Construir la falla, quemarla, volverla a levantar y quemarla de nuevo. Así son (somos) los valencianos. Patrimonio, gastronomía, medio ambiente, cultura, lengua propia, tolerancia, diversidad, mente abierta. Un pueblo generoso y creativo a la par que autodestructivo que ha tenido mucha mala suerte con su oligarquía dominante. Esto no les exime de responsabilidad. Literatura. Nadie como el fallecido Rafael Chirbes (Premio Nacional de Narrativa) ha relatado mejor la podredumbre, en el sentido ético, de una parte de la sociedad que se emborrachó en la ruleta rusa de la burbuja inmobiliaria, primero en Crematorio, después con En la Orilla. Años antes Ferran Torrent (finalista del Premio Planeta) había esbozado los primeros síntomas con Sociedad Limitada. La Operación Taula, y la caída definitiva del Partido Popular valenciano tal como se conocía hasta ahora, no es más que el epitafio de una era. El fin de un ciclo.
Habrá que ver cuánto tardan en regresar los fantasmas. Si nos atenemos a la historia es recomendable estar muy vigilantes. La corrupción y el manejo irresponsable de la caja pública parecen estar en el árbol genealógico, en el ADN transmitido de generación en generación de una parte importante de la casta local. Los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil han recurrido a lo que fue una institución histórica y muy ligada a los rasgos culturales compartidos con Cataluña durante la Corona de Aragón para bautizar su macrorredada. La primera Taula de Canvis de Valencia, el precedente de la banca pública que sirvió de entidad de depósito y mesa de cambio de moneda y divisas para la actividad mercantil, nació en 1407 en imitación de la de Barcelona, para atender la gestión fiscal y financiera ante la creciente actividad mercantil del Reino, superior incluso a la de la Ciudad Condal.
Los monarcas enviaron inspectores pero usaban los tributos municipales para financiar sus aventuras bélicas, lo que asfixiaba a ciudades como Valencia
Fue una experiencia fallida del monarca Martín el Humano que apenas duró ocho años y que, a partir de 1517, con la Corona de Castilla y la de Aragón ya fusionadas (Isabel y Fernando), rescataron el Consell Secret (un órgano de notables encargado de las cuentas municipales de Valencia) y el Consell General de la ciudad. Durante más de un siglo, lo que pretendía ser un instrumento de gestión los recursos económicos sufrió numerosos desfalcos y comportamientos corruptos que llegaron salpicar a los descendientes del Papa Borja, que derivaron en procesos judiciales con encarcelamientos y que obligó a intervenir a los monarcas, que usaban a su vez el sistema de tributos para obtener recursos con los que financiar sus aventuras bélicas por Europa a costa de esquilmar las cuentas de los municipios.
Como ha ocurrido estos años con la desaparición del sistema financiero valenciano (Bancaja, Banco de Valencia y CAM) y el fuerte endeudamiento de la Generalitat, durante los reinados de Carlos I, Felipe II, Felipe III y Felipe IV, la Taula de Canvis sufrió descubiertos y desfalcos que la llevaron a registrar tres quiebras, según recoge Amparo Felipo, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Valencia en el libro «Las arcas de la ciudad. Gestión Municipal e intervencionismo real en Valencia (1517-1707)», publicado por Universidad en 2008.
Felipo relata que la Taula de Canvis nació «por considerar que su apertura favorecía el ingreso de importantes sumas de dinero, procedentes tanto del Reino como de fuera de él, y con ello el incremento de la actividad comercial y el consiguiente aumento de ingresos para el municipio». En parte logró el objetivo, pero también fue foco de agujeros financieros. Ya en 1511, antes de la Taula, un informe de Lluis Joan, comisionado del rey Fernando II para investigar la connivencia de los jurados (regidores) en un agujero de 76.000 libras provocado por la bancarrota de dos mercaderes, detectó irregularidades del Mestre Racional (el contable general) y “la evidencia de la corrupción administrativa como principal causa del deterioro de las finanzas públicas”, señala Felipo.
En 1529, la deuda acumulada durante cien años con la monarquía (¿les suena al FLA de Montoro?) ascendía a 240.000 libras, un fortunón en la época. La Taula de Canvis recibía “visitas” (inspecciones) periódicas de los enviados de Carlos I. Pero la relación más tensa con los gobernantes locales fue la que mantuvo Felipe II. En su reinado, el banco público valenciano registró tres importantes desfalcos. Jeroni Masquefa, responsable de la caja diaria ("caixer de menut") protagonizó en 1544 el desfalco más sonado tras huir con 13.000 libras. También fue condenado a penas de prisión Mateo Juan Aguilera por malversación. Felipe II fue especialmente incisivo en su caso, pues lo persiguió penalmente entre 1582 y 1595.
Un informe de 1511 de Lluis Joan destapó “la evidencia de la corrupción administrativa como causa del deterioro de las finanzas públicas”
Fue en el reinado de Felipe III cuando se produjo la primera liquidación de la Taula de Canvis, en 1614. Una subida de impuestos reales provocó un rechazo de los notables del Consell General. Cuando Felipe IV accedió al trono en 1621 el estado de las finanzas de Valencia era lamentable. En 1634, como consecuencia de nuevas crisis del trigo y fuerte presiones inflacionistas derivaron en una segunda quiebra, al tiempo que las inspecciones enviadas por el monarca terminaban en sentencias y duras penas de prisión y económicas. Los desfalcos se repitieron en 1639. En 1649 se produjo una tercera quiera por la asfixia financiera de la ciudad, que un año antes había sufrido una epidemia de peste.
La aventura de la Taula de Canvis, al igual que ocurrió con la mayor parte de las instituciones de autogobierno del Reino de Valencia, terminó en 1707, cuando Felipe V liquidó los fueros valencianos al extinguir la Corona de Aragón con los decretos de Nueva Planta.
Habrá que ver cuánto tardan en regresar los fantasmas. Si nos atenemos a la historia es recomendable estar muy vigilantes. La corrupción y el manejo irresponsable de la caja pública parecen estar en el árbol genealógico, en el ADN transmitido de generación en generación de una parte importante de la casta local. Los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil han recurrido a lo que fue una institución histórica y muy ligada a los rasgos culturales compartidos con Cataluña durante la Corona de Aragón para bautizar su macrorredada. La primera Taula de Canvis de Valencia, el precedente de la banca pública que sirvió de entidad de depósito y mesa de cambio de moneda y divisas para la actividad mercantil, nació en 1407 en imitación de la de Barcelona, para atender la gestión fiscal y financiera ante la creciente actividad mercantil del Reino, superior incluso a la de la Ciudad Condal.
Los monarcas enviaron inspectores pero usaban los tributos municipales para financiar sus aventuras bélicas, lo que asfixiaba a ciudades como Valencia
Fue una experiencia fallida del monarca Martín el Humano que apenas duró ocho años y que, a partir de 1517, con la Corona de Castilla y la de Aragón ya fusionadas (Isabel y Fernando), rescataron el Consell Secret (un órgano de notables encargado de las cuentas municipales de Valencia) y el Consell General de la ciudad. Durante más de un siglo, lo que pretendía ser un instrumento de gestión los recursos económicos sufrió numerosos desfalcos y comportamientos corruptos que llegaron salpicar a los descendientes del Papa Borja, que derivaron en procesos judiciales con encarcelamientos y que obligó a intervenir a los monarcas, que usaban a su vez el sistema de tributos para obtener recursos con los que financiar sus aventuras bélicas por Europa a costa de esquilmar las cuentas de los municipios.
Como ha ocurrido estos años con la desaparición del sistema financiero valenciano (Bancaja, Banco de Valencia y CAM) y el fuerte endeudamiento de la Generalitat, durante los reinados de Carlos I, Felipe II, Felipe III y Felipe IV, la Taula de Canvis sufrió descubiertos y desfalcos que la llevaron a registrar tres quiebras, según recoge Amparo Felipo, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Valencia en el libro «Las arcas de la ciudad. Gestión Municipal e intervencionismo real en Valencia (1517-1707)», publicado por Universidad en 2008.
Epidemias y crisis del trigo
La autora advierte, no obstante, de que el documento no dejaba de ser un informe de parte. Los mismo reyes que vaciaban los tributos, descargaban sobre los notables locales la responsabilidad de los agujeros. La investigación de tres años de Joan, siendo cierta, recibió un alud de críticas de los munícipes, escudados en la legitimidad de los fueros. La asfixia de la caja pública agravaba los problemas de una ciudad que desde finales del siglo XV sufría crisis alimentarias periódicas (carestía de trigo y cebada) y epidemias.El agujero de Alonso de Borja
Hubo más casos. Como el del regente del libro mayor, José Molina, que puso al descubierto una trama de corrupción que beneficiaba a notables de la ciudad. y que salpicó a los descendientes del Papa Alejandro VI, como a Alonso de Borja, hermano del Duque de Gandia, Carlos de Borja. El agujero por los créditos irregulares de esa trama descubierta en 1590 ascendió a 40.000 libras.Un informe de 1511 de Lluis Joan destapó “la evidencia de la corrupción administrativa como causa del deterioro de las finanzas públicas”
Fue en el reinado de Felipe III cuando se produjo la primera liquidación de la Taula de Canvis, en 1614. Una subida de impuestos reales provocó un rechazo de los notables del Consell General. Cuando Felipe IV accedió al trono en 1621 el estado de las finanzas de Valencia era lamentable. En 1634, como consecuencia de nuevas crisis del trigo y fuerte presiones inflacionistas derivaron en una segunda quiebra, al tiempo que las inspecciones enviadas por el monarca terminaban en sentencias y duras penas de prisión y económicas. Los desfalcos se repitieron en 1639. En 1649 se produjo una tercera quiera por la asfixia financiera de la ciudad, que un año antes había sufrido una epidemia de peste.
La aventura de la Taula de Canvis, al igual que ocurrió con la mayor parte de las instituciones de autogobierno del Reino de Valencia, terminó en 1707, cuando Felipe V liquidó los fueros valencianos al extinguir la Corona de Aragón con los decretos de Nueva Planta.
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