Estados Unidos encara la última semana en la carrera presidencial con las encuestas ajustadas. El escándalo de los e-mails y la investigación del FBI minan la campaña de Hillary Clinton. La simple posibilidad de que Donald Trump, candidato republicano, llegue a la presidencia, enciende las alarmas en las bolsas de todo el mundo.
Para muestra, las caídas de ayer. Los parqués europeos se tiñeron de rojo contagiados por las dudas en Wall Street. No escaparon las plazas asiáticas, y menos el Ibex, abonado en los últimos meses a sucumbir a los vaivenes del exterior. ¿Por qué tanto miedo a una victoria de Trump?
El comercio mundial, en juego
El gran temor es la revisión de los tratados comerciales y las relacionescon naciones clave. Trump ya ha advertido que revisará los tratados de libre comercio firmados o por firmar, léase TTIP. En Europa la incertidumbre sobre quién ocupará la Casa Blanca llevó a reconocer que no se cerrará el polémico tratado con Estados Unidos hasta entrado el 2017, más tarde de lo previsto.
El gran afectado sería México, que tiene a los estadounidenses como principal socio comercial. La amenaza de la construcción de un nuevo muro en la frontera, la revisión de las políticas comerciales o la creación de aranceles con el socio del sur no ayudaría a su economía. “México exporta violadores y criminales”, dijo Trump durante la campaña. Un enfrentamiento directo que hace que el peso mexicano se devalúe cada vez que Trump se acerca a la presidencia, por el pavor a lo que supondría para su comercio.
Misma revisión de tratados se daría con China. El magnate neoyorquino acusa al país asiático de competencia desleal, al sostener artificialmente su moneda y permitir que exporte e inunde otros mercados con productos baratos. Y eso, a pesar de que sus propios productos, como su línea de ropa, se hacen en China o Bangladesh.
Los peligros de una estrategia errónea
Trump quiere imponer impuestos del 35% a las importaciones mexicanas y el 45% a las chinas. Según un estudio del think tank Peterson Institute las medidas del republicano costarían 4 millones de empleos y llevarían la economía a recesión. “Esas medidas probablemente resultarían en medidas de represalia contra productos de Estados Unidos, lanzando una guerra comercial cuyos efectos llegarían más allá de los sectores comerciales”, concluye el estudio.
Así, trastocaría todo el comercio mundial, con un fuerte impacto en las empresas cotizadas, sobre todo en las grandes multinacionales cotizadas que viven de las puertas abiertas al exterior.
El daño lo ha resaltado un grupo de 370 economistas, incluidos ocho Premios Nobel –entre los que se cuentan Angus Deaton u Oliver Hart- publicaron este martes una carta abierta que no deja lugar a dudas. “No voten por Trump”, se titula. En ella lo acusan de haber engañado al electorado y de utilizar “pensamientos mágicos” para solucionar problemas económicos. Además, dicen que tira de un argumentario erróneo. Trump acusa a China de la pérdida de trabajo en la manufactura. “La cuota de la manufactura en el empleo ha estado cayendo desde los años 70, y se debe principalmente a la automatización, no al comercio”, le replican.
“Sus declaraciones revelan una ignorancia profunda en economía y una inhabilidad para escuchar a expertos creíbles”, prosiguen. La conclusión, igual de clara: “Es una opción peligrosa y destructiva para el país”.
La guerra contra la Fed
Otro frente abierto de Trump es contra la Reserva Federal (Fed) y su presidenta, Janet Yellen. El organismo encargado de fijar los tipos de interés y los programas de compra de bonos ha mantenido una política de tipos bajos desde hace años. Trump sostiene que es por motivos políticos, siendo la Fed un organismo totalmente independiente. “Cuando eleven los tipos de interés, pasarán cosas muy malas”, afirmó.
Para Trump, la estrategia ultralaxa perjudica a los ahorradores por los bajos rendimientos de su dinero. A la vez, crea una burbuja en el mercado de valores. “Estamos en una gran y fea burbuja”,ha dicho. Así, lo primero que haría Trump sería presionar para elevar los tipos, o intentar que se nombre a alguien con sus ideas, poniendo fin de forma abrupta a los tipos bajos, un auténtico shock para los mercados, que esperan una retirada paulatina de los estímulos.
Se especula que la llegada a la presidencia de Trump tendrá un efecto inmediato en la Fed, con la renuncia de Yellen.
Cualquier otra decisión
Más allá de enfrentarse a otros países y a cuestionar las instituciones financieras, Trump es imprevisible. Su campaña, marcada por las salidas de tono y los ataques directos, plantea si su forma de gobernar no sería igual: políticamente incorrecta y con decisiones impredecibles.
Su nula experiencia en puestos políticos hace dudar de sus capacidades, por mucho que haya levantado un imperio con su nombre y sobrevivido a diversas quiebras empresariales. Afirma que todo ello le sirve de fondo para pilotar la economía. Sin ir más lejos, se propone acabar con la deuda en apenas dos mandatos –ocho años-. Una de sus primeras medidas sería bajar impuestos. Como ejemplo, propone bajar el impuesto a los beneficios del 35% al 15% o minimizar el impacto impositivo en la clase media y trabajadora, “que se beneficiarán de una reducción de impuestos enorme”, dice en su portal de campaña. Y que los ricos paguen “su parte justa” siempre y cuando con ello no se destruyan empleos o se dañe la competencia.
Pero a menores ingresos, los críticos apuntan que no solo no reducirá la deuda, sino que la aumentará, dañando la economía y minando la confianza inversora.
Sin cuentas claras
Trump no sabe llevar ni sus finanzas. Al menos eso es lo que piensan muchos críticos. Forbes publicó recientemente una investigación en la que afirma que en el último año su fortuna se ha reducido en unos 710 millones de euros (800 millones de dólares), por lo que ahora tiene 3.300 millones de euros (3.700 millones de dólares). A malos datos como este se aferran sus opositores.
También al hecho de que se ha desentendido a lo largo de toda la campaña de la publicación de su declaración de impuestos. Se ha desentendido una y otra vez. ¿Los motivos? Las teorías apuntan a que se demostraría que no es tan rico como dice ser o que apenas paga impuestos.
Todo va sumando para que crezca la desconfianza en torno a Trump. Y a los mercados no les gusta ni la incertidumbre ni la sorpresa. Si gana, las caídas que ahora ensayan las bolsas serían mayúsculas.
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