Antonio Hernando, presidente y portavoz del grupo parlamentario socialista del Congreso; Elena Valenciano, vicepresidenta del grupo socialista del Parlamento Europeo; Ramón Jáuregui, portavoz de los socialistas españoles en la Cámara europea; Soraya Rodríguez, una de las diputadas socialistas más activas mediáticamente durante el momento álgido de la ruptura entre sanchistas y críticos. Todos muy cercanos a Alfredo Pérez Rubalcaba. De este movimiento de peones (más bien alfiles) ha cundido en el PSOE la impresión de que el exsecretario general ha aprovechado el vacío de poder creado tras el apartamiento de Pedro Sánchez y la falta de colaboradores de su confianza directa que el presidente de la gestora, Javier Fernández, tiene fuera de Asturias, para ocupar los centros institucionales de poder dependientes de la dirección federal.
Hernando, el alumno más aventajado de Rubalcaba, ha dado un triple salto mortal pasando de ser el portavoz del "no es no" a asumir la responsabilidad de defender que se permita gobernar a la lista más votada, o sea, a la encabezada por Mariano Rajoy. Valenciano, primera y única mujer que llegó al cargo de vicesecretaria general de la mano de Rubalcaba, al que le une una estrecha amistad personal, rechazó formar parte de la gestora, pero asesora a Mario Jiménez en sus tareas de organización y comunicación, que ella desempeñó; Jáuregui, ministro de la Presidencia cuando Rubalcaba era vicepresidente del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero y segundo de la candidatura que encabezó Valenciano en las últimas elecciones europeas, es la nueva voz del PSOE en Europa, donde se toman muchas decisiones que afectan directamente al presente y futuro de España; y Rodríguez, portavoz en el Congreso durante el mandato de Rubalcaba, ha salido del ostracismo de los últimos años.
Todos ellos, en sintonía con la posición del presidente de la gestora, están en la tesis de posibilitar que se forme Gobierno sin necesidad de recurrir a terceras elecciones. [Como en toda batalla hay caídos por fuego amigo, otro destacado rubalcabista, Enrique Guerrero, el cerebro gris y ‘negro’ de Rubalcaba, ha tenido que ceder su cargo europeo a Valenciano].
El no es no sigue muy anclado entre la militancia, pero sondeos de uso interno indican que entre los votantes la diferencia se ha reducido ya a diez puntos
Este 'revival' rubalcabista es, a juicio de diversos interlocutores socialistas, indicio evidente de que Rubalcaba no solo participó en el diseño del ‘golpe de los coroneles’, como el resto de los principales ‘jarrones chinos’ del partido, sino que además intenta influir en el discurrir de los acontecimientos posteriores que deben llevar a la elección de un nuevo secretario general. Y, aunque él fue quien aconsejó a Joaquín Almuniasometerse a las primeras elecciones primarias celebradas en el PSOE, en las que triunfó Josep Borrell frente al entonces secretario general, en los sectores del partido que más apuestan por una renovación a fondo se teme que ‘el químico’ esté elaborando en su laboratorio alguna fórmula para retorcer las primarias de las que debe surgir un nuevo liderazgo a la medida de Susana Díaz, la señalada por el ‘establishment’ y los ‘poderes fácticos’ para asumir el timón del socialismo español cuando escampe el temporal.
Este temor ya lo apuntaba la semana pasada el socialista que escribe enDebatecallejero.com con el seudónimo de Guridi: “Cuando se corrigió la democracia para que Rubalcaba se presentase en solitario a unas primarias [forzando la renuncia de Carme Chacón bajo amenaza de desestabilizar el Gobierno de Zapatero en su etapa final], empezaron muchos de los problemas a los que se enfrenta el PSOE hoy. (…) Me gustaría que, por una vez, se dejara de corregir a la democracia y la militancia socialista pudiera expresarse en un proceso con garantías, con árbitros imparciales y sin usos y autoritarismos de hace dos siglos”.
El debate interno: entre la emoción y la razón
En la dirigencia socialista inquieta lo mal que ha encajado la militancia la forma en que se depuso a Sánchez porque en ella caló que fue por su acérrima defensa del “no es no” cuando tanto o más influyeron otras razones: seis derrotas electorales consecutivas (dos en elecciones generales), ejercicio arbitrario del poder y los pasos dados para intentar llegar al Gobierno con el apoyo o anuencia de los secesionistas catalanes.
Fernández lucha contra el malestar de las bases por la forma en que se depuso a Sánchez, su rechazo emocional a la abstención y cómo plasmarla en el voto
En las asambleas que se están celebrando por toda España, según dirigentes de distintas federaciones, los afiliados se manifiestan con extrema dureza contra los barones, singularmente contra Susana Díaz y Guillermo Fernández Vara, el primero que defendió abiertamente la opción de la abstención. Y esto resulta especialmente revelador de la tensión emocional del debate interno porque cuando a esos mismos militantes se les pone ante la disyuntiva planteada por Javier Fernández (“gobierna Rajoy en minoría o gobernará Rajoy con mayoría absoluta”) manifiestan susdudas sobre que el “no es no” fuera y sea la mejor posición.
Es la demostración de que el relato puede alterar radicalmente los términos de la discusión y sus conclusiones, y Sánchez había construido un relato mientras que los críticos han tenido que improvisarlo, aunque el presidente de la gestora defiende ahora lo mismo que, en solitario, ya defendía tras las elecciones del 20 de diciembre del año pasado
La digestión, aunque pesada, está siendo más rápida de lo que temían los críticos, según aseguran fuentes cercanas a la gestora. Aunque la militancia sigue en gran medida aferrada al “no es no”, estudios demoscópicos de uso interno apuntan a que, entre los votantes del PSOE, si hace dos semanas había una amplia mayoría que se decantaba por la repetición de elecciones antes que por la abstención, en esta semana las preferencias ya están muy equilibradas y la diferencia a favor de la primera opción se ha reducido desde 35 puntos a tan solo 10. Para invertir la proporción, es el momento de pasar del relato de la abstención “por el bien de España” al de que si no hay Gobierno no hay posibilidad de hacer oposición, desperdiciando la mejor oportunidad desde la Transición para que el Parlamento se convierta realmente en “la sede de la soberanía popular” y no en un mero refrendario de las decisiones del Ejecutivo.
El dilema de cómo abstenerse
El dilema interno no se reduce a elegir entre el no y la abstención, sinotambién al cómo si finalmente el comité federal opta por esta vía. Aunque el presidente de la gestora es partidario de la abstención en bloque de todo el grupo, en los últimos días parece estar imponiéndose la tesis de que se ausenten solo los 11 diputados necesarios para que Rajoy pueda obtener la investidura con el apoyo de Ciudadanos. Los ‘11 malditos’ serían designados entre los representantes de los territorios que más aportan.
El coste de este regate en corto, tan propio de Rubalcaba, aunque evitaría que se visualice la disidencia de sanchistas como Susana Sumelzo o la independiente Margarita Robles, por vergonzante sería mayor que la ruptura de la disciplina de voto por los diputados del PSC que, al fin y al cabo, no es una federación más sino un partido autónomo que ha de lidiar con la particularidad de la compleja situación en Cataluña.
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