jueves, 30 de mayo de 2024

La otra cara del Tenis...de las Lesiones a....

Ser tenista; qué lujo ¿eh? Historia de Sergio Heredia • 5 h • 3 minutos de lectura Shelbayh, Abedallah Nueve meses después, Pablo Carreño se ve a sí mismo en la pista 4 de Roland Garros. Es un escenario recogido, apabullado por la Philippe Chatrier, que se eleva a su lado, colosal: un estrecho pasillo conecta las pistas 4 y 5. Apenas cabe ahí un centenar de personas. Carreño tiene 32 años, pero ha sido un tenista importante. Ha sido un top 10 que ha ganado siete títulos y ha disputado dos semifinales en Nueva York y dos cuartos en París. Carreño se ha visto ovacionado en un abanico de pistas centrales, en los grandes coliseos del tenis, en la Philippe Chatrier de Roland Garros y en el estadio Arthur Ashe de Flushing Meadows. Ha sido bronce olímpico y ha ganado una Copa Davis. Hoy es el 1.049 del mundo. El martes, en el escondrijo de la pista 4, se vio pequeñito a sí mismo. Le contemplaba un puñado de curiosos, unas pocas decenas. Jugaba casi a solas, rindiéndose ante un rival menor (el argentino Mariano Navone), peleando contra sus propios demonios (“He tenido pensamientos un poco de autodestrucción, negativos, de que no me iba a recuperar del codo derecho”, ha llegado a confesar). Nueve meses en blanco había pasado. Carreño, que fue aplaudido en grandes foros, se faja hoy en pistas menores ante una decena de curiosos Tras rendirse, atendió a la prensa. Lo hizo en una sala menor, un habitáculo que apenas acoge diez plazas, mal insonorizado: de fondo, se colaban las voces de los plumillas que, unos pasos más allá, discutían por el teléfono o bromeaban entre sí, café en mano. Pese al estruendo, el cronista cazó frases de Carreño: el hombre se decía satisfecho por haber podido regresar, pero agobiado porque las cosas no son tan simples, no son como antes. Ser el 1.049 le obliga a pedirle invitaciones a los organizadores de los torneos. El asturiano Pablo Carreño regresó ayer a las pistas en Roland Garros El asturiano Pablo Carreño regresó ayer a las pistas en Roland Garros © Clive Mason/Getty Images –No me da ni para entrar en los challengers. Espero que me vayan dando invitaciones. Dependo de ellas y del ranking protegido. Cuando las lesiones envuelven a un talento, el concepto ranking protegido invade su jerga. El ranking protegido congela al tenista, le permite conservar la posición que ocupaba en el momento de su lesión. Cuando le falló el codo, Carreño era el 18.º del mundo. Cada jugador puede acogerse al ranking protegido en nueve ocasiones: si usa uno, lo gasta. Carreño, hasta hace cuatro días un tenista importante, especula hoy con esos elementos, con las invitaciones y el ranking protegido. Para aparecer en el escondrijo de la pista 4, ha quemado una de sus nueve balas. Para aparecer en Wimbledon, quemará otra. Si pierde a las primeras de cambio, como le pasó ante Navone, poco habrá avanzado. Seguirá perdido en espacios recónditos, soñando despierto con aquellos tiempos, no tan lejanos, cuando la vida del tenista era un lujo.

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