lunes, 1 de enero de 2024
Dos Gigantes Asturianos en el recuerdo...
El presidente que no fue y el militar del himno
José Alba Alonso
JOSÉ ALBA ALONSO
OPINIÓN
La sombra de Flórez Estrada y Riego a 200 años del Trienio Liberal
31 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.
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Culmina 2023 y quisiera poner un subrayado en el aniversario de dos hechos que rondan juntos en mi cabeza desde que el Ateneo Republicano de Asturias me llamó para conmemorar la muerte de Álvaro Flórez Estrada. Como quiera que son ya muchas las ediciones del homenaje, me pareció conveniente pensar en un enfoque que abordase algo poco tratado, que se saliese de lo que ya es conocido para muchos de quienes participan en el acto. Y me vino repentinamente a la memoria la coincidencia de los dos aniversarios, uno directísimamente relacionado con Álvaro Flórez Estrada, su nombramiento para lo que ahora podríamos considerar Presidente del Gobierno, y el macabro final del General Riego, quien había dado pie al Trienio Liberal con su marcha desde Cabezas de San Juan, en compañía de otro asturiano también en ese teatro, Evaristo San Miguel.
En ese año 1823 tenía Flórez Estrada 57 años, había estudiado, hecho traducciones, trabajado en altos cargos de la administración, colaborado en iniciativas familiares como la herrería de Pola de Somiedo, ostentado cargos en Asturias y tomado decisiones audaces, propiciado una metodología para estadísticas públicas, vivido en Londres con profusa participación en prensa, colaborado en la trastienda de las Cortes de Cádiz, censurado el despotismo napoleónico, reivindicado algunos fueros y animado a la revuelta para el retorno de La Pepa. Entonces veía la Constitución como la solución posible para los muchos males existentes, tanto a uno como a otro lado del Atlántico.
Su actuación a lo largo del Trienio Liberal queda encuadrada en el grupo de «los exaltados», durante un tiempo en el que cada político parecía tener su propia receta, con tensiones y luchas desde un primer momento. La precipitación de gobiernos es bien indicativa de las disputas, y las polémicas desatadas nos muestran cuan variada era la posición de unos y otros ante «los persas» que habían posibilitado la vuelta de Fernando VII en 1814, frente a Riego, las sociedades patrióticas, los militares y las Milicias Nacionales, ante la Constitución de Cádiz, en torno a un modelo más próximo al inglés o al francés y un sinnúmero de contiendas, también entre masones y realistas, por no decir que a cada paso. Percibo una simplificación posiblemente pedagógica en muchos de los textos que he consultado, faltan argumentos sólidos que profundicen en algo bastante maniqueo, enarbolando algunas expresiones que llevan a lugares comunes entre los expertos. Y el galimatías, ya considerable de por sí, resulta más enmarañado de lo que parece debería estar.
Tras 2023 se producirían la vinculación de Álvaro Flórez Estrada a los economistas ingleses, la publicación de su obra más conocida, el famoso Curso de Economía Política, y su planteamiento enfitéutico para la desamortización. Propugna entonces que se actúe con base en la ciencia y fía mucha labor a la Economía Política, a la que confiere ya el protagonismo en el cambio social, por encima de su antigua fe en la Constitución, aunque algunos autores matizan tal aserto. Es llamativo el conjunto de temas en torno a los que promueve documentos, iniciativas u otro tipo de intervenciones, algunos de los mismos alargan su sombra a nuestros días, como los de la amnistía o el poder judicial, también resalta su apoyo a Pedro de Braganza como posible monarca del mundo hispano portugués a uno y otro lado del Atlántico. Como muestra de su impronta política baste decir que fue uno de los intervinientes en un acto tan relevante como el funeral del general Lamarque, episodio que es el punto de arranque la obra Los Miserables, de Víctor Hugo.
Visto el contexto de lo que Álvaro Florez Estrada vivió antes y después de su recorrido presidencial abortado conviene detallar algunas cuestiones. Como dijera Joaquín Varela «Los comuneros» obligaron al Rey a nombrar un nuevo Gabinete, el quinto del Trienio, el 28 de Febrero de 1823. Su más destacado miembro era, precisamente, Álvaro Flórez Estrada, nombrado Secretario de Estado, a quien en esta época se atribuía también las funciones de Presidente del Gobierno, una figura que la Constitución de Cádiz desconocía”. Es preciso decir que gravitaba la amenaza expresa de la Santa Alianza, y que, en dicho escenario, las Cortes fueron movidas a Sevilla, por decisión tomada en Cortes el 15-2-23 (nada menos que 13 días antes del nombramiento de Flórez Estrada.
Como indica Prados Arrate «normas increíbles del sistema político vigente en España no permitían al nuevo Gobierno hacerse cargo de los asuntos mientras el anterior no leyera el informe de su gestión. De ahí que Fernando VII viajara con dos Gabinetes hacia Sevilla, formando parte del nuevo como ministro de Estado el propio Álvaro Flórez Estrada». Otros autores son más rotundos, al referirse, como hace Clara Álvarez Alonso al «extemporáneo nombramiento de un gobierno exaltado destinado a no tomar posesión para mantener la interinidad del existente y contribuir a la inestabilidad con el pleno respaldo del ministerio francés». En consecuencia, Álvaro Flórez Estrada fue nombrado ministro de Estado el 28-2-1823 y cesado el 13-4-1823 sin haber llegado a ejercer como tal, dado que no se había podido cumplir el requisito citado a consecuencia del desplazamiento de todo el aparato de poder a Sevilla. Es preciso hacer notar que el nombramiento se produce exactamente un mes después del anuncio que hace el rey Luis XVIII de Francia sobre la creación de un gran ejército para invadir España.
Hay autores que achacan a Flores Calderón y Agustín Argüelles la obstaculización a Flórez Estrada. Si bien el primero presidió las Cortes un mes y fue quien convocó la sesión en la que se revirtió el nombramiento de aquél, lo cierto es que Álvaro Flórez Estrada polemizó con José María Calatrava, quien accedería a la máxima magistratura en mayo, tras un período exiguo de presidencia de Pando. En Calatrava centró mil y una críticas, desde la blandura con los 69 diputados ? los «persas»- que favorecieron el retorno de Fernando VII en 2014, en contraposición con la confinación del General Riego (disolviendo la parte del ejército que había proclamado la libertad), hasta destruir la Milicia Nacional o tomar medidas que imposibilitaban cualquier defensa, bajo la idea «Guerra a los Exaltados e impunidad a los Conspiradores», como se dice en la página 45 de la contestación del asturiano a la carta de José María Calatrava a «El Español Constitucional» (17-9-2025). Nada menos que 66 páginas de acusaciones al político dan para mucho, dos años y medio tras la caída abrupta de Flórez Estrada en Sevilla. No es posible descender al detalle, pero en opinión de quien suscribe se trata de algo que trasciende de lo que se ha dado en citar como polémica entre uno y otro, hay trasfondo, y enorme, independientemente de los cargos ocupados y desocupados.
Escribe Carmen García Monerris: «Más allá de la anécdota, realmente trascendente, de la forma en que el gobierno comunero de Flórez Estrada fue desplazado por el de Calatrava y de la polémica en torno a la incapacitación del monarcalazado por el de Calatrava y de la polémica en torno a la incapacitación del monarca, soy de la opinión de que en estos últimos escritos de carácter estrictamente político vuelven a aparecer de nuevo muchos de los presupuestos de su pensamiento originario». La cantidad de grupos, sus disputas, la sucesión trepidante de gobiernos, un rey que ora condena a muerte y luego promociona al condenado para volver luego a la misma pena, todo ello queda en una oscura caja de la que sólo algo vemos. Unos y otros contribuyeron a la confusión, pero cuando los exaltados ya no formaban parte del juego político hubo también nada menos que tres presidentes del gobierno, ya figurando como tales, entre el 29 de noviembre de 1823 y finales de año: Victor Damián Sáez Sánchez Mayor, Carlos Fernando Martínez de Irujo y Narciso Heredia y Begines de los Ríos, como consta en la relación que publica la presidencia española del gobierno actual. De por medio, ministros que parecían tener contratos temporales y con interinidades equiparables al tiempo de ejercicio como titulares.
¿Cómo es que Evaristo San Miguel llegó a la cúspide del ejecutivo? ¿Qué empujó a Fernando VII al nombramiento de Álvaro Flórez Estrada, solo la presión de los comuneros? ¿Cómo es que Manuel Flores Calderón llegó a participar con Torrijos en una intentona militar años después de contribuir, según algunos, a frenar cualquier veleidad exaltada de Flórez Estrada desde su puesto? ¿Qué verdadero papel soterrado jugó José María Calatrava, con quien se plantea la polémica? ¿Qué hubiera pasado de asumir su cargo Álvaro Flórez Estrada?. Realmente se trata de cuestiones que no cabe responder claramente, hay estruendosos silencios en muchas obras y explicaciones infantiles en otras. Por eso, simplemente cabe dar una mera opinión, una más, que enlace con el hecho cierto del nombramiento como Ministro de Estado para quien nunca llegó a serlo. Y debo decir que no cabía augurar un éxito para el gobierno de Flórez Estrada, y me atrevo a decir que para ningún otro, el ejército que habría de “poner orden” en Europa, actuando en España, estaba dispuesto, la colaboración interna se puso de manifiesto y los nombramientos de Fernando VII azuzaron lo suyo.
La gran capacidad intelectual de Flórez Estrada no parece, por otra parte, que estuviese adornada por sus éxitos en hacer confluir voluntades, a excepción de la declaración que logró de la Junta Soberana de Asturias proclamando la independencia el 25 de mayo de 1808. Pero en ese momento tenía de su parte a eminentes personalidades que no le apoyaban en 1823. Asturianos, liberales, incluso «exaltados«» no parecieron secundar con firmeza a Álvaro Flórez Estrada, y cabría pensar en qué medida contribuyeron a su defenestración. Desde Canga Argüelles al Conde de Toreno, el divino Argüelles y San Miguel a Riego, entre otros, alargaban la sombra de Jovellanos y de La Pepa, y tuvieron muy distinta suerte. Fue el militar el más indignamente tratado, hasta después de la muerte. En el colmo de los despropósitos, el general Riego sufrió en su propia carne toda la crueldad de un rey, de una sociedad y de un tiempo de total enrevesamiento. Sucedió esto a la vez que la no presidencia de Álvaro Flórez Estrada, en un interín que puede dar lugar a muchas interpretaciones y una certeza: el restablecimiento del absolutismo.
Álvaro Flórez Estrada tuvo después gran relevancia internacional, tanto por su Curso de Economía Política como con su participación en iniciativas políticas fuera y dentro de España, ya aquí con menor beligerancia, pero con profundidad y contundencia, siguió siempre vinculado a la política, fue un pensador honrado, que no miró por su beneficio sino por la contribución que podía realizar a la sociedad y podríamos decir que una constante suya antes y después de 1823 fue su intento de paliar la desigualdad y de propiciar diversas libertades. Y no cejó en el empeño.
Del general Riego quedó el héroe, el mito, su marcha, su clara vocación de usar las armas en favor de una libertad por la que se comprometió sin precaución alguna. Subió a lo más alto y descendió, o lo arrastraron, a los infiernos. Hay constancia de su labor política, en algunos casos criticada con poco recato, pero si pensamos en la visión que actualmente se tiene de su figura tendremos que convenir en que el himno, recuperado por la II República, constituye la referencia más nítida. Es justo reconocer el esfuerzo del Ayuntamiento de Tinéu por homenajear su figura, conmemorando su discurso de 1820, como también lo es hacer nuevamente mención al Ateneo Republicano de Asturias, que promovió una ofrenda floral y la lectura de la proclama del General Riego a los soldados del Regimiento Asturias, en defensa de la Constitución el primer día del año 2020 en la carbayona Plaza de Riego, doscientos años después de que se hubiese producido.
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