lunes, 8 de febrero de 2016

Confluencias peligrosas...

El ultimátum de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para que este saque de la mesa negociadora a Ciudadanos ha sido un mensaje más en clave de consumo interno que externo. Tanto En Comú como En Marea, las confluencias catalana y gallega, respectivamente, integradas en el grupo confederal de Podemos, son actores políticos soberanos y con condiciones propias para la investidura, difícilmente asumibles por el líder socialista. Ambas confluencias son reacias a un acuerdo con el PSOE y, en cualquier caso, no cederían el testigo de las negociaciones a Iglesias. El líder de Podemos, en una suerte de huida hacia adelante, se ha precipitado en romper la baraja, al no contar con la suficiente fuerza ni hacia afuera (bajo su estricto control tiene a 39 diputados) ni hacia adentro.
La ronda de negociaciones abierta por Pedro Sánchez con los diferentes grupos políticos visibilizó las diferencias entre Podemos y sus confluencias. El PSOE no incluyó como interlocutores a En Comú y En Marea (aunque sí a Compromís, tras desvincularse del grupo parlamentario de Podemos) y estos amagaron con solicitar su inclusión. Hasta el Rey los había recibido por separado, recordaban las confluencias, al tiempo que insistían en su libertad de voto con respecto a Podemos.
La misma mañana, el número dos de la formación emergente, Íñigo Errejón, defendía en público que negociarían “con una sola voz”. Si bien desde En Marea matizaban que preferían hablar de “coralidad” a la hora de definir su papel en las negociaciones, ambas alianzas accedían a no mantener encuentros bilaterales a cambio de estar representadas en el equipo negociador y mantener su libertad de voto. El portavoz socialista, Antonio Hernando, incluso se puso en contacto con En Comú y En Marea para ofrecerles sendos encuentros por separado tras 'olvidar' agendarlos, reuniones que estas declinaron tras trazar una estrategia conjunta con Iglesias.
El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro. (EFE)
El alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro. (EFE)
El equipo negociador no llegó ni a formarse. Iglesias acudió solo al encuentro con Sánchez, pero al contrario de lo sucedido cuando el líder de Podemos lanzó su propuesta de coalición con PSOE e IU tras su primer encuentro con el Rey, las confluencias estaban al tanto de la estrategia a seguir. Esta vez sí conocían los pasos que se iban a dar y eran copartícipes. Subir la apuesta a Sánchezantes incluso de sentarse a negociar. Podemos y sus confluencias exhortaban al socialista a negociar exclusivamente con ellos y descartaban incluso la abstención a su investidura si no formaban parte del Ejecutivo.
El alcalde de A Coruña y uno de los principales impulsores de las mareas gallegas, Xulio Ferreiro, ya había puesto en duda el apoyo de los diputados de En Marea a Sánchez si el PSOE seguía bloqueando los Presupuestos municipales. Y no solo del ayuntamiento del que es regidor, sino también los de Santiago de Compostela y Ferrol, ambos gobernados por las mareas. “Viendo cómo actúa el PSOE aquí, en Santiago o Ferrol, no sé si los diputados de En Marea van a ser muy entusiastas a la hora de apoyar un Gobierno de Pedro Sánchez”, ironizaba.
Por su parte, el portavoz parlamentario de En Comú, Xavier Domènech, se reunía con DiL, enterrando el primer desplante de los independentistas catalanes, para asegurarles que su formación no se movería de su hoja de ruta, la cual incluye el derecho a decidir, vía artículo 92 de la Constitución. Una exigencia para la investidura que ya habían trasladado a ERC en un encuentro previo. Los diputados de En Comú y En Marea condicionan así sus propias agendas en el Congreso a la realidad política de sus comunidades autónomas, teniendo en cuenta sobre todo el pretendido salto del partido de Ada Colau a la Generalitat y el de En Marea a la Xunta, que se mueve ya en clave electoral, con los comicios gallegos previstos para otoño.
Ada Colau, en su primera reunión con Carles Puigdemont. (EFE)
Ada Colau, en su primera reunión con Carles Puigdemont. (EFE)

"Paso corto y mirada larga"

El precipitado rechazo de Iglesias a negociar con Sánchez fue aplaudido casi al mismo instante de producirse por los líderes de las confluencias. Desde el dirigente de Anova, el histórico nacionalista y motor de En Marea, Xosé Manuel Beiras, hasta Domènech; e incluso Mònica Oltra endurecía las condiciones para el apoyo de Compromís instando a Sánchez a elegir entre "Gobierno de cambio" o Ciudadanos. La alcaldesa de Barcelona celebraba por su parte la voluntad de diálogo y de buscar acuerdos concretos para la ciudad tras su primer encuentro con el 'president' Carles Puigdemont.
Desde el PSOE trasladan presión a Iglesias e insisten en que su veto “conduce a que siga gobernando el PP", pero el líder de Podemos mantiene su órdago
De mantenerse los vetos cruzados para la investidura que han anunciado los diferentes grupos parlamentarios, se caminaría hacia la repetición de elecciones. Aparentemente, ninguna fuerza desea este escenario, que según las encuestas no modificaría la correlación de fuerzas. En el último CIS, Podemos gana terreno al PSOE, arrebatándole la segunda posición, lo que para la formación emergente “debería ayudar a Sánchez a elegir entre una de las dos opciones antitéticas que tiene por delante”.
Desde las filas socialistas, trasladan la presión a Iglesias e insisten en que su veto “conduce a que siga gobernando Rajoy". Sin embargo, el secretario general de Podemos mantiene su órdago y sigue provocando al alma “inmovilista” del PSOE para que entre al juego de dinamitar los puentes entre ambas formaciones. El último en estallar, el exvicepresidente Alfonso Guerra, que ha tachado de "infamia" que "unos niños malcriados, que confunden la novedad con la mala educación, se permitan como una pataleta infantil identificar al Partido Socialista como el 'búnker".
Podemos no abraza el escenario de la repetición de elecciones. Su estrategia no es cortoplacista, sino que mira más allá para acabar ocupando el espacio de la socialmocracia que habría abandonado el PSOE. “Paso corto y mirada larga”, suele repetir el Errejón diputado, desembarazado ya de la tan mentada"ventana de oportunidad" que cerraba la estrategia política al ciclo corto.

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