«Los detalles decorativos de San Miguel de Lillo y Santullano son muy semejantes»
Los restauradores que desvelaron las pinturas murales del templo ven ahora similitudes claras entre varias pinturas de ambas iglesias
San Miguel de Lillo lleva catorce meses ocupada por los bisturís y los andamios, cambiando las constantes visitas de los turistas por el trasiego del equipo de restauradores que trabaja incansablemente para conseguir que esta joya del Prerrománico asturiano luzca como en su origen. Las obras de restauración de la iglesia, financiadas por el Instituto de Patrimonio Cultural de España y el Principado, comenzaron en junio del año pasado. El equipo de Ártyco, empresa responsable de los trabajos, no esperaba encontrar tantas sorpresas. San Miguel de Lillo estaba sumamente deteriorada al inicio de las obras: tanto la humedad como las reparaciones que se hicieron a lo largo de la historia habían ido ocultando su auténtica esencia prerrománica, pero dentro de muy poco tiempo, esa esencia saldrá de nuevo a la luz.
Cuando el equipo comenzó su labor sabía, gracias a las catas y estudios previos de otros autores, que bajo las capas de encalado encontrarían pinturas. No esperaban tantas. Las reparaciones han permitido descubrir murales en la bóveda sur con motivos geométricos, así como tres escudos en el ábside que pertenecen a familias ovetenses de la época, aunque solo uno es legible. «Estas escenas están enmarcadas por cenefas y letras góticas, aunque únicamente se identifica bien una, será necesario estudiarlas», explicó Cristina Carrero Vicente, jefa de obra de Ártyco.
Durante la restauración también se han ido estudiando los motivos ornamentales de la iglesia. Aunque ellos mismos reconocen que muchos hallazgos, a simple vista, parecen actos de fe, han encontrado claras similitudes con los murales de San Julián de los Prados. «Hemos podido apreciar detalles decorativos que se asemejan a los de San Julián de los Prados, son prácticamente los mismos», aclaró la jefa del equipo de Ártyco, lo que confirma la continuidad de la etapa alfonsí de Santullano (791-842) en este monumento ramirense del Naranco (842-850), cuyas pinturas más destacadas se alejaban de aquellos primeros patrones geométricos para adentrarse en la figura humana, caso del músico y de los escudos recuperados.
Los trabajos de restauración dan luz ahora a trazos tapados por los arreglos desacertados que se fueron haciendo a lo largo de la historia, deteriorados además por las condiciones ambientales: «Las paredes estaban recubiertas con morteros, ya que desde el siglo XII fueron haciendo apaños para reparar la iglesia. Hemos retirado todas esas intervenciones. La manera de reintegrar las paredes ha sido con un mortero formulado especialmente para San Miguel de Lillo. El objetivo es que funcione con estas condiciones ambientales, pues aquí la humedad oscila entre el 70% y el 90% y, evidentemente, afecta. Por este motivo, las pinturas de la nave sur son las que mejor se conservan, en el norte hay mucha humedad, hay partes de la iglesia a las que no les da el sol en todo el año».
Las obras no solo se han centrado en las pinturas, todos los detalles han sido objeto de reparaciones. «Hemos tratado mecánicamente también los elementos pétreos como capiteles o jambas y hemos utilizado para ello métodos muy inocuos». Esta restauración, además, ayudará a conocer la intrahistoria que esconde San Miguel de Lillo, una iglesia que durante su historia debió ser utilizada para diversos fines y que hasta hace muy pocas décadas seguía usándose con asiduidad. «Hemos dejado a la vista los parámetros del muro. Esto permite estudiar cómo se construyó y aporta datos para los historiadores que permiten saber lo que ocurrió en la iglesia. Hemos descubierto el esqueleto del edificio, lo que es interesante para su estudio y para ver sus entresijos», declaró Cristina Carrero.
Amplificadores de sonido
También se han descubierto a cinco metros de altura, bajo las impostas de las bóvedas, unas estructuras que se cree que ejercían la función de tubos acústicos; es decir, se encargaban de amplificar el sonido. Se trata de un hallazgo muy importante teniendo en cuenta que el templo data del siglo IX y que, hasta ahora, solo se conocía la existencia de tres de estos elementos.
El trabajo se espera que concluya a finales de septiembre, cuando se cumplen los dieciséis meses de duración con los que contaban cuando empezaron. Igualmente, Ártyco insiste en que no solo es necesaria la restauración: «Son fundamentales la conservación y el mantenimiento».
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