jueves, 14 de enero de 2016

Londres....ese Mundo.

Londres: La invasión de los megarricos


 Carlos Manuel Sánchez - XL Semanal
Londres se ha convertido en el principal refugio para el dinero saqueado y blanqueado. Lo afirma el mismísimo David Cameron, el primer ministro británico. El uno por ciento más rico del mundo está desplazando a la aristocracia inglesa. Una burbuja de dinero, inmuebles y gastos sin fin protagonizada por multimillonarios de Oriente Medio, chinos, rusos... Bienvenidos a la auténtica feria de las vanidades.primir
Londres alberga la mayor concentración de fortunas de la lista forbes. Un total de 104 multimillonarios tienen propiedades en la capital británica. Que tengan residencia en Londres no quiere decir que sean ingleses (de hecho, la mayoría son extranjeros); ni que vivan allí, por lo menos no todo el año; ni que paguen impuestos..., por no pagar, no pagan ni las multas de aparcamiento.
Este fenómeno es tan arrollador que está provocando un efecto dominó. La nueva élite global, ese uno por ciento de la humanidad según la ONG Oxfam que tiene tanta riqueza como el 99 por ciento restante del planetaestá desplazando a la aristocracia inglesa y las clases opulentas de toda la vida, que llevan camino de convertirse en una especie en extinción en el centro de Londres. Si se echa un vistazo al censo del barrio de Mayfair, famoso por ser la casilla más cara del tablero del Monopoly, salta la sorpresa: el 60 por ciento de sus 5100 residentes son árabes y rusos.
Que se lo pregunten al duque de Westminster, la mayor fortuna heredada del Reino Unido y el británico que más tierras posee. El duque es el epítome de la elegancia, pero ya no es el mayor terrateniente del país. Hoy ese honor corresponde a un español, Amancio Ortega, dueño de Zara, que acumula más propiedades que la reina de Inglaterra. Ortega, a través de su family office Pontegadea, ha desembolsado más de 1200 millones de euros en la compra de propiedades londinenses, incluido un edificio de 20.000 metros cuadrados en Oxford Street. No obstante, para vivir, Ortega prefiere su piso de La Coruña. Lo de Londres es una inversión, como comprar obras de arte o lingotes de oro. 
* Vista de la tienda de Zara de la calle Oxford de Londres
Ortega paga a tocateja. Y guarda silencio. Es el modo de actuar de los nuevos propietarios que han irrumpido en los barrios selectos: Knightsbridge, Chelsea, Belgravia y Mayfair, tomados por los magnates de la globalización y los reyes del comercio chino, del acero indio, del petróleo del golfo Pérsico. Unos 115.000 millones de euros se pagaron al contado en 2012 en el mercado inmobiliario. Fue el principio de la burbuja londinense, que ahora está en su máximo esplendor. Un informe de la inmobiliaria Savills expone un dato asombroso: el valor total de las casas, oficinas y comercios de Londres ronda los dos billones de euros, lo cual supera el PIB español, que es de 1,3 billones. Solo el distrito de Kensington vale más que toda Dinamarca. Y el 85 por ciento de las nuevas propiedades se venden a extranjeros. 
Londres, la pequeña doha. 
Todos hacen sus negocios (y sus vidas) a la chita callando... con una ruidosa excepción, los cataríes, que se comportan con el descaro de nuevos ricos. Es lo que son, en realidad. El pequeño emirato, de apenas dos millones de habitantes, es el país con el mayor porcentaje de millonarios del mundo, y la mayoría de las fortunas se amasaron hace menos de veinte años.Unos 50.000 hogares poseen más de un millón de dólares, hay 300 por encima de los 30 millones y 12 superan los 1000 millones, según el Boston Consulting Group. Y han convertido las zonas más exclusivas de la capital británica en la pequeña Doha, con el emir Al Zani a la cabeza.
* El emir de Catar
El emir de Catar lleva invertidos 14.000 millones de euros en Londres: edificios, mansiones, bancos... Pero fue la compra de los almacenes Harrods la que simbolizó el advenimiento de la nueva élite. Desde entonces, los cataríes llegan por millares, bien de compras y se alojan entonces en hoteles de hiperlujo como el Dorchester, bien para comprarse una propiedad como segunda residencia que ocuparán (o no) unos meses al año, dependiendo sobre todo de si tienen hijos en edad escolar. Les atrae la selecta educación británica. Andrew Halls, director del King's College, reconocía que la carestía de las matrículas está cerrando el paso a alumnos ingleses de clase acomodada, en favor de los vástagos de los oligarcas globales.
Muchos son jóvenes príncipes o sultanes que se traen sus cochazos desde el Golfo coincidiendo con las vacaciones por las festividades religiosas. Pasan unas semanas en Londres quemando ruedas... Y luego vuelan de vuelta a Catar, Arabia Saudí, Kuwait, Abu Dabi o Emiratos Árabes. El flete del vehículo puede costar unos 27.000 euros en Qatar Airways, compañía que levantó protestas en el Reino Unido cuando entró en el accionariado de British Airways, porque no permite que sus azafatas se casen y las despide si se quedan embarazadas. 
Coches chapados en oro. 
Hacer fotos con el móvil a esos cochazos de infarto se ha convertido en un pasatiempo: un Lamborghini Aventador valorado en 384.000 euros, un Ferrari 458 Italia azul (205.000), un Range Rover chapado en oro, un Bugatti con cristales de Swarovski... Lo llaman 'Ramadan Rush', la hora punta del Ramadán. Los conductores dan vueltas y vueltas hasta las tres de la mañana, con el motor pasado de revoluciones. Atraen a los curiosos, pero también a la Policía, que suele multarlos. Los conductores de Emiratos Árabes deben 89.000 euros en tiques impagados de la ORA. Y los vecinos protestan. «Es como tener la parrilla de salida de Le Mans en el dormitorio», se queja Bruce Beringer, residente en Knightsbridge. «El problema es que vienen de sociedades muy cerradas donde hombres y mujeres no pueden mezclarse y, cuando llegan a Londres, se vuelven locos. Es como un ritual de apareamiento», reconoce Hisham Alireza, un constructor saudí.
Londres también atrae a los potentados árabes y a sus mujeres porque es el paraíso de las compras de lujo. Los comerciantes de Bond Street, Oxford Street y Regent Street contratan a personal femenino que habla árabe durante los meses fuertes del calendario islámico, cuando el 17 por ciento de sus ventas son a clientas de Oriente Medio, que se dejan una media 2185 euros en cada tienda.
* Bolsos expuestos en el escaparate de una tienda de Burberry ubicada en Londres 
Pero el mayor atractivo de Londres para las grandes fortunas, vengan de donde vengan, es el de sus servicios financieros. «Se ven como un refugio seguro, a salvo de la nubes financieras que continúan amenazando», explica la editora Noella Pio Kivlehan. Los inversores privados gastaron unos 55.000 millones de euros en 2014. 
Juegan a ser peces gordos. Pero comprar propiedades de postín se ha convertido ahora en un ejercicio muy competitivo por la irrupción de esta nueva hornada de inversores globales. El popular Gherkin ('pepino') pasó de la aseguradora Swiss Re a Joseph Zafra, un multimillonario brasileño. «Antes de la crisis financiera desembolsar tanto dinero por un solo edificio era coto reservado al capital institucional. Ahora los particulares están jugando a ser peces gordos, batiéndose de tú a tú con los fondos de inversión», afirma Damian Corbett, analista de JLL. 
Un ejemplo de esta tendencia es One Hyde Park, el edificio residencial más caro del planeta. Allí, un apartamento cuesta en torno a 197 millones de euros. Suelos de roble, estatuas de bronce, habitaciones del pánico... Pero la mayoría de sus inquilinos están ausentes. O no viven allí o son corporaciones offshore radicadas en paraísos fiscales. «Es como si los marcianos hubieran aterrizado», reconocía el banquero David Charters a Vanity Fair. «Un símbolo vulgar de la hegemonía de la riqueza excesiva, hecho para gente arrogante con más dinero que sentido común», remata el profesor de arquitectura de la Universidad de Cambridge Gavin Stamp. Lo más curioso de ese mundo paralelo es que por la noche no se ven luces en las ventanas. La mayoría de los apartamentos están vacíos, aunque todos están vendidos. Pero no para vivir en ellos, sino para especular. Pasa lo mismo en el cuarenta por ciento de las propiedades de Kensington y Chelsea, que están vacías. Y hay calles como Gloucester Road donde siete de cada diez casas son segundas residencias.
* El One Hyde Park, a la derecha, es el edificio residencial más aro del planeta.
«Londres se ha convertido en el principal refugio para el dinero saqueado y blanqueado». Quien esto afirma es nada menos que el primer ministro, David Cameron. A pocos se les ocurriría señalar a Londres como un paraíso fiscal. Pero el inmenso poder financiero de la City lo convierte, de facto, en el paraíso perfecto. Un paraíso respetable. El centro de una telaraña con ramificaciones en colonias o excolonias de la Corona. La City gestiona más de la mitad de los depósitos offshore del mundo. Ese dinero negro al que se pierde el rastro en Hong Kong, Dubái y territorios insulares como las islas Caimán, las islas anglonormandas, isla de Man, islas Vírgenes, las Bermudas... Y que es bombeado hacia la antigua capital del Imperio, donde un ejército de abogados le da pompa y circunstancia antes de redirigirlo hacia la compra de inmuebles. 
El dinero de la corrupción. 
La autoridad administrativa de la City es un Estado dentro del Estado y dispone de dos herramientas impenetrables para el fisco: los vehículos especiales de inversión, que permiten minimizar los impuestos, y los trusts, estructuras cuyo beneficiario es anónimo, administradas por un estudio jurídico en un paraíso. Hay 95.000 firmas en Londres que se dedican a canalizar ese dinero. Esto explica en parte el vigor del mercado inmobiliario. La organización Transparencia Internacional calcula que unas 36.000 propiedades se han comprado en Londres con dinero procedente de la corrupción en otros países. La burbuja inmobiliaria está servida, según el banco suizo USB. Pero de momento propicia que los ricos sean todavía más ricos. La fortuna conjunta de las 250 personas más ricas del mundo con propiedades en el Reino Unido se ha disparado un 40 por ciento en un año, hasta alcanzar los 410.000 millones de euros.Esta lucha por el territorio no es solo entre potentados. Una familia tiene que ganar en torno a 105.000 euros anuales para que le concedan una hipoteca. El salario medio en la capital es de 38.000 euros. «Estos números asustan porque demuestran que la vivienda en Londres ya no es un problema solo para los que ganan un sueldo bajo, también para clases medias y altas», explica Jan Crosby, de la consultora KPMG. Los laboristas hicieron sus cuentas. A un empleado londinense con un buen sueldo le saldría más barato vivir en Madrid y volar a Londres cuatro veces por semana que pagar los 2745 euros al mes que le cuesta alquilar un apartamento de una habitación en Camden. Hasta el príncipe Carlos se ha quejado. Y cita un estudio que pronostica que en 2020 el precio medio de las casas rondará los 780.000 euros. «Esto no es sostenible y ahuyentará a jóvenes con talento que empiezan sus carreras en Londres y tienen que gastarse casi todos sus ingresos en alquiler».
* Vista de la City, el distrito financiero de Londres.
Hay quien lamenta la decadencia de las clases altas tradicionales, apegadas a la monarquía, que van desprendiéndose de las propiedades que han heredado, avejentadas y sobrepasadas por el vigor y el empuje de los jóvenes foráneos, y cuyos descendientes deben competir ahora con príncipes exóticos como el sultán Al Nuami, de Abu Dabi, un estudiante veinteañero de la Brunel University que paga 7600 mensuales por un apartamento, con servicio de doncella, catering de langosta, cancha subterránea de tenis... 
¿El fin de la alta sociedad? 
Peter York, cronista de la alta sociedad desde los tiempos de Lady Di, considera que estamos ante los últimos ejemplares de una clase que se va a extinguir. «En el fondo, estamos hablando de una cuestión candente, la desigualdad, la creciente brecha entre unos pocos y el resto de los mortales, que han puesto sobre la mesa economistas como Thomas Piketty». Y añade: «Hay toda una clase social cuya salida profesional es convertirse en los sirvientes de los oligarcas. Son agentes inmobiliarios, arquitectos y decoradores, chicos de la City que ahora manejan fondos privados de inversión en Mayfair, vendedores de yates en St. James, asistentes personales... En fin, son los mayordomos de los nuevos plutócratas globales». Lacayos de lujo para una nueva estirpe...
Los hijos de los oligarcas
A los megarricos extranjeros que tienen hijos en edad escolar les atrae la selecta educación británica. Las matrículas en los colegios de postín se han vuelto tan caras que están cerrando el paso a los niños ingleses de clase acomodada. Un dato: el 60 por ciento de los residentes del selecto barrio de Mayfair (famoso por ser el más caro del Monopoly) son extranjeros; en su mayoría, árabes y rusos.
¿De dónde vienen esos cochazos?
Los jóvenes en edad casadera traen sus cochazos desde el Golfo por avión, coincidiendo con las vacaciones por las festividades religiosas. El flete puede costar 27.000 euros. Los conductores dan vueltas y vueltas por el centro, a toda velocidad. Los vecinos, furiosos e insomnes, protestan. «Es como tener la parrilla de Le Mans en el dormitorio».
El paraíso de las compras
Los comerciantes de Bond Street contratan personal femenino árabe. Las clientas de Oriente Medio se dejan 2185 euros de media en cada tienda. No solo compran ropa. Transparencia Internacional calcula que 36.000 propiedades se han comprado en Londres con dinero de la corrupción en otros países. Comprar casa se ha convertido en prohibitivo hasta para la clase alta británica.
La vida loca 'in London'
Catar tiene solo dos millones de habitantes, pero el mayor porcentaje de millonarios del mundo. «El problema es que sus jóvenes vienen de sociedades muy cerradas, donde hombres y mujeres no pueden mezclarse y, cuando llegan a Londres, se vuelven locos. Es como un ritual de apareamiento», reconoce el constructor saudí Hishan Alireza.

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