Órdago del secretario general a los barones. Rotundo. Un nuevo comité federal ratificará el pacto al que llegue para lograr su investidura. Pero también someterá los acuerdos a la militancia, para que se pronuncie sobre su conveniencia. Con ello Pedro Sánchez espera aliarse con los afiliados, más escorados a la izquierda, y desafiar a los líderes territoriales, más prudentes y recelosos de una entente con Podemos. Una jugada que no había adelantado en los días previos de manera oficial, aunque sí había corrido el runrún de que podía ser su baza para lograr un camino más despejado de cara a su elección como presidente del Gobierno.
Sánchez se sometía este sábado a otro comité federal difícil. Durante la semana había ido allanando el camino, reuniéndose uno a uno con todos los secretarios generales. Pero a última hora del viernes las cosas se torcieron a cuenta de la fecha del congreso. El foco de conflicto que había quedado desdibujado en las últimas semanas, porque se había superpuesto la cuestión de los pactos postelectorales y la creciente desconfianza de los barones críticos hacia Sánchez por su supuesta tentación de beneficiarse de la abstención de ERC y Democràcia i Llibertat (DiL).
Pero su número dos, César Luena, puso el viernes por la noche una fecha de congreso que las federaciones 'rebeldes' consideraban inasumible: 17, 18 y 19 de junio. Ellas querían garantías de que habrá cónclave antes de unas eventuales segundas elecciones, a fin de que el PSOE acuda a ellas "renovado" internamente. Al final se llegó a una solución de consenso. Y, en efecto, suponía una cesión de Ferraz. Pero el anuncio del secretario general, al final de su intervención en abierto ante el comité federal, rompió los esquemas. Porque con la consulta a la militancia se guarda una bala de oro poderosísima, a sabiendas de que la dirigencia no podrá oponerse al dictamen de las bases.
"Todos los filtros y todas las garantías"
Sánchez enhebró una alocución sin demasiados destellos, en el carril de lo esperable. No había explicitado, en todo caso, que no se servirá de la abstención de ERC y DiL. Pero, tras asegurar que "ló último" que le "preocupa" es su "futuro", dijo a sus compañeros que tampoco tenían por qué inquietarse por los movimientos que fuera a hacer a partir de ahora, si el Rey le encarga el martes intentar formar Gobierno. Las negociaciones serán "en abierto, con luz y taquígrafos". "Que nadie se preocupe. En esa decisión eventual que se pueda tomar, tendrán todos los filtros y todas las garantías. Sera ratificada por el comité federal [ya lo advirtió Ferraz el lunes pasado] y se hará una consulta a la militancia de todo el partido", anunció sorpresivamente. Su desafío cambia la dinámica del comité federal.
Sánchez subraya que no será presidente "a cualquier precio", pero no se compromete explícitamente a que no se servirá de la abstención de ERC y DiL
Sánchez es consciente de que aunque la decisión no guste a los barones, no podrán defender públicamente argumentos en contra del referéndum, porque sería echarse encima a la militancia, que en algunos puntos sigue mosqueada contra sus jefes territoriales porque no entendieron la operación urdida en diciembre, en el anterior comité federal, cuando el debate se envenenó a cuenta de la fecha del congreso. Hoy ellos pretendían que la discusión pivotara sobre las alianzas postelectorales, aunque a última hora presionaron a favor de un cónclave más pronto que tarde. Pero, aunque arrancaron una fecha más idónea para sus objetivos, tropezaron con una consulta que, según calcula Ferraz, puede reforzar definitivamente a Sánchez.
Encima los barones ni siquiera arrancaron del líder un compromiso explícito, como algunos -entre ellos, Susana Díaz- le habían exigido en los últimos días en sus despachos con él, de que no se valdrá de la abstención de ERC y DiL. Su declaración fue más genérica: "Yo no voy a ser presidente a cualquier precio, pero no quiero que los españoles paguen el precio de cuatro años más de derecha al frente de las instituciones".
"Huyamos de sillones y de frentes"
El secretario general, en el resto de su intervención en abierto, de 25 minutos, se limitó a recordar los pilares de su discurso de las últimas semanas. Primero, el 'no' al PP y a Mariano Rajoy, que debe perder "toda esperanza" de que el PSOE le facilite su investidura. Por múltiples motivos: porque no garantiza mejor la "unidad de España", porque hay que cambiar el Gobierno para "poner fin" a sus recortes y reformas y porque no puede dar "estabilidad" al país "un partido carcomido por la corrupción".
Sánchez señaló que en los últimos días se han visto ejemplos de "buena política", como la elección de Patxi López como presidente del Congreso -gracias a un acuerdo con Ciudadanos-, y otros de "mala política vestida con buenos atuendos". Y ahí situó tanto la petición de "sillones" por parte de Podemos como la petición al PSOE de Rajoy de conseguir su investidura y a cambio dar "estabilidad" a los gobiernos autonómicos y municipales encabezados por los socialistas. "Un intercambio obsceno de cromos que no lo vamos a tolerar". El "cambio", insistió, ha de ser "de políticas", no de puestos. Así que el PSOE pondrá por delante "programa, programa, programa". Lo importante es el "para qué", y luego se definirá el "con quién". "Lo que digo es que huyamos de sillones y de frentes. Hablaremos de lo que importa a la gente", garantizó.
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