La Vanguardia-
Los protagonistas y su lío, o, lo que es lo mismo, ¿qué pasará con ellos ahora que hoy ya es ayer y el mañana se complica? El PSOE acaba de pasar otra agria pantalla, después del aquelarre contra su secretario general, y se dispone a vivir su momento más triste. Más allá del abanico de posiciones que cohabitan (poco y mal) dentro del partido, desde la abstención pragmática al no convencido, lo cierto es que el sapo de la investidura es indigesto para todos. Ayudar a que alguien como Rajoy vuelva a ser presidente no debe resultar fácil ni para los entusiastas de la abstención. Pero pasado el trance, lo que vendrá será un rosario de la aurora para las huestes socialistas, porque no sólo se vota una investidura sino que se debe vivir con un gobierno del PP, al que deberán apoyar cada vez que peligre la legislatura. El PSOE ha hecho este atribulado viaje para ganar tiempo antes de una contienda electoral, y ese tiempo es el que lo arrastrará por el lodo. Cada votación y cada acuerdo será otra herida en la carne trémula de los militantes y votantes socialistas, y el equilibrio en la cuerda floja provocará muchas caídas.
De momento, tenemos los nombres propios de la contienda, y ni uno de ellos sale indemne, empezando por Pedro Sánchez, que ha pasado de ser un líder a ser un símbolo, y los símbolos acostumbran a quemarse por el camino. Es cierto que hoy cuenta con la mayor credibilidad del PSOE entre sus bases, pero es difícil que esa aureola se mantenga dentro de unos meses. No olvidemos que la política tiene memoria de pez, y la desmemoria siempre conlleva ingratitud. Luego están los tapados del complot, con Rubalcaba de gran maestre de la ceremonia y Felipe actuando de padre padrone. Es cierto que tienen una naturaleza ignífuga que los convierte en supervivientes de todos los fuegos, pero son viejos dinosaurios de un tiempo pasado y su conspiración en las sombras no soportará el foco de las luces públicas. Felipe no puede estar más desprestigiado y no es imaginable que vuelva a comandar un nuevo complot en otros idus de marzo.
La tercera en discordia es la más visible y la que ha quedado más chamuscada, no en vano Susana Díaz se ha dejado usar con tanto desparpajo como falta de inteligencia. El resultado es una imagen de sultana prepotente, poseída por un ataque de prisa y con un estilo barriobajero que ha dejado, tras de sí, un páramo donde no crece la hierba. Si un día fue la promesa de todo, hoy no parece que prometa nada. Luego están los pequeños barones y sus lenguas desmesuradas, con Catalunya en la boca, no fuera caso que el tema catalán no sirviera para todos los descosidos. ¡Qué fatiga de sonsonete por España y olé, y qué poca categoría de discurso! Y por último está el feliz Iceta, que ha jugado sabiamente sus cartas. Merece artículo aparte, pero avanzo hipótesis: es el único que sacará boleto para el baile.
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