miércoles, 13 de julio de 2016

Juliana dice...

“No se debe amenazar sin tener los medios de cumplir la amenaza”
Nicolás Maquiavelo
Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1531)
La Vanguardia
Mariano Rajoy Pedro Sánchez han decidido jugar fuerte, animados por el efecto óptico de sus respectivos resultados electorales. En este verano traidor, nada es verdad ni mentira, el 26 de junio es del color del cristal con que se mira. Rajoy lo observa a través de un cristal azul: el Partido Popular ha recuperado setecientos mil votos y catorce diputados, seis meses después de la debacle de diciembre. El presidente en funciones ha conseguido derrotar las previsiones más pesimistas, que le situaban por debajo de los 120 diputados. Su cabeza comenzaba a ser subastada en Madrid y ya circulaban listas de posibles candidatos “independientes” para facilitar un compromiso entre populares y socialistas.
Rajoy se siente fuerte y amenaza al PSOE con apretar el botón nuclear –¡terceras elecciones en noviembre!–, si los socialistas no se abstienen en la segunda votación de la sesión de investidura, que probablemente tendrá lugar a finales de julio.
Rajoy y su círculo de confianza deben de estar convencidos de que en noviembre, en medio de una colosal abstención, podrían recuperar la mayoría absoluta. Juegan fuerte. Su advertencia es la siguiente: si el PSOE no se abstiene a finales de julio, no habrá otro intento en septiembre. Rajoy dejará correr el reloj de los sesenta días –dos meses eternos– para forzar las terceras elecciones. ¿Es sostenible esta amenaza? ¿Puede llevarse a cabo sin alimentar la tentación de una alianza de izquierdas con apoyo de los soberanistas catalanes y los nacionalistas vascos, muy difícil, muy difícil, pero no totalmente imposible? ¿Arrasaría el PP en unos terceros y surreales comicios? Rajoy cree que puede quebrar la resistencia de Sánchez, porque su amenaza es durísima.
Sánchez observa el 26-J a través de un cristal rojizo y dice: “No es no”. Otros dirigentes de su partido, especialmente los del PSOE meridional, lo pronuncian de otro manera: “De entrada, no”. Escuela Felipe González, que ya estaría negociando la abstención. Sánchez se está atando al No. Cuantas más veces lo repita, más difícil será desdecirse. Juega fuerte para afianzarse como líder de su partido y líder de la oposición. Dos negativas en julio, para forzar una negociación in extremis en septiembre, momento en el que la abstención socialista podría tener menos coste. Pablo Iglesias le azuza: “Si los socialistas ceden, Unidos Podemos liderará la oposición”.
¿Teme el PSOE unas terceras elecciones? No son pocos los dirigentes del partido que se llevan las manos a la cabeza y afirman que eso sería regalar la mayoría absoluta al PP. Sánchez puede pensar que esas terceras elecciones pulverizarían a Podemos y obligarían a posponer el congreso socialista hasta el año que viene, con más posibilidades para su reelección como secretario general.
Alguien está desafiando a Maquiavelo. Y eso suele acabar mal.

No hay comentarios: