REDACCIÓN
«La plantilla de Alcoa ha emprendido movilizaciones para defender sus puestos de trabajo». Con esta frase, sin preambulos, ha comenzado el presidente del Principado, Javier Fernández, su intervención en la primera sesión del debate de orientación política, celebrado en la Junta General. Ha dejado así clara la intención de su discurso desde el inicio. Era evidente que el anuncio de cierre de la fábrica de Avilés iba a estar presente en el Parlamento, pero Fernández ha querido anteponerlo a cualquier otra cuestión, a los presupuestos de 2019, a las infraestructuras o al declive demográfico. En esta recta final de legislatura, toca hablar del futuro de la industria y de la sombra de una nueva recesión. Fernández promete trabajo para convencer a la dirección de Alcoa de que revierta la clausura de la planta pero reclama el apoyo de todos los grupos políticos, de sindicatos y de la sociedad asturiana. Para Alcoa y también para la térmica de Lada o para la nueva Hunosa. La transición ecológica es un desafío que necesitará de todos. Lo que se juega Asturias, a su juicio, es «una tercera crisis consecutiva».
El presidente ofrece con una mano y pide con la otra. Entiende que a los trabajadores de Alcoa no les baste con declaraciones de aliento y con manifestaciones. Por eso, promete trabajo. Al resto de partidos les pide amplitud de miras. «Espero que todos estemos a la altura de su gravedad», ha dicho al hemiciclo. Con ese llamamiento espera sentar las bases para conseguir «una descarbonización pactada, progresiva, no apresurada»,con la que se puedan «defender empleos directos en las térmicas y en el transporte, mantener el tráfico de graneles en El Musel y evitar el peligro de un aumento del precio de la energía que ponga en riesgo la competitividad de la crisis».
La alianza contribuiría a defender la minería, garantizar la supervivencia de Hunosa y resguardar a las industrias grandes consumidoras de energía, sometidas a los vaivenes de las tarifas eléctricas. El presidente ha reconocido que hay que estar atento a la transición energética, «incluso a riesgo de caer en la reiteración» para esquivar una «descarbonización exprés» que hipoteque el futuro del Principado. «No se puede imponer una industria más limpia a costa de laminar la existente», ha argumentado en su intervención en la Cámara.
Pacto energético
La realidad es que Asturias puede negociar y presionar pero muchas de las decisiones se escapan de sus competencias. Javier Fernández ha reclamado un sistema que asegure tarifas energéticas estables y previsibles para la industria. Para conseguir ese objetivo es inevitable la negociación y firma de un pacto de Estado por la energía. El presidente ha explicado que con ese acuerdo se solventaría uno de los puntos débiles de la estructura económica española y se corregiría la falta de potencia industrial. Pero eso ya es materia para el Gobierno central.
La urgencia es Alcoa porque la multinacional ya ha anunciado el cierre. Fernández ha recordado todas las gestiones realizadas contrarreloj tras el sorpresivo anuncio de la compañía de prescindir de las plantas de A Coruña y Avilés y ha anunciado nuevos encuentros. No obstante, ha precisado que la decisión no es política sino empresarial, por lo que es la dirección de la compañía la que tiene toda la responsabilidad. «Ahora mismo pongamos el foco sobre quien corresponde», ha reclamado.
Mientras tanto el Gobierno del Principado mantiene un ojo puesto en la térmica de Lada, sobre la que también pesa otra amenaza de cierre. También esgrime en su defensa una sólida alianza y señala que su Ejecutivo se compromete a liderar ese frente hasta el último día del mandato. Sabe que es clave. «Para mí, que de virtudes dramáticas tengo entre poco y nada, este es uno de los consensos claves que debemos preservar», ha asegurado.
Detrás vendrá la minería y el futuro de Hunosa con todo lo que lleva la transición energética. Para los que le recriminan sus reticencias, el jefe del Ejecutivo asturiano ha asegurado que no está anclado al pasado ni tampoco se resiste a un cambio que ya está a la puerta. El presidente pretende ser partícipe de todo el proceso, de principio a fin, y que su voz sea escuchada: «Queremos que esa transformación sea haga de tal manera que no yugule el futuro industria de esta comunidad, que es también su futuro económico».
No ha sido, sin embargo, derrotista en el análisis. El presente lo ha introducido con un cierto optimismo, que para la oposición ha sido más bien complacencia o desgana. El presidente ha hablado del cuarto año consecutivo de crecimiento, del descenso del paro del 7,24% en el último año, del auge del turismo o de la recuperación del sector de la construcción. «Algunos de ustedes se empeñarán en darle la vuelto a esos números para dibujar un revés tenebroso. Lo debatiremos. Créanlo o no, no tengo interés en colorear la realidad», ha advertido a los grupos de la oposición.
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