domingo, 1 de noviembre de 2015

El Suicidio de las Cajas....

Las iniciativas dirigidas con vistas a una nueva ronda de fusiones en el mercado financiero se han trasladado de las musas al teatro después de las declaraciones públicas del subgobernador del Banco de EspañaFernando Restoy. El hombre encargado de traducir las consignas del Banco Central Europeo en nuestro país ha dictado sentencia hace sólo unos días tras reconocer abiertamente la necesidad de un proceso de consolidación adicional que permita a las entidades de crédito sobrevivir con ciertas garantías de rentabilidad y eficiencia en un mercado global que se antoja cada vez mucho más exigente desde el punto de vista económico y regulatorio.
Lo que Restoy no ha querido o no se ha atrevido a manifestar con tanta claridad es el modelo de fusiones recomendado por el Banco de España y que se asienta en lo que algunos observadores del mercado denominan como una especie de ‘determinismo darwinista’ donde sólo los peces grandes están capacitados para tragarse a los más pequeños. La fagocitosis bancaria constituye una observación al margen en las relaciones privadas de los banqueros mayores con el supervisor financiero en tanto que los menos favorecidos no parecen de momento saludar una causa por la que no están dispuestos a perecer y consideran que la recomendación del subgobernador está condicionada por “el diablo que siempre suele moverse en el detalle”.
Una vez más son las antiguas cajas de ahorros, aquellas que han sobrevivido al programa de reingeniería financiera abordado tras las crisis, las que menos comulgan con los designios de la bola de cristal que maneja el Banco de España. Los flamantes bancos surgidos de las fusiones entre viejas entidades confederadas entienden que también ellos han superado la era de las glaciaciones, incluyendo el rescate bancario y el ajuste de provisiones llevado a cabo por el sistema financiero español en una cuantía equivalente al 25% del PIB. Los supervivientes consideran que lo que no mata engorda y, en consecuencia, también ellos se sienten facultados para aspirar a una segunda oportunidad.
Las cajas que han superado la crisis confían en que el Gobierno que surja de las urnas les otorgue margen para una segunda oportunidad en el sector financiero
Los ‘Platanitos’ del sector bancario componen un bloque claramente identificado por aquellas entidades ubicadas en el tercer estado del reino financiero, muy lejos de la aristocracia del Banco Santander y el BBVA pero también por detrás de la burguesía que representan La CaixaBankia a pesar de sus pesares, el Banco Sabadell y el Banco Popular. La lista incluye a todas las marcas que tienen comprometida su salida a bolsa en el horizonte de los próximos dos años como son UnicajaIbercajaAbanca y BMN, aparte de Liberbank que ya cotiza sus acciones desde mayo de 2013 o la propia Kutxbank que lucha como gato panza arriba envuelta en la ikurriña para evitar hacerlo.
El Banco de España teme más que un ‘nublao’ la posibilidad de repetir la experiencia de los antiguos SIP, aquellos sistemas institucionales de protección con que las más ancestrales cajas de ahorros trataban de sortear su inexorable exterminio. Al final la historia se ha demostrado cruel y tanto el regulador como muchos de los regulados han quedado en evidencia después de un proceso de reconversión que ha dejado el sector reducido a un tercio en poco más de cinco años. La necesidad de abordar una segunda ronda de fusiones puede que resulte ineludible para muchos pero la cuestión estriba en saber el afán de las autoridades por marcar el trazo de las operaciones que habrán de ponerse en marcha en cuanto se conozca la composición del Gobierno que surja de las próximas elecciones navideñas.
La estrategia consignada desde Cibeles supone un serio contratiempo en el desarrollo corporativo de los bancos fusionados que han reafirmado su voluntad de lanzarse a los mercados de valores con todas las consecuencias. Nobleza obliga, incluida la que impone el plan de rescate. Otra cosa es que las salidas a bolsa de las cajas más emblemáticas que se suponen sanas y salvas no termine convirtiéndose en una especie de suicidio ante la falta de reconocimiento de los inversores. Los analistas financieros van a exigir claros descuentos en la valoración de entidades que están llamadas a ser absorbidas por sus pares mayores. En otras palabras, saltar al parqué puede ser como hacerlo al vacío, en una huida hacia adelante que supone un nuevo desafío contra el destino.
La CNMC ha empezado a tomar cartas en los asuntos financieros y su papel puede ser clave a la hora de definir el nuevo proceso de consolidación sectorial
Los cantos de sirena del Banco de España tampoco son fáciles de interpretar porque el llamado G-6 de las grandes entidades no puede permitirse mayores lujos en un momento de escasa perspectiva de negocio, con tipos de interés planos y una cultura sociológica dentro del país que no perdona una a los bancos. El Banco Santander ha conseguido alejar el cáliz de las fusiones hasta el punto de evitar cualquier tipo de consolidación forzosa en España y el BBVA se sumó al convite con el propósito exclusivo de hacerse fuerte en Cataluña. El tercero en suerte; que es La Caixa, está ahora más pendiente de sacudirse las presiones del BCE, que pueden inducir un estropicio en su posición de capital tras la consolidación plena de Criteria en el grupo financiero de Isidro Fainé.
Del resto poco se puede decir. Bankia tiene que abordar su proceso de privatización antes de pensar en cualquier otra gollería mientras que el Banco Sabadell y el Banco Popular quizá terminen bailando juntos antes de buscar a su antojo una pareja más pequeña y manejable. Las fusiones se han convertido en un mantra de los tiempos modernos pero del dicho al hecho queda mucho trecho por recorrer y no parece que las autoridades, ni las gubernativas ni las monetarias, puedan ahora financiar el proceso con nuevas ayudas públicas. Además, por si no fuera suficiente, la CNMC acaba de tomar su bautismo de fuego en el sector financiero con una investigación abierta sobre las polémicas comisiones de los cajeros automáticos. Tal vez los padres de la sagrada competencia tengan también algo que decir sobre ese proceso darwiniano que amenaza con reducir, todavía un poco más, el menguante sistema financiero en España.

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