Xavier Domènech (Sabadell, 1974), es historiador, profesor universitario y hombre fuerte de Ada Colau en Madrid como líder de En Comú Podem en el Congreso de los Diputados. Esta candidatura supuso el primer salto de los comunes fuera de la esfera municipal, una avanzadilla institucional para experimentar y ensayar su próximo objetivo: constituir un partido catalán a nivel autonómico. Desde hace varios meses, los comunes se encuentran inmersos en la construcción de este nuevo sujeto político, que pretenden tener listo en febrero de 2017, fecha en la que calculan celebrar su asamblea fundacional, y llegar con la antelación suficiente para dar la batalla en las próximas elecciones autonómicas. Unos comicios que En Comú afronta en clave constituyente, rompiendo así la dinámica plebiscitaria del 27-S. Esto último fue una de las principales razones por las que decidieron mantenerse apartados de esta batalla, evitando implicarse en la candidatura formada por sus aliados naturales, Podem, ICV y EuiA, bajo las siglas, fracasadas, de Catalunya Sí que es Pot.
PREGUNTA: Están construyendo un nuevo partido político a nivel autonómico en Cataluña. ¿Cuál es el análisis de las situación del que parte y qué referentes ideológicos tiene?
RESPUESTA: Partimos de la constatación de que tras ganar las elecciones el 20-D nos habíamos convertido en el principal sujeto político de las clases medias que más habían sufrido las crisis, pero que era transversal en los resultados. Cuando empezamos la campaña nos situaban como quinta fuerza, pero ganamos, por decirlo gráficamente, tanto en la ciudad más grande de Cataluña como en el pueblo más pequeño, que es Sant Jaume. Tenemos un espacio político muy transversal, no solo urbano, sino también rural, a pesar de tratarse de una propuesta electoral armada en poco tiempo. Veníamos de varias confluencias exitosas y debíamos caminar hacia un nuevo espacio político para dar respuesta a tres grandes crisis: de desigualdad, de deslegitimación del sistema y pérdida de soberanía, y de plurinacionalidad. La nueva política tiene pocas referencias ideológicas porque surge como impugnación a las izquierdas tradicionales. Es evidente que cuando planteamos políticas nos movemos en el keynesianismo, y esto es un debate que vamos a tener porque no nos podemos mover solo en eso. La socialdemocracia ha dejado de tener valor, pero el mundo también ha cambiado, existen agotamientos sistémicos, de desigualdad, desarrollo económico, energéticos... Tenemos que pensar en políticas institucionales que tengan que ver con políticas redistributivas. Necesitamos un partido político que vaya más allá de la práctica institucional.
P: Uno de los problemas que señala, la desigualdad, que es uno de los más importantes que afronta nuestra sociedad, no ha encontrado una solución clara en Podemos ni en sus confluencias. Hay opciones, como el populismo de derechas, que tratan de cambiar la dirección de la economía mediante el proteccionismo. IU ha propuesto el plan de trabajo garantizado. En vuestro caso, la economía es un área que queda por definir.
Tenemos que pensar en políticas institucionales relacionadas con políticas redistributivas
R: Cuando llegamos al Ayuntamiento de Barcelona, que hacía políticas entre neoliberales y socialiberales, que es donde ha ido a parar la socialdemocracia actual, nos dimos cuenta de que por un lado teníamos que ordenar el petróleo de la ciudad, que es el turismo, pero también generar redistribución hacia los barrios. Al mismo tiempo, debíamos intentar que el Ayuntamiento explorase nuevos modelos económicos. Es más fácil a nivel municipal, es cierto, porque ahí puedes hacer cosas en la economía social, en el cooperativismo y con la moneda local, pero también hay que pensar otros modelos de la economía, de la energía y de la ecología. En todo caso, es difícil pensar en el sostenimiento del capitalismo actual. Un dato que digo de memoria: en 1980 la proporción entre capital virtual, activos financieros, y el real era de 4 a 1. En 2006 había llegado al 16 a 1. La desproporción es manifiesta, y la crisis es en parte eso, una pirámide especulativa brutal. Es el casino del que hablaba Keynes, solo que lo estamos pagando los ciudadanos.
P: Si eso es así, razón de más para proponer otros modelos económicos que excedan del ámbito municipal, ¿no?
R: Sí, tienes razón, pero la escala local nos permite explorar modelos que se puedan llevar a lo global. Además, ese margen que tienes en lo pequeño a veces cambia sustancialmente la vida de las personas. En todo caso, ese es uno de los grandes debates actuales, cómo construimos nuevos circuitos. Nos movemos en modelos que se construyeron políticamente en el siglo XIX, como el del Estado-nación, que es importante en nuestro país, donde el debate es cuál es la nación y cuál el Estado, pero hoy las cosas son diferentes. En el Ayuntamiento de Barcelona estamos interactuando constantemente con ciudades como Nueva York o París. Lo local tampoco es igual que antes. Tampoco se trata de que queramos que todo circule por el lado del municipalismo, y tampoco podemos hacerlo. Más allá del posicionamiento ideológico de cada uno, es evidente que nuestro sistema está dando síntomas de agotamiento. El capitalismo es muy joven, tiene 200 o 300 años, que es poco en términos históricos, pero se puede decir que el que se conoció tras la Segunda Guerra Mundial, los 30 años gloriosos de estabilidad, no representa su normalidad. Esa no es su historia, que está hecha de crisis y de convulsiones. Y ahora se ha convertido en mundial, lo que le da un poder enorme, y muestra una capacidad de transformación inaudita. Hay muchos síntomas de que debemos trabajar para encontrar nuevos modelos económicos, que afronten esas conexiones globales pero que puedan ser autocentrados.
P: Su apuesta tiene semejanzas con la que ya llevaron a cabo las CUP hace más de una década. ¿Qué interacciones existen con estas candidaturas y qué diferencias los separan?
Esquerra Republicana de Catalunya no ha planteado ninguna alternativa de izquierdas en donde gobiernaR: La CUP, a pesar de que es vedad que expresa ideas nuevas, apuesta por ideas fuertes, desde un espacio comunista, independentista o de los Països Catalans. Gente próxima a nosotros viene de las CUP y del activismo social. Yo mismo y Ada Colau venimos del activismo social de años, pero la crisis cambia mucho la relación entre movimientos sociales y política. Nuestra construcción tiene que ver más con acuerdos de futuro que con adhesiones a tradiciones ideológicas, como las CUP. Esto lleva a veces a confusiones, nosotros nos apoyamos en tradiciones propias de Cataluña, como la tradición libertaria y el catalinismo popular. Otra fuente son los partidos políticos fuertes de la izquierda tradicional que hicieron una reflexión del 15-M entendiendo que habíamos cambiado de época, y que había que buscar marcos nuevos. Todo ello es lo que construye el espacio de los comunes.
P: En los nacionalismos recientes existe la idea de que en un mundo global, solos competirían mejor. Es el caso de Escocia, que pensaba que podría establecer lazos más firmes con los países escandinavos, pero también de Cataluña. Sus élites y parte de su población creen que es un país avanzado que tendría grandes posibilidades de competir globalmente si no fuese arrastrado por la rémora que constituye España.
R: En En Comú Podem estamos en un momento en el que sabemos que hay que hacer nuevos proyectos, pero también debemos volver a los orígenes. El combate por la democracia, que estaba en el centro del 15-M, parecía algo muy nuevo, pero tiene gran parecido con movimientos de la contramodernidad. Un ejemplo: la primera sociedad popular que nace en Gran Bretaña en 1794 es la sociedad de correspondencia, seis tipos que se reúnen en el bar y hablan de lo mal que están los tiempos y deciden que la solución es que todo el mundo pueda votar. Mandan cartas a gentes de otros lugares para que funden otras sociedades, y eso provoca que en diez años se manifiesten centenares de miles de personas. Nuestro mensaje es también un retorno a los orígenes porque somos más fuertes cuando construimos juntos. El lema básico para mí es libertad, igualdad y fraternidad. Y el último término es importante, porque es desde el cual se pueden construir los dos primeros. Por eso nuestra posición es la de generar profundas alianzas con otras fuerzas del Estado.
P: En el informe que leyó como invitado al último consejo estatal de Podemos concluyó que estamos en un fin de ciclo. ¿Se ha cerrado ya la tan mentada ventana de oportunidad?
R: Entiendo la ventana de oportunidad, pero con el profundo respeto a mis compañeros, yo no le doy tanta importancia. Estamos en una fase histórica de transformación potente, pero es cierto que hemos tenido un ciclo muy electoral. Pasamos de un ciclo social a uno extremadamente politicista o político-institucional porque ha habido muchas elecciones. Para mí ha cambiado la manera en que lo afrontábamos, este ciclo, a pesar de haber ganado en grandes ciudades y romper el bipartidismo. Vivimos una aceleración muy potente y pensábamos que podíamos intentar el asalto a los cielos, pero estas posibilidades se han cerrado, momentáneamente o no. Afrontamos un nuevo período, donde el conjunto de fuerzas políticas implicadas en el cambio gobiernan grandes capitales del Estado, se ha conseguido echar al PP en varias comunidades gracias a nuestro esfuerzo y somos el tercer espacio político. La frustración tiene más que ver con expectativas que con realidades. Ahora entramos en un nuevo ciclo que tiene que ver con un trabajo diferenciado de la relación entre Gobierno y oposición y nuevos ciclos de mutación social.
P: Apelan a que las próximas elecciones en Cataluña deben tener un carácter constituyente y al mismo tiempo te has referido en ocasiones a procesos constituyentes en plural, en todo el Estado. ¿Si se abre este proceso en Cataluña crees que generaría un efecto dominó?
R: Hemos estado muy centrados en el ciclo electoral y en nuestras expectativas, pero este nuevo ciclo es mucho más amplio en lo social y en los frentes. Sobre lo que planteas, de si Barcelona declara la república Madrid irá después, como ocurrió en la Segunda República, soy historiador y me gusta pensar históricamente el presente.
A partir de los municipios puedes construir alternativas globales porque desde ellos se expresa con más claridad el poder democrático
El peso de los muertos no puede oprimir el cerebro de los vivos y no creo que estamos atrapados en unos modelos. Un proceso constituyente en Cataluña hace más fuertes otros procesos constituyentes en el Estado y estos se retroalimentan, pero de ahí no podemos decir cómo van a ser.
P: Están en un momento de cambio en la formación, justo cuando se esperan tiempos económicamente complicados por las directrices de Bruselas, y la mayoría de discusiones son sobre estrategia y teoría. Se habla más de Gramsci y de Laclau que de la realidad de la gente. No parece una buena idea...
“El PP en Cataluña se ha convertido en el Frente Nacional de Le Pen”R: Sí, la situación será peor porque la mejora económica ha venido causada por la bajada del petróleo y el incumplimiento del calendario de déficit porque no ha habido Gobierno. Cuando lo haya, las cosas serán distintas. Nosotros estamos metidos en un debate político, organizativo y estratégico, pero hay otro que tiene que ir mucho más allá, que es el de la construcción de un nuevo sujeto político, de la construcción de alternativas. Debemos hablar de los modelos energéticos y económicos, y también de los territoriales. En Cataluña ha ocurrido algo muy curioso. Los ayuntamientos en los que entra ERC, que no hay duda de que es una formación de izquierdas, no han expresado ninguna alternativa, quizá porque hay un problema previo que tiene que ver con qué alternativas reales puedes aportar. Este será el debate central, no me cabe duda que hay una parte de debate de táctica y estrategia, de relación con otros actores, pero tiene que haber otro más de fondo sobre la UE, la economía, sobre qué tipo de bloque histórico generas, sobre qué tipos de intereses sociales representas y sobre las bases de las nuevas realidades económicas y políticas.
P: ¿El modelo de ciudades-estado, o de las capitales interconectadas al margen de otras superestructuras, serviría para crear estas alternativas?
R: Es un papel básico. Cuando aparecimos había una discusión sobre las soberanías compartidas, pero hay una tercera gran discusión. La tercera gran descentralización, que es la municipal. Se trata de una de las formas más claves para adaptarse al futuro.
P: Pero este mundo de ciudades interconectadas globalmente también puede ser un ámbito de creciente desigualdad, porque las más grandes y más activas se desarrollarán mucho más que el resto.
“Nuestra posición es la de generar profundas alianzas con otras fuerzas del Estado”R: El otro día en un debate con Íñigo Errejón, Sánchez-Cuenca decía que íbamos hacia estados liberales no democráticos. Lo cierto es que la historia del capitalismo se confunde demasiado rápido con la democracia. Creemos que a partir de los municipios puedes construir alternativas globales porque probablemente desde ellos se expresa con más claridad el poder democrático. Un sistema de ciudades más o menos feudalizadas, como un sistema italiano en la época moderna, es un peligro que puede existir, pero por eso son básicas las redes de municipalismo. Además, la separación entre espacio urbano y rural que antes era muy clara ahora no lo es tanto. Barcelona tiene superávit y no nos dejan gastar más por la ley Montoro. Ante esto puedes construir redes municipales y participar en la construcción de un cambio en todo el Estado, que forma parte de nuestro ADN, y entonces estaríamos salvándonos. Me cuesta pensar en ciudades aisladas que puedan tener crecimiento económico.
P: Otra cuestión es sobre qué clases sociales se va a apoyar Podemos. Aunque Cataluña sea la excepción, hasta ahora ha triunfado entre clases medias urbanas, el sector funcionarial y menos entre las clases populares. Como decía Borrell, “nuestros hijos votan a Podemos”. Parece que la formación quiere dar un giro en ese sentido y dirigirse más hacia las clases trabajadoras.
R: En Cataluña tenemos una realidad diferente. Ganamos en todas las ciudades del área metropolitana, en Nou Barris, con gente que proviene de la clase obrera tradicional aunque ahora ya no lo sean. Tenemos una gran base popular y también entre las clase medias empobrecidas de las áreas metropolitanas. En cuanto a lo que dice Borrell, el PSC ha ganado en los sectores de más de 65 años, lo cual quiere decir que no solo hemos ganado entre la gente joven. Donde lo 'petábamos' era en el nuevo voto y en la franja que va desde 30 a 45 años. Son gente con hijos que está sufriendo las expectativas de vida más frustradas. Aquí el Partido Popular no ha ganado en los barrios obreros, y tampoco Ciudadanos, que sacó importantes resultados allí en las primeras elecciones, pero no el 26-J.
P: Pero el PP sí ha conseguido arrastrar cierto voto de la clase trabajadora.
R: Tiene el mismo porcentaje de voto que la CUP, y que el PP compita con un partido anticapitalista...
P: En Badalona fue primera fuerza.
“Es evidente que cuando planteamos políticas nos movemos en el keynesianismo, y esto es un debate que vamos a tener porque no nos podemos mover solo en eso”R: El PP hace años que no tiene grandes resultados, pero tuvo momentos, y el experimento de Albiol es hacer un PP que sea como el Frente Nacional de Le Pen. Es cierto que en Badalona tuvo éxito, y de hecho sacando porcentajes de voto importantes. Por eso es necesario echar a Albiol y en las generales ganamos nosotros. Ciertamente lo de Albiol era un experimento bien pensado que tenía sus raíces. No era un epifenómeno, también tuvo su eco en Castelldefels, pero que un partido que pretende gobernar España quede quinto… El PP como partido de clases populares no funciona.
P: Hablemos de lo que viene. El PP gobernará, el PSOE lo apoyará, probablemente en lo que sea necesario, con lo que el camino para Unidos Podemos queda bastante franco a la hora de ejercer de oposición. ¿Cuál será vuestro siguiente paso?
R: En el marco institucional, nos convertiremos en la oposición fuerte a este Gobierno, en el cual aquellos que habían explicado que iban a ser la oposición acaban propiciando el Gobierno de Rajoy y aquellos que se habían vendido como la renovación tranquila, la “libertad sin ira” de UCD y CDS han acabado siendo el sistema mismo. De modo que nos vamos a encontrar unos meses en que seremos la única oposición que exista, pero tenemos que aprovechar ese momento para interpelar a sectores muy amplios. Enarbolamos banderas que son nuestras pero también de mucha otra gente.
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