Javier Gónzalez-Público.
Soy uno de los estudiantes que participó en la protesta contra Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid, el pasado miércoles 19 de octubre, y he decidido expresar lo que pienso sobre el linchamiento mediático que se está produciendo sobre los y las estudiantes, cuya única intención era hacer público su rechazo hacia el expresidente González. Ya que solo se ha escuchado la voz de los medios, controlados en buena medida por uno contra los que iba dirigida la protesta, creo necesario hacer llegar a la opinión pública la voz de los y las que participamos. Lo que a continuación escribo es completamente personal, no representa ni a un grupo de personas ni a un colectivo, pero creo que muchos y muchas participantes estarán de acuerdo con ello.
Primero quiero dejar claro que la convocatoria de la protesta no estaba firmada por ninguna asociación, precisamente porque los y las estudiantes se sumaron a título personal. Tampoco tiene nada que ver con la acción Podemos. Siento decirles que la inmensa mayoría de los y las participantes no es, precisamente, defensora de este partido político. Intentar vincular la protesta con este partido con el argumento de que las proclamas coreadas eran muy similares a las dichas por miembros de este partido no demuestra la relación de este con la protesta. Lo que se reivindica está presente en la vida de esta sociedad y no es cosa de unos pocos, sino un tema de gran alcance y relevancia.
El País llama cobardes a los y las que protestaron, porque muchos y muchas llevábamos la cara tapada. Ojalá pudiéramos participar en acciones amparadas por la libertad de expresión y perfectamente dentro de los márgenes de la democracia, sin tener que tapar nuestros rostros, pero por desgracia no es posible por la Ley Mordaza y otras medidas represivas que llevan a cabo las instituciones. Buena muestra de esto es la información que afirma que la UAM va a analizar las imágenes para identificar a los y las estudiantes que participaron y tomar medidas. Estas medidas podrían significar en la práctica una condena con represalias académicas, con el objetivo de meter miedo para intentar que las voces críticas no sean expresadas.
También se ha aludido a estas caretas que cubrían las caras como un instrumento de apoyo a miembros de ETA, concretamente en el periódico La Razón. Esto es ROTUNDAMENTE falso. Los nombres son de víctimas civiles de los GAL, que nada tenían que ver con ETA o su entorno. Excepto Lasa, elegido por su relevancia como primera víctima de este grupo terrorista, cosa que no muestra el apoyo a un grupo terrorista, sino el rechazo de toda violencia y cualquier acto terrorista, independientemente de contra quien vaya dirigido. Porque nosotros sí que sabemos condenar el terrorismo venga de donde venga, no solo cuando nos interesa para sacar réditos políticos.
Los símbolos, a los que también aluden La Razón y otros medios, como la pancarta alusiva al acercamiento de los presos de ETA o alguna bandera, no son representativos del conjunto de la protesta, sino símbolos que exhibieron individualmente algunos participantes. Los organizadores no querían símbolos en la manifestación al margen de los alusivos a los motivos de la protesta, pero cuando participa tanta gente, cualquiera puede decidir libremente mostrar sus símbolos, aunque estos no representen los motivos ni objetivos de la protesta.
Todos los medios coinciden en resaltar el carácter violento de la protesta, e incluso una reportera de una cadena de televisión llegó a decir que había sido recibida a puñetazos. Esto es falso, otra muestra más de las mentiras y manipulación de los medios. Cuando se organizó la protesta, se dejó claro que era pacífica, que no se quería que hubiera violencia alguna y que esta era rechazada. El motivo que usan para hacer estas afirmaciones se refiere a un momento muy concreto y aislado, en el que algunos y algunas participantes, aprovechando que abrieron la puerta para dejar pasar a unos asistentes a la conferencia (a los que no se les impidió acceder, al contrario: se les abrió un pasillo para que pasaran), intentaron acceder a la sala, acción que se topó con la oposición de los encargados de controlar las puertas de acceso. En ese momento se produjo un forcejeo que consistió en empujones, de unos para acceder y de otros para impedirlo. Esa fue toda la violencia que se registró. Por lo tanto, no podemos extrapolar lo sucedido en un momento específico a toda la protesta, ya que no fue el centro ni la tónica de esta.
A raíz de la protesta se ha generado un debate sobre la libertad de expresión. Pues bien, los que han saltado como sus máximos defensores deben saber que la libertad de expresión ampara, también, mostrar tu descontento con que ciertas personas den conferencias en tu universidad: esto es legítimo y un claro ejercicio de los derechos democráticos. Antes de que nadie me critique por decir esto, argumentando que la libertad de expresión es para todos y todas y que a González y Cebrián se les coartó, espero que quede claro que estas personas se expresan libremente cuando, donde y como quieren, ya que tienen en su poder el control de los medios.
De igual modo, en la universidad nadie les prohibió la entrada o les “tapó la boca”. Ellos decidieron marcharse para no enfrentarse a las verdades que se les gritaban. Ojalá hubiera salido González a rebatir los argumentos, pero no lo hizo porque no puede, porque los hechos están ahí.
Creo además que es perfectamente legítimo y democrático rechazar la presencia de quien ha vulnerado los Derechos Humanos, siendo el responsable político de un grupo terrorista montado por el Estado (los GAL), y más cuando viene a hablar sobre la crisis de los refugiados en Europa o apoyando el TTIP o el CETA, dos tratados que terminarán con la democracia tal y como hoy la conocemos. Que González venga a hablar sobre la democracia de las instituciones europeas es reírse en la cara de todos y todas; algunos estudiantes no queremos que quien intenta reírse de nosotros y quien contribuye a agrandar las desigualdades sociales venga a la universidad.
Me quedo con una frase que leí en una red social y que decía más o menos que parecería que los responsables de atentados, del terrorismo de Estado y de los asesinatos de inocentes sean las y los estudiantes de la Autónoma. Nuestra protesta ha recibido más condenas que la actividad de los GAL. Deberíamos hacérnoslo mirar y revisar qué pasa con nuestros principios para que un acto de protesta estudiantil sea criminalizado de una forma que ni se acerca a las reacciones que genera el terrorismo de Estado. Quiero pensar que los lectores y lectoras de la prensa, que los telespectadores y telespectadoras y los y las oyentes de la radio, es decir, la sociedad, es suficientemente madura y librepensadora como para mirar de una manera crítica la información de los medios afines al poder y elaborar su propia conclusión sobre los hechos.
La mayoría de los medios no transmiten la información, sino que la transforman a su gusto y la transmiten de la manera que más les conviene para emitir el mensaje que consideran adecuado a sus intereses. Antes de juzgar, analicemos bien las situaciones, miremos toda la información y adoptemos una posición crítica que nos permita estar prevenidos ante la manipulación. Si hacemos esto, los medios cercanos al poder perderán su influencia de creación de opinión y estaremos más cerca de ser una sociedad libre.
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* Javier González, nombre ficticio de un estudiante de la UAM, ha preferido no firmar este texto con su nombre por temor a represalias legales y académicas. El consejo editorial de CTXT, que tiene por costumbre no publicar tribunas anónimas, ha aceptado pseudónimo y texto atendiendo al valor del testimonio y comprendiendo el temor del estudiante a ser incriminado por la Ley de Seguridad Ciudadana, pese a declarar que su objetivo era rechazar el acto universitario y no impedirlo. El consejo de CTXT lamenta que la conferencia no se celebrara.
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