viernes, 18 de marzo de 2016

De la Investidura...

Argumentos para la investidura

Sánchez e Iglesias retoman los contactos y el PSOE tantea a las confluencias de Podemos, con las que tiene más sintonía, mientras Rajoy se refugia en la parálisis y en el PP cunden el nerviosismo y la desorientación

AHORA / Rosa Paz - 18/03/2016

Argumentos para la investidura
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en una imagen del pasado 5 de febrero. BALLESTEROS / EFE

Han pasado dos semanas desde el fallido primer intento de investidura sin que haya habido movimientos de consideración: algunos contactos de los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y de Podemos, Pablo Iglesias, y algunos tanteos de los socialistas a las confluencias —En Comú, Compromís y En Marea— más dispuestas que Iglesias, por lo que cuentan las fuentes, a facilitar la elección de Sánchez como presidente del Gobierno. La tarea de ganarse a las confluencias la emprendieron con discreción los dirigentes del PSOE desde que se constituyeron las Cortes y, de prosperar, puede acabar minando la unidad parlamentaria de Podemos y agudizar las divisiones internas de ese partido: la semana anterior dimitieron 10 miembros de la dirección de Madrid e Iglesias destituyó fulminantemente el martes al número tres del partido, el secretario de organización, Sergio Pascual. Todos, los 10 de Madrid y Pascual, son próximos a Íñigo Errejón. Un pulso entre los dos máximos dirigentes que podría afectar a la abstención o no en la investidura. 
Buena relación
Los socialistas tienen más sintonía con las confluencias que con los dirigentes de Podemos. Compromís lo ha demostrado desde el primer momento y lo hace ahora al reunirse con el PSOE y Ciudadanos conjuntamente, un partido, este último, al que vetan, sin embargo, los dirigentes podemitas. Ada Colau, la líder de En Comú, quiere que el PSC se integre en el gobierno municipal de Barcelona y dicen sus próximos que también es partidaria de la investidura de Sánchez. Y En Marea necesitará a los socialistas para gobernar en Galicia después de las elecciones autonómicas en las que el PP puede perder su bastión gallego.

Uno de los elementos que más valoran los negociadores es la buena relación que se ha generado entre los equipos de los distintos partidos, especialmente entre PSOE y Ciudadanos, que ha facilitado los acuerdos, y también de los socialistas con las confluencias. Destacan, por contra, la frialdad con los interlocutores de Podemos. “Se puede pactar sin necesidad de caerse bien, pero casi siempre es más fácil cuando hay buen rollo”, explica uno de los negociadores.
Equipos electorales
Esa cercanía de las confluencias a los socialistas y el desgaste electoral que empiezan a reflejar los sondeos serán, a juicio de los analistas, los elementos que acaben por empujar a Iglesias a ceder ante la investidura de Sánchez, que algunos dan por supuesta no solo en las filas socialistas, sino en general en círculos de la izquierda. En el PSOE se mueven entre la esperanza y el escepticismo y, por si acaso, ya han puesto en marcha su equipo electoral para que vaya trabajando en una hipotética repetición de los comicios, algo que también está haciendo el resto de los partidos.

El coste económico que supone para los partidos una nueva campaña electoral, en un año en que tienen que afrontar también las elecciones autonómicas vascas y gallegas, es otro argumento que puede influir a la hora de tratar de evitar un regreso a las urnas. Y tampoco es un elemento a obviar la presión que pueden ejercer en sus organizaciones muchos diputados que acaban de estrenar el escaño y se han instalado en Madrid —algunos incluso trasladando a sus familias— y ven que su situación puede cambiar de nuevo en pocos meses, porque no repitan en las listas o porque los resultados sean distintos y no resulten elegidos.
Rajoy, en la parálisis
Todos estos elementos, incluido el hecho de que los grupos y los dirigentes se hayan dado un tiempo para reflexionar sobre cuál es la mejor estrategia para conseguir los votos suficientes para una investidura, forman parte de la normalidad política. Especialmente una vez que el plazo de los dos meses para elegir presidente o repetir elecciones ha empezado a correr y se ha salvado la laguna constitucional, que no contemplaba la interinidad eterna a la que con su parálisis parecía querer llevar la situación Mariano Rajoy.
La batalla por el control en Podemos puede influir también en la abstención para la elección de Sánchez
Lo sorprendente estriba precisamente en el hecho de que el presidente del PP y del Gobierno en funciones sigue sin hacer algo más que declaraciones. De su discurso en aquella primera sesión de investidura se desprendió la impresión —al parecer falsa— de que esta vez se lanzaría a probar suerte en el Congreso. Previa negociación, claro, con los grupos que podrían apoyarle. Pero hasta el momento no ha hecho nada. Hace llamamientos al PSOE desde los mítines, pero no ha llamado a Sánchez. O lo deja para después de Semana Santa o es que, simplemente, no va a hacerlo. De su actitud se inferiría que está resignado a una repetición de las elecciones, salvo que confíe todavía en que la presión de los poderes económicos, de Bruselas y de algunos veteranos socialistas forzarán a la cúpula del PSOE a abstenerse en su reelección o a sumarse a una gran coalición. Facilitar que gobierne el PP o gobernar con él son dos opciones que descartó el comité federal una semana después de los comicios y que votaron juntos Sánchez y los barones críticos.

Y mientras Rajoy sigue con su estrategia de dejar pasar el tiempo, el PP de Valencia es imputado por financiación ilegal, siguen apareciendo más detalles de la corrupción de los populares en esa ciudad, que podrían afectar a la exalcaldesa y ahora senadora, Rita Barberá, y aparecen nuevas noticias sobre la corrupción en el PP de Madrid. Barberá ha tenido que ceder a la presión y aceptar ir a declarar ante el juez, pero se niega a dejar su escaño y su aforamiento.
“Que haga algo o que se vaya”
Pero en su partido empiezan a estar nerviosos. Se multiplican las voces que piden a Rajoy que busque un pacto para gobernar. Al menos que transmita la idea de que asume la responsabilidad que le atribuyeron los resultados de las urnas y lo intenta. Los jóvenes que colocó de vicesecretarios generales en el partido tras el batacazo de las municipales y autonómicas encabezan esa petición de que Rajoy retome la iniciativa, alarmados porque el PSOE marca la agenda política desde que Sánchez aceptó someterse a la investidura. “O hace eso o que se vaya”, una posibilidad esta última que destaca un veterano y que suma cada vez más adeptos. Pero parece que aún nadie se atreve a decírselo directamente y que él, en el caso de que intuya el malestar en su partido, sigue resistiéndose a hacerlo.
Han pasado dos semanas desde el fallido primer intento de investidura sin que haya habido movimientos de consideración: algunos contactos de los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y de Podemos, Pablo Iglesias, y algunos tanteos de los socialistas a las confluencias —En Comú, Compromís y En Marea— más dispuestas que Iglesias, por lo que cuentan las fuentes, a facilitar la elección de Sánchez como presidente del Gobierno. La tarea de ganarse a las confluencias la emprendieron con discreción los dirigentes del PSOE desde que se constituyeron las Cortes y, de prosperar, puede acabar minando la unidad parlamentaria de Podemos y agudizar las divisiones internas de ese partido: la semana anterior dimitieron 10 miembros de la dirección de Madrid e Iglesias destituyó fulminantemente el martes al número tres del partido, el secretario de organización, Sergio Pascual. Todos, los 10 de Madrid y Pascual, son próximos a Íñigo Errejón. Un pulso entre los dos máximos dirigentes que podría afectar a la abstención o no en la investidura. 
Buena relación
Los socialistas tienen más sintonía con las confluencias que con los dirigentes de Podemos. Compromís lo ha demostrado desde el primer momento y lo hace ahora al reunirse con el PSOE y Ciudadanos conjuntamente, un partido, este último, al que vetan, sin embargo, los dirigentes podemitas. Ada Colau, la líder de En Comú, quiere que el PSC se integre en el gobierno municipal de Barcelona y dicen sus próximos que también es partidaria de la investidura de Sánchez. Y En Marea necesitará a los socialistas para gobernar en Galicia después de las elecciones autonómicas en las que el PP puede perder su bastión gallego.

Uno de los elementos que más valoran los negociadores es la buena relación que se ha generado entre los equipos de los distintos partidos, especialmente entre PSOE y Ciudadanos, que ha facilitado los acuerdos, y también de los socialistas con las confluencias. Destacan, por contra, la frialdad con los interlocutores de Podemos. “Se puede pactar sin necesidad de caerse bien, pero casi siempre es más fácil cuando hay buen rollo”, explica uno de los negociadores.
Equipos electorales
Esa cercanía de las confluencias a los socialistas y el desgaste electoral que empiezan a reflejar los sondeos serán, a juicio de los analistas, los elementos que acaben por empujar a Iglesias a ceder ante la investidura de Sánchez, que algunos dan por supuesta no solo en las filas socialistas, sino en general en círculos de la izquierda. En el PSOE se mueven entre la esperanza y el escepticismo y, por si acaso, ya han puesto en marcha su equipo electoral para que vaya trabajando en una hipotética repetición de los comicios, algo que también está haciendo el resto de los partidos.

El coste económico que supone para los partidos una nueva campaña electoral, en un año en que tienen que afrontar también las elecciones autonómicas vascas y gallegas, es otro argumento que puede influir a la hora de tratar de evitar un regreso a las urnas. Y tampoco es un elemento a obviar la presión que pueden ejercer en sus organizaciones muchos diputados que acaban de estrenar el escaño y se han instalado en Madrid —algunos incluso trasladando a sus familias— y ven que su situación puede cambiar de nuevo en pocos meses, porque no repitan en las listas o porque los resultados sean distintos y no resulten elegidos.
Rajoy, en la parálisis
Todos estos elementos, incluido el hecho de que los grupos y los dirigentes se hayan dado un tiempo para reflexionar sobre cuál es la mejor estrategia para conseguir los votos suficientes para una investidura, forman parte de la normalidad política. Especialmente una vez que el plazo de los dos meses para elegir presidente o repetir elecciones ha empezado a correr y se ha salvado la laguna constitucional, que no contemplaba la interinidad eterna a la que con su parálisis parecía querer llevar la situación Mariano Rajoy.
La batalla por el control en Podemos puede influir también en la abstención para la elección de Sánchez
Lo sorprendente estriba precisamente en el hecho de que el presidente del PP y del Gobierno en funciones sigue sin hacer algo más que declaraciones. De su discurso en aquella primera sesión de investidura se desprendió la impresión —al parecer falsa— de que esta vez se lanzaría a probar suerte en el Congreso. Previa negociación, claro, con los grupos que podrían apoyarle. Pero hasta el momento no ha hecho nada. Hace llamamientos al PSOE desde los mítines, pero no ha llamado a Sánchez. O lo deja para después de Semana Santa o es que, simplemente, no va a hacerlo. De su actitud se inferiría que está resignado a una repetición de las elecciones, salvo que confíe todavía en que la presión de los poderes económicos, de Bruselas y de algunos veteranos socialistas forzarán a la cúpula del PSOE a abstenerse en su reelección o a sumarse a una gran coalición. Facilitar que gobierne el PP o gobernar con él son dos opciones que descartó el comité federal una semana después de los comicios y que votaron juntos Sánchez y los barones críticos.

Y mientras Rajoy sigue con su estrategia de dejar pasar el tiempo, el PP de Valencia es imputado por financiación ilegal, siguen apareciendo más detalles de la corrupción de los populares en esa ciudad, que podrían afectar a la exalcaldesa y ahora senadora, Rita Barberá, y aparecen nuevas noticias sobre la corrupción en el PP de Madrid. Barberá ha tenido que ceder a la presión y aceptar ir a declarar ante el juez, pero se niega a dejar su escaño y su aforamiento.
“Que haga algo o que se vaya”
Pero en su partido empiezan a estar nerviosos. Se multiplican las voces que piden a Rajoy que busque un pacto para gobernar. Al menos que transmita la idea de que asume la responsabilidad que le atribuyeron los resultados de las urnas y lo intenta. Los jóvenes que colocó de vicesecretarios generales en el partido tras el batacazo de las municipales y autonómicas encabezan esa petición de que Rajoy retome la iniciativa, alarmados porque el PSOE marca la agenda política desde que Sánchez aceptó someterse a la investidura. “O hace eso o que se vaya”, una posibilidad esta última que destaca un veterano y que suma cada vez más adeptos. Pero parece que aún nadie se atreve a decírselo directamente y que él, en el caso de que intuya el malestar en su partido, sigue resistiéndose a hacerlo.

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