050, año en el que se jubilará la generación más numerosa de la historia de nuestro país, tendremos la misma inversión en pensiones que en 2013 para más del doble de pensionistas que en esa fecha. Una simple división arroja las consecuencias: las pensiones serán mucho más bajas. Esa es la política del PP.
Por cierto, antes de seguir, me gustaría advertir que, de acuerdo con Eurostat, la inversión de los países de la zona euro en pensiones fue, en 2012, del 13,8% del PIB, que Alemania destinó ese año una inversión en pensiones del 12,3%, Francia del 15,2% e Italia del 16,6%. Esto es, en 2050, cuando se jubile la generación más grande de la historia de España, nuestra inversión en pensiones no alcanzará siquiera los niveles que ya hoy tienen estos países de la zona euro (con los que habitualmente nos gusta compararnos) y la media de esta misma zona. Lo digo porque es importante retener este dato cuando, desde esa lógica economicista, hablemos de la sostenibilidad de nuestro sistema de Seguridad Social.
Una sostenibilidad que hoy el PP ha vuelto a poner en duda, al señalar la posibilidad de que las pensiones de viudedad y orfandad sean pagadas con cargo a impuestos y no a las cotizaciones a la Seguridad Social. Vaya por delante que los socialistas pensamos que es necesario un debate serio sobre la financiación de nuestro sistema de Seguridad Social. Que en ningún sitio está escrito que las pensiones deban pagarse únicamente con cargo a cotizaciones sociales y no deban y puedan utilizarse impuestos para financiar el sistema de pensiones que decidamos darnos en nuestro país. De hecho, en nuestro Programa Electoral llevaremos como propuesta una entrada de fondos procedentes de impuestos a la Seguridad Social para garantizar el pago de unas pensiones dignas hoy y en el futuro. Sin embargo, no podemos estar de acuerdo con la propuesta del PP.
Para empezar, porque los problemas de financiación que hoy pueda tener la Seguridad Social los está provocando la propia política de empleo del Partido Popular y su reforma laboral. Un ejemplo claro de lo que decimos: en el primer semestre de 2015, el número de cotizantes se ha incrementado en 681.083 y, sin embargo, los ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social han sido prácticamente irrelevantes, 639 millones de euros. Esto viene provocado por un modelo de empleo de contratos precarios (en lo que va de año se han firmado 10 millones de contratos temporales frente a poco más de 900.000 indefinidos) y bajos salarios (sólo en el último año la remuneración media por asalariado ha bajado 0,6 puntos). Con el PP, los trabajadores pobres de hoy serán los pensionistas pobres del mañana.
Como no hay recaudación suficiente por sus políticas de empleo, el PP ha esquilmado el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. En lo que va de legislatura, el PP ha sacado de la hucha de las pensiones 37.701 millones de euros (de 66.815 millones de euros que encontró a su llegada al Gobierno ha pasado a 39.520 millones de euros). Esto significa que el PP ha hecho que cada pensionista de nuestro país pierda 5.000 euros para el pago de su pensión.
A cambio ha subido las pensiones, en lo que va de legislatura, no un 9%, como se atrevió a decir en un eslogan electoral, sino un raquítico 3,75%. Con todo, lo peor es que el Gobierno del PP ha aprobado una ley (que los socialistas cambiaremos si los ciudadanos nos dan su confianza para gobernar nuestro país) que impide revalorizar las pensiones. Esta ley del PP, según los datos de la propia autoridad independiente que creó el Gobierno, hace que las pensiones vayan a perder poder adquisitivo a lo largo de toda esta década y que, como reconoce el propio Gobierno, vaya a suponer un ahorro en pensiones de 3,4 puntos de PIB cuando en 2050 haya que jubilar a la generación del baby boom. Menos dinero cuando tengamos más necesidades para pagar pensiones dignas a la generación que ha construido los cimientos democráticos de nuestro país.
Pues bien, para cambiar este estado de cosas, no puede dejarse a las viudas (en su gran mayoría son mujeres las que perciben esta prestación) y a los huérfanos y huérfanas, como pretende el PP, en un limbo dentro del sistema de Seguridad Social. Los socialistas no podemos estar de acuerdo con que se diga que se van a pagar con impuestos las pensiones de viudedad y orfandad. Y ello porque, en el momento que se señale una prestación para su pago con impuestos, esa prestación será vista –y expuesta públicamente- como la causante de los problemas de financiación de la Seguridad Social y enseguida se habrá abierto la puerta para expulsarla del sistema a fin de lograr estabilidad presupuestaria dentro de las cuentas de la Seguridad Social. Nosotros queremos complementar con impuestos las cotizaciones sociales y así pagar las pensiones. Pero todas las pensiones, sin marcar ni señalar con el dedo acusador a ninguna de ellas.
Y es que, además, las pensiones de viudedad y orfandad no son la mayor “carga” económica que tiene nuestro sistema de Seguridad Social, aunque sí las de los colectivos más vulnerables e indefensos (por eso estos “valientes” del PP se atreven a ir contra ellos). Algunos datos sobre pensiones de julio de 2015:
– El número de pensiones de viudedad es de 2,3 millones (las beneficiarias son en su mayor parte mujeres), la pensión media de viudedad 630 euros al mes y el importe total mensual de esta pensión de 1.485 millones de euros (suponen el 18% del gasto total del sistema).
– El número de pensiones de orfandad es de algo más de 339 mil, la pensión media de orfandad de 370 euros mensuales y el importe total mensual de esta pensión de 126 mil euros (suponen el 1,6% del gasto total del sistema).
– Frente a ello, las pensiones de jubilación sí representan el núcleo del modelo: se pagan más de 5,6 millones de pensiones de jubilación, con una pensión media de 1.022 euros y un importe total mensual de más de 5.766 millones de euros (suponen el 70% del gasto total del sistema).
Puede verse, en definitiva, que las pensiones de viudedad y orfandad, por su número, importe y cuantía, no representan ningún “agujero negro” para la Seguridad Social. El agujero es la política de empleo del PP y la solución derogarla y hacer un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Y un dato más para terminar: las pensiones de viudedad están dentro del sistema de Seguridad Social desde que en 1942 Beveridge escribió su Social Insurance and Allied Services, es decir, desde el nacimiento mismo de la Seguridad Social.
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