El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo Carlos López-Otín ha mostrado su «desolación absoluta» por los «fallos que no deberían haber estado ahí nunca» en los ocho trabajos de investigación encabezados por la firma el prestigioso científico que han sido retirados por la revista estadounidense Journal of Biological Chemistry, pero también ha defendido la validez científica de sus conclusiones. En un comunicado, el investigador -que en estos momentos se encuentra en París- admite que «a pesar del enorme esfuerzo invertido en cada uno de estos artículos», publicados entre 2000 y 2007, en «algún panel» figuraban «fallos que no deberían haber estado ahí nunca».
«De haberlo sabido en algún momento a lo largo de los casi 20 años que han transcurrido desde la publicación de los mismos, y a pesar de que dichos fallos no tienen ninguna transcendencia para el mensaje principal del artículo, mi acción hubiera sido la de corregir dichas figuras, y pedir disculpas a la comunidad científica por no haber detectado la existencia de dichos errores en trabajos salidos de mi laboratorio», asegura López-Otín. El científico ha reiterado que su laboratorio «no era consciente de la existencia de dichos errores hasta que la revista nos contactó solicitando información de estos artículos», a pesar de que «las instrucciones de la revista señalan que sólo es necesario mantener los datos originales por un periodo de 6 años», precisa.
Su grupo remitió a la publicación las imágenes originales, «que respaldaban sólidamente los resultados presentados en dichas figuras» y en otros caso, en los que los datos ya no estaban disponibles por el tiempo transcurrido, repitió los experimentos recogidos en los artículos, «obteniéndose los mismos resultados». Después de reconocer «no sin vergüenza, la existencia de dichas faltas en los paneles afectados», el equipo de firmantes comunicó a la revista su deseo de publicar una corrección. «Lamentablemente, el JBC no tiene en cuenta si el estudio es válido o si ya ha sido ampliamente validado por los autores y por otros grupos, y nos pidieron su retirada, mientras que para otras revistas esto habría sido objeto de una simple corrección», argumenta López-Otín.
No fueron los autores los únicos que solicitaron esa vía, finalmente descartada por la revista. «Quisiera señalar que estos datos han sido revisados por medio centenar de científicos españoles de primera fila en nuestro campo, así como otros científicos internacionales. Ellos, a iniciativa propia, comunicaron a la revista su oposición a la retirada de estos artículos, considerando que se hacía un flaco favor a la ciencia con una retirada de artículos que ya habían sido validados por numerosos grupos, siendo mucho más apropiada una corrección de estos paneles», señala en su comunicado el científico oscense radicado en Asturias.
Los estudios retirados
Los estudios que han sido retirados describían la identificación de nuevos genes de proteasas, y una caracterización preliminar como enzimas proteolíticos. «En la comunidad científica no existe la más mínima duda de que dichos genes existen, que tienen la secuencia de nucleótidos y aminoácidos que se describe en estos artículos, que se expresan en los tejidos que se muestran, y que son enzimas proteolíticos. Por lo tanto, los hallazgos que se describen en estos estudios han sido ampliamente validados por la comunidad científica, habiendo sido citados por más de 800 artículos», defiende el científico de la Universidad de Oviedo, que se pregunta a continuación: «Si los resultados mostrados en un artículo son ciertos, los experimentos reproducibles y los resultados han sido validados por la comunidad científica, ¿cuál es el beneficio de la retirada de los mismos?»
Carlos López-Otín y su equipo son de la opinión, que creen que comparte «un gran número de investigadores», de que la decisión de retirar los artículos es «dañina tanto para la ciencia como para los científicos». «Los autores somos los primeros interesados en corregirlo, por mínimo que sea. Esta práctica no sólo permite corregir la literatura, sino pedir disculpas a nuestros colegas, con la máxima humildad, por no haber detectado a tiempo un fallo», reitera el biólogo.
De cara al futuro, López-Otín se ofrece a seguir «compartiendo con los laboratorios de todo el mundo los reactivos, líneas celulares y animales modelo de diferentes patologías humanas, como ha hecho desde hace más de 30 años, para que la comunidad científica y la sociedad en general se sigan beneficiando de los descubrimientos realizados en nuestro laboratorio».
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