miércoles, 26 de octubre de 2016

Cultura Bancaria...



John LeFevre (Texas, 1979) vive retirado junto a su mujer y sus dos hijas a las afueras de Houston. “Rodeado de aburridos jubilados blancos”, dice. Allí camufla una vida pasada. En ella, el alcohol, la cocaína y las prostitutas eran el día a día. Como empleado de Salomon Brothers, después parte de Citibank, cerraba emisiones de bonos millonarias y a la vez vivía una vida que se arrimaba a lo salvaje.
Pasó por Nueva York, luego Londres y finalmente Hong Kong, donde el desenfreno fue absoluto. Vivió los años previos a la crisis a lo grande, pero sin dejar de lado sus obligaciones.
Lo retrata en Directo al infierno (Deusto). Un libro en el que combina supuestas peleas con el futbolista Wayne Rooney en un bar, noches de incontables visitas al baño para esnifar cocaína o comidas interminables con descripciones minuciosas de cómo es el mundo financiero por dentro. Trampas e ilegalidades incluidas.
Ya alejado de ese mundo, en 2011 lanzó la polémica cuenta de Twitter @GSElevator, en la que se recogen conversaciones oídas en los ascensores de Goldman Sachs y otras grandes de las finanzas. Un recopilatorio de lo mejor y lo peor de la cultura financiera de Wall Street.
En diálogo con La Vanguardia, repasa todo lo que es y ha sido.
Después de tanto vivir al límite, ¿hubo algún momento en el que dijeras “ya he tenido suficiente”, un punto de inflexión?
Al final de 2010 dejé la firma que ayudé a nacer, una asesora del mercado de capital. Me uní a Goldman Sachs. El que entonces era mi jefe me dijo que era una gran oportunidad. Nos dimos la mano, me deseó lo mejor. Una semana después amenazó con denunciarme por incumplimiento de contrato. Fue un tira y afloja durante dos o tres meses. Al final desistí de ir a Goldman. Ese proceso fue el punto de inflexión, me hartó.
El desenfreno como vidaMe di cuenta de que era una existencia sin alma, monótona”
En realidad estaba harto del estilo de vida: trabajar duro doce horas al día y luego salir y beber... Cada noche salir con clientes. Ni recordaba como volvía a casa. Y al día siguiente levantarse a las siete de la mañana. Los fines de semana me sentaba al borde de la piscina y no hacía nada. Me di cuenta de que era una existencia sin alma, monótona.
¿Qué puedes contar de esa breve relación con Goldman, ese referente todopoderoso?
He hecho cientos de tratos con ellos. Y cientos de tratos con otras entidades. Eso me permitió entender la cultura propia de cada uno. En Goldman son rígidos, jerárquicos. Se toman muy a pecho ser de Goldman. Demasiado.
Lo que más me perturbó es que se consideran ‘seres humanos’ por el hecho de trabajar ahí (el autor da a entender que consideran que los demás no lo son por no ser empleados de Goldman). Cuando los demás salíamos lo que queríamos era beber, divertirnos, relajarnos. Cuando salíamos con uno de Goldman todo el rato sacaba en cara que trabajaba ahí. Su forma de hablar con una chica de un bar era darle su tarjeta de visita del banco... Era un poco triste.
Lloyd Blankfein es el máximo responsable en Goldman Sachs, una de las entidades más ligadas a la cultura de Wall Street
Lloyd Blankfein es el máximo responsable en Goldman Sachs, una de las entidades más ligadas a la cultura de Wall Street (Patrick T. Fallon / Bloomberg)
¿Que gente así maneje las finanzas debe preocuparnos?
Definitivamente sí. Muchas de las personas que salen en el libro siguen trabajando en la banca y están en posiciones de mando muy altas. Son todos esos que en el libro están de fiesta toda la noche, que cuentan chistes racistas, que se burlan de las mujeres y se drogan. Tienen mucha gente a su cargo, a la que transmiten esa cultura.
Antes de la crisis abrazábamos ese comportamiento. Salir de fiesta y empalmar luego con el trabajo, beberse cuatro botellas de vino en la pausa para comer... Era sabido. El hecho de que pudieras hacer todo eso y aun así hacer un buen trabajo nos enorgullecía. Después de la crisis una de las cosas que ha cambiado es que ahora es más discreto, más escondido. Aun así la mentalidad no ha cambiado tanto.
Sobre la cultura de la bancaPierdes la noción de la realidad moral y éticamente, de lo que tiene importancia”
¿Te arrepientes de algo?
En absoluto. Sé que no es sano. Pero cada cosa que he hecho me ha llevado hasta donde estoy ahora: una vida feliz con mi mujer y dos hijos. Así que es imposible arrepentirse. Hice algunas cosas... Pero ese es el tema con la banca, si te centras tanto en hacer dinero, en llevarte bien con tus jefes, en que te asciendan, pierdes la noción de la realidad moral y éticamente, de lo que tiene importancia.
Cuando estaba trabajando hice muchas cosas malas. Robábamos clientes, salíamos toda la noche, nos metíamos con la gente. En su momento ni pensaba en lo que hacía, pero ahora miro atrás y me doy cuenta de lo terrible que eran. Aunque me divertí mucho en ese momento.
La lista de libros y películas que retratan el mundo de las finanzas, como 'El lobo de Wall Street', dotan de un aura de 'todo vale' al sector
La lista de libros y películas que retratan el mundo de las finanzas, como 'El lobo de Wall Street', dotan de un aura de 'todo vale' al sector (Archivo)
¿Os preocupabais más de vivir la vida que de cerrar tratos?
La única razón por la que todos teníamos permitido actuar así es porque éramos muy buenos en nuestro trabajo. Sí, describo muchos comportamientos salvajes o alocados, pero ahí estaba cada mañana en mi escritorio trabajando hasta bien entrada la noche. No estoy diciendo que fuéramos genios: era un momento en el que el mercado iba bien y los tratos se cerraban sin mayores dificultades. Pero trabajábamos duro, y eso nos permitía ese estilo de vida.
¿Crees que alguien que quiera entrar en el mundo financiero te ve como un modelo a seguir? ¿Que aspire a ese estilo de vida?
Normalmente estas historias van de un ascenso y una caída. Siempre hay alguna lección moral. Yo no hago eso. Dejo que la gente sea la que juzgue, que haga la conclusión que quiera. Así, tienes a unos que dicen que describo a gente horrible haciendo cosas horribles y que aprecian que se saque a la luz ese comportamiento. Y también tienes gente que dice que es un estilo de vida increíble y que por eso mismo quieren trabajar en Wall Street...
¿Y para ti qué es? ¿Bueno o malo?
Sería bastante crítico de la cultura bancaria. Sí, han cambiado muchas cosas desde la crisis, pero sigo siendo muy crítico.
¿Lo más reprochable?
Aún hay comportamiento poco ético. Queda, de forma sistémica, mucha confabulación y corrupción. El comportamiento sigue siendo sexista, racista, misógino, clasista. Los banqueros se crecen mucho en su papel, les pagan demasiado por lo que hacen, se creen los más listos del mundo... Actúan como si estuvieran curando el cáncer. Pero podrías coger a un mono y que sustituya muchos de los puestos en la banca y haría un trabajo igual de bueno. No es tan difícil...
Imagen de un distrito de Hong Kong, principal escenario de la carrera de Lefevre
Imagen de un distrito de Hong Kong, principal escenario de la carrera de Lefevre (Tengku Bahar / AFP)
Dices que a los banqueros les pagan demasiado. ¿Lo pensabas mientras trabajabas?
Mientras trabajaba creía que no me pagaban lo suficiente. Cuando tenía 26 cobraba unos 500.000 dólares al año. Los que estaban por encima mío cobraban el doble o cuatro veces más. Aun así intentaba seguir el tren de vida de los otros. Si ganaba 100 gastaba 100.
La premisa era que 500.000 no eran nada porque al año siguiente estaría ganando 800.000. Y al siguiente 1.000.000. Miro atrás y pienso, ¿me merecía esos 500.000? No me los merecía. ¿Me los tendrían que haber pagado? Tampoco. ¿Podría un idiota haber hecho lo mismo? Sí.
El balance del sectorNo son unas pocas manzanas podridas, es la manera en que son los bancos”
Terminemos con una mirada al futuro. ¿Qué pensarán tus hijos de su padre cuando lean el libro?
Que es más un reflejo de una cultura que de mí. Cuando mi mujer lo leyó ni me reconoció. Dijo que no es la persona que ella conoce. Lo cierto es que la gente lee este tipo de libros y piensa que el protagonista es una manzana podrida o que sólo hay unas cuantas manzanas podridas. Pero mi experiencia dice que esta es la cultura que hay en todos los bancos, de arriba a abajo. No son unas pocas manzanas podridas, es la manera en que son los bancos.

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