Habrá Gobierno de Mariano Rajoy, habrá legislatura, y no más bloqueo, y no nuevas elecciones generales, las terceras en un año, en diciembre. Se dice pronto. Pero la decisión del comité federal del PSOE, quizá la más difícil y envenenada que haya tenido que tomar en años, inédita desde la Transición —jamás un partido había entregado las llaves de La Moncloa a su adversario natural—, no será ni gratuita ni sanará de pronto todos los males de una formación fracturada, por arriba, entre la dirigencia y con el PSC, y por abajo, con las bases. El tortuoso camino hacia la abstención de los socialistas en la investidura del presidente del PP, aunque producto de un debate sereno y no guerracivilista como el que acabó tumbando a Pedro Sánchez hace solo tres semanas, se ha recorrido muy rápido por la premura de los tiempos, pero a partir de ahora arranca una fase desconocida, y solo el transcurso de los meses dirá si el realojo de Rajoy en el Gobierno es comprendido o penalizado por sus votantes. En cualquier caso, el reloj se pone en marcha de nuevo, y ya sin el dimitido secretario general en el primer plano, al que ni los suyos mentaron ni defendieron largamente durante la reunión del máximo órgano de poder del PSOE.
El pescado ya casi estaba vendido antes de que arrancara este domingo el comité en la sede de Ferraz, en una plúmbea y lluviosa jornada en Madrid. La victoria de la abstención a Rajoy estaba asegurada. Y así fue: tras casi más de cuatro horas de deliberación, el histórico viraje del no al PP a la abstención se consumó por 139 votos a favor y 96 en contra. Después, el asturiano Javier Fernández, jefe de la ejecutiva provisional, anunció que los 84 diputados socialistas, incluidos los siete del PSC, deberán acatar la resolución del máximo órgano, porque su mandato es "imperativo". No habrá, pues, una abstención técnica, de solo 11 parlamentarios, los necesarios para que Rajoy logre su reelección. Todo el grupo deberá asumir la sentencia de este domingo. Y, si no, habrá consecuencias. Un aviso para el PSC, aunque no solo, que no se dio por enterado y permanece aferrado al no.
En el comité toman la batuta Valenciano y Blanco, y también dan la cara Díaz y Fernández Vara, pero Page, Lambán y Puig prefieren resguardarse
Tanto o más importante que la decisión final, la abstención, era la puesta en escena. La comisión gestora que gobierna el PSOE y las federaciones alineadas con ella buscaban una reunión de contraste. Un cambio de aires y de clima. El primero, el relevo de la mesa encargada de encauzar el debate. De una sevillana Verónica Pérez que se vio desbordada el pasado 1 de octubre, se pasó a otra encabezada por un veterano, el eurodiputado Pepe Blanco, acompañado por la cabeza del partido en Bruselas, Carmen Madrid, y la líder de las Juventudes en Granada, Mariola López. Una mesa de la cuerda de Ferraz y que no hizo falta ni votar porque no se presentó una contrapropuesta.
Tras la constitución del comité con 237 acreditados con derecho a voto —de los 259 totales—, se presentaron las dos resoluciones a debate. La europarlamentaria Elena Valenciano, la fiel escudera de Alfredo Pérez Rubalcaba, de vuelta plena a la primera línea, defendió el texto [aquí en PDF] que apostaba por el no en la primera votación de investidura y abstención en la segunda para "desbloquear la excepcional situación institucional que sufre el país". Texto por cierto confeccionado a varias manos, entre ellas las de varios barones y el portavoz de la ejecutiva de transición, el andaluz Mario Jiménez. El alavés Txarli Prieto se encargó de abanderar la postura contraria [aquí en PDF], que advierte de que permitir la reelección de Rajoy "supondrá lastrar el futuro del PSOE como alternativa a la derecha" y solo servirá para "retrasar unos meses la repetición electoral".
Más palabras del no
Se pidieron 54 turnos, 32 de ellos a favor del no. Blanco ejerció como el experto jefe del aparato que fue durante 12 años. Alternó las palabras de abstencionistas y de defensores del no, y limitó las intervenciones a cuatro minutos, aunque a medida que avanzaba la mañana fue recortando los tiempos. Así, imprimió agilidad a la deliberación y consiguió que se procediese a la votación pública y por llamamiento a las 14:30 clavadas. El resultado, 139 delegados a favor del texto defendido por Valenciano (58,65%) y 96 en contra (40,51%) —más los dos que no emitieron su voto, uno de ellos el presidente-portavoz del grupo, Antonio Hernando, que tuvo que marcharse antes—, reflejó que la división interna no se ha mitigado. La diferencia fue de 43 sufragios, frente a los 25 que sirvieron para liquidar a Sánchez, pero este domingo ya no podían votar los sanchistas de la ejecutiva disuelta, y apenas hubo delegados que cambiaran de trinchera. La fractura con una parte de la militancia entregada al "no es no" es palpable.
El debate fue "franco, duro y respetuso", como lo definió Fernández. No hubo reproches directos ni advertencias de qué ocurrirá si consuma su 'rebelión'
El debate fue "franco, duro y respetuoso". La definición la dio Fernández, pero la compartían oficialistas y críticos. No hubo salidas de tono, ni sobresaltos, ni lloros, ni gritos como hace tres semanasS. Todo fluyó con normalidad, dentro de la tensión que domina al PSOE y el atrincheramiento de posiciones. Entre los defensores de la abstención, destacaron las intervenciones de Guillermo Fernández Vara, José María Barreda, Ciprià Císcar, Ramón Jáuregui, Eduardo Madina o Abel Caballero. Más Susana Díaz, claro, que no obstante no pronunció la palabra maldita. Entre los partidarios del no, fueron relevantes las palabras de Miquel Iceta, Patxi López, Pepe Borrell, Óscar López o la presidenta de Baleares, Francina Armengol.
Los argumentos ya eran conocidos y estaban plasmados en sendas resoluciones. No hubo reproches directos a un Iceta que reclamaba comprensión a sus compañeros ni advertencias de que el PSC puede acabar fuera de los órganos federales. Pero el valenciano Císcar sí le recordó que su partido permitió la investidura de Artur Mas en 2010, una formación conservadora y con casos de corrupción en su expediente, y este le agradeció su "alto sentido institucional", como también trajo a colación que Patxi López pudo ser lendakari gracias al apoyo del PP. El madrileño David Lucas y el extremeño Paco Fuentes, a su vez, insistieron en que la decisión del comité debía ser acatada por todo el grupo, sin excepciones. La presidenta andaluza, por su parte, pidió "unidad y responsabilidad" para estar todos los socialistas "juntos", y subrayando que no quiere "una IU grande", ni "entregar el fusil, cambiar de traje" y entregarse a Podemos. "Yo quiero salir a combatir en un terreno hostil", remachó.
Los sanchistas, sin embargo, mostraron músculo y advirtieron de que facilitar el Gobierno a Rajoy hará perder el "crédito" y la "coherencia" del partido y lo hundirá electoralmente en el futuro. El secretario de Castilla y León, Luis Tudanca, acusó a los barones de haber provocado el "incendio" que impide al PSOE acudir a elecciones con garantías. Iceta demandó "respeto" a la posición del PSC. "Somos alternativa, no comparsa", enfatizó combativa Armengol. Borrell, que defendía una abstención con contrapartidas tras el 26-J, sostuvo que las circunstancias han cambiado y era mejor ir a elecciones. Y por la noche, por cierto, coronó su mayor exposición pública de las últimas semanas, del lado de Sánchez, dejando la puerta abierta a regresar a la política para defender los cambios en el PSOE en una entrevista en 'El objetivo' de La Sexta.
Se sienten "crucificados"
No se oyeron, sin embargo, las voces de significados presidentes autonómicos: ni el valenciano Ximo Puig, ni el manchego Emiliano García-Page, ni el aragonés Javier Lambán. Los tres votaron abstención y antes decidieron no hacer declaraciones públicas y delegar su representación en tres dirigentes: Ciprià Císcar, José María Barreda y Víctor Morlán. Los tres barones sienten que ya les han "crucificado" bastante, son conscientes de las divisiones en sus territorios (sobre todo en Valencia) y no quieren dar razones adicionales a Podemos, que sostiene sus ejecutivos desde fuera. Díaz y Vara sí dieron la cara, pero ambos no dependen de la formación de Pablo Iglesias.
Los oficialistas se sorprenden de que los sanchistas no hayan reindicado al exlíder y pongan sus ojos en López. Estos alegan que el debate era otro
Pero tampoco se oyeron menciones al ex secretario general. A nadie pasó desapercibido. "Los sanchistas han matado a Sánchez", "muerto el rey, los suyos están ahora más centrados en controlar sus territorios", "el sanchismo irá diluyéndose", valoraban los afines a la gestora. "Es que ha sido brutal. Podrían haberle reivindicado, haber defendido su tesón, su legado. El problema es que les sobra. Los sanchistas se han hecho de Patxi López. Él recoge mucho mejor el capital del no", abundaba una dirigente de primer nivel. Y no era la única integrante del comité que observaba en "el discurso-mitin" del exlendakari y expresidente del Congreso una apuesta de futuro de los herederos del exlíder.
El 'olvido' de Sánchez en la reunión, según sus fieles, había sido intencionado. Varios de ellos explicaban después que habían acordarlo "sacarlo del debate sobre la investidura", no implicarle en la cita de este domingo, porque la discusión basculaba en torno a la abstención a Rajoy. "La defensa del no es apoyar a Pedro", zanjaba por su parte un mando del PSE. La voz del ex secretario general, ausente en el comité, sí se hizo oír desde Twitter, en un mensaje que a muchos sonó a postulación o, cuando menos, a un aviso de que sigue estando ahí y quiere erigirse como el jefe de las bases.
"Que se confíen, que se confíen, que ya verán", advertía un fiel diputado sanchista. Los próximos al exlíder para nada se creen derrotados, por mucho que hayan perdido dos votaciones en el comité en menos de un mes. Creen que el 40% de apoyos cosechado este domingo es una base sólida para dar la batalla y competir en el próximo congreso. Y se congratulan de que su peso no haya mermado: el 1 de octubre sumaron 107 respaldos por los 132 amarrados por los barones. Ahora la correlación es de 139-96. Solo 11 apoyos menos, cuando eran 14 los miembros de la ejecutiva que perdieron su silla tras la caída de la ejecutiva. "Esperábamos este resultado, nada nos ha sorprendido", aseguraba un alto cargo de los actuales críticos.
El PSC no recula
Tras el comité, se reunió por pocos minutos la gestora para decidir el traslado de la resolución aprobada al grupo parlamentario. Los sanchistas Xisco Antich (Baleares) y Paco Ocón (La Rioja) incidieron en que la gestión de la abstención se administre de forma "sensible, inteligente", sin ahondar la fractura interna. Ambos fueron 'auxiliados' por el valenciano José Muñoz, que también advertía de que la decisión, "estratégica", debía "meditarse con calma". Pero los demás miembros de la cúpula, encabezados por Fernández y Jiménez, insistieron en que la abstención debía ser global. Y así lo trasladó el presidente asturiano a los medios. Tenía la anuencia de los barones, hasta de aquellos más proclives a una abstención técnica (Lambán, Page y Puig), a la vista de "la actitud de los dirigentes del PSC y de los 'rebeldes' y por la negativa de Baleares y Cataluña a colaborar". Prospera así un empeño de Díaz. Ella ganaba su pulso, fundamental para rehacer su marca.
Fernández impone la abstención total tras una reunión de la gestora y con la anuencia de los barones. Es un primer pulso ganado por la baronesa andaluza
El trabajo de la cúpula provisional en los próximos días será "persuadir" a los díscolos. No quiso adelantar qué sanciones adoptará Ferraz si no hay marcha atrás. Eso vendrá después. Pero Andalucía ya adelantó que la indisciplina no saldrá gratis: fuentes muy cercanas a Díaz remarcaron su convencimiento de que el PSC "asumirá" la orden emitida este domingo. "El PSC quiere estar con el PSOE. Si no, no hubiera votado", señalaban.
El PSC no piensa recular. Iceta enhebró a puerta cerrada un discurso conciliador, y también a la salida, recalcando que los socialistas catalanes quieren seguir "caminando juntos" con el PSOE. El primer secretario reunirá a su consell nacional el martes, pero no se prevé ningún giro: defenderá que los siete diputados del PSC mantengan el no a Rajoy. La tensión también se reproduce con el PSOE balear: Armengol se marchó ayer de Ferraz con la promesa de que sus dos diputados, Sofía Hernanz y Pere Joan Pons, mantendrán la "coherencia". En los próximos días, se irá conociendo hasta dónde llega la fractura del grupo, aunque son seguras las deserciones de la independiente Margarita Robles y de la aragonesa Susana Sumelzo. El vasco Odón Elorza promete votar "en conciencia". Y pervive la duda de qué hará Sánchez: si dejará antes su escaño, si acatará el mandato del comité o lo desobedecerá o se ausentará en la votación de investidura.
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