domingo, 27 de octubre de 2019

Les viene grande...casi todo!

El Ayuntamiento de Oviedo frena las negociaciones por La Vega hasta que se forme Gobierno

El concierto de Igor Paskual en la fábrica durante la semana de los Premios Princesa. / M. ROJAS
El concierto de Igor Paskual en la fábrica durante la semana de los Premios Princesa. / M. ROJAS

El desarrollo de nuevos usos en estos 120.000 metros cuadrados requerirá una modificación del futuro Plan General

GONZALO DÍAZ-RUBÍNOVIEDO.
No hay prisa es la nueva consigna municipal sobre el futuro de los terrenos de la antigua fábrica de armas de La Vega. «Hasta que no haya un Gobierno en Madrid, no hay interlocutor válido», reitera el equipo de gobierno. Y cuando lo haya, si es que lo hay que nos conocemos, el plan es hacer borrón y cuenta nueva: «Negociar desde cero», explica el concejal de Economía, Javier Cuesta. ¿Negociar el qué? «La mejor solución y la menos costosa para que los terrenos vuelvan a la ciudad». Que los 120.000 metros vuelvan a la ciudad no quiere decir al patrimonio municipal. Nada se descarta cuando uno empieza de cero: alquiler, cesión o compra, «lo que sea mejor para Oviedo».
El borrón y la cuenta nueva se echan sobre cuatro años de conversaciones del anterior equipo de gobierno, que vio desfilar al otro lado de la mesa tres ministros de Defensa en su intento fallido de comprar las instalaciones. También, sobre los movimientos previos de Agustín Iglesias Caunedo, que no logró tampoco que en el paseo de la Castellana, 109 se diesen por aludidos más allá de buenas palabras.
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La pausa del equipo de gobierno contrasta con las prisas de los empresarios, con la Cámara de Comercio vendiendo en los medios un incubadora de empresas biotecnológicas para la que la entidad que preside Carlos Paniceres dice contar con financiación y empresas interesadas. La Cámara presiona, más a los anteriores, lleva de excursión a gente a Saint Etienne a enseñar el modelo de la ciudad francesa y advierte del riesgo de perder los fondos. Pueden darlos a beneficio de inventario. La Vega no se puede tocar. Faltan años de trámites y procedimientos para que la ciudad pueda aprovechar los terrenos, cuando no supo aprovechar la existencia de una factoría centenaria, puntera en alta tecnología militar y aeronáutica para crear un polo de desarrollo. El que fuera presidente de su comité de empresa, Amador García, aún lamenta siete años después del cierre, «la ceguera política». «¿Dónde están esos puestos de trabajo?, ¿dónde están las patentes, los acuerdos de fabricación con licencia? En País Vasco, en Sevilla. Aquí solo ha quedado la calderería», dice, en referencia a la factoría trubieca. Poco valor añadido, si se compara con la fabricación de misiles, piezas de motores a reacción o la balística.
García no ha vuelto a la fábrica que fue su casa -«me da mucha rabia», dice- ni siquiera a las actividades que se organizan en parte de sus edificios en la Noche Blanca o a las existosas propuestas de la Fundación Princesa, durante la semana de los galardones. Cada vez que los ovetenses pisan el recinto, sueñan y piden usos culturales.

Defensa

El Ministerio no tiene problema alguno en autorizar usos de este tipo de manera puntual. Exige una amplia panoplia de requisitos y hace algo la vista gorda cuando el Ayuntamiento soslaya o medio cumple algunos. En el fondo, solo exige al peticionario que se haga cargo de lo que suceda en el recinto durante su apertura. Pero una noche, por blanca que sea, y una semana al año, dejan 357 día al año sin programación. Llenar 120.000 metros cuadrados, 59.000 metros de edificios construidos de programación y público con 220.000 habitantes parece lejos del alcance de Oviedo.
Ese tipo de cosas son las que preocupan al equipo de gobierno. ¿Cuánto costará recuperar y dar un uso razonable a La Vega? En sus primeras reuniones con el Principado, tanto con su presidente, Adrián Barbón, como con su número dos y consejero de Infraestructuras, Juan Cofiño, Canteli ha reiterado peticiones de colaboración al Principado para desarrollar el proyecto para La Vega.
El anterior equipo de gobierno quería promover una sociedad o un consorcio con los tres niveles de la administración para plantear (y financiar) el futuro de La Vega. La idea era combinar usos industriales ligados a las nuevas tecnologías, con espacios culturales, equipamientos municipales -museo de la ciudad y el Archivo- y, también, una parte residencial. Wenceslao López sostenía que era fundamental la colaboración del Gobierno central para atraer e impulsar un polo de desarrollo tecnológico de primer nivel.
Sobre el papel, ahora no hay nada definido. Tampoco un rechazo al mix propuesto en el anterior mandato. Todo parte de cero, entre acusaciones al anterior alcalde de haber ocultado la valoración que hizo el Ministerio de los terrenos en 44 millones largos de euros, una cifra que el bipartito rechaza pagar por excesiva, pero que nadie ha pedido aún.

32, negociables

La cifra, extractada de un informe del Catastro, asusta, pero ni siquiera el gobierno del PP le pedía tanto al trío de partidos de izquierdas que gobernaba entonces Oviedo. María Dolores de Cospedal dejó caer que con 32 millones de euros, negociables y en activos inmobiliarios en suelos- quedaba cerrada la operación. Aquella reunión, aquella cifra deslizada de forma informal, quedó flotando en el aire, mientras el exalcalde, Wenceslao López, se ponía a construir un expediente, un protocolo y papeles varios más, convencido de que Oviedo tenía derechos históricos sobre parte de los terrenos. Cospedal se los reconocía, siempre que la cifra no se fuera muy lejos de los 32 millones; cuando la socialista Margarita Robles tomó la cartera de la manchega, López se enteró por este diario de que de derechos históricos: Nanai de la China. El tripartito se enredó en un bucle con el reloj en contra.
¿Pero cuánto vale La Vega? La respuesta es fácil: «El precio que le ponga el Ministerio», explica un técnico. La Ley del Patrimonio de la Defensa protege los bienes del ministerio de las presiones de los ayuntamientos, aunque teniendo en cuenta que la Corporación, esta y la anterior, pretenden mantener los usos industriales y de equipamiento previstos y las afecciones de los entornos de protección de Santullano o el Camino de Santiago, 25 millones pueden ser el precio. Como la legislación impide rentar un bien público por menos del 6% de su tasación, el alquiler se iría a los 1,5 millones al año. Da igual, si se quiere la propiedad, hay que comprar; si se quiere usar, hay que negociar. En Oviedo, por cualquiera de los dos caminos, hay un obstáculo delante: el Consejo de Patrimonio.
Oviedo está tan cerca ahora de tocar La Vega como hace tres o seis años. «Por diversos motivos administrativos, políticos y organizativos, la resolución definitiva de la totalidad de los aspectos descritos puede llegar a prolongarse en el tiempo». La frase no es de ahora. Tiene cinco años largos y sigue siendo válida hoy. Corresponde a un informe propuesta, formulado por el Ayuntamiento para tratar de que la sociedad estatal SEPI participase en la recuperación de La Vega.
El intento de Agustín Iglesias Caunedo para evitar el cierre de las instalaciones dando continuidad a su uso industrial a través de la sociedad estatal no fructificó. Un gobierno del mismo color político en Oviedo y en Madrid no valió entonces para resolver la cuestión. «Siendo optimistas y con un acuerdo cerrado hoy, seguiríamos usando La Vega -para cosas concretas algunos días- como hasta ahora durante muchos años», explica un técnico municipal. Razona que «el recinto no se puede abrir, los edificios están en mal estado y podría haber accidentes, con lo que esas cosas de 'abrir La Vega' a la ciudad que son declaraciones, pero no posibilidades y antes de que entremos nosotros, entrará Patrimonio».
Ese es otro miedo. La relación de la ciudad con el órgano regional encargado de velar por nuestros monumentos daría para un libro casi de terror. Permitió derribar El Fontán, pero no tocar la plaza de toros, por ejemplo. «Si Patrimonio se pone exquisito, casi que se lo quede Defensa», abundaba el mismo funcionario hace unos meses.
Ahora mismo apenas hay cuatro elementos catalogados. Principalmente, los restos de la iglesia románica y del claustro y el pabellón de acceso. Dentro hay mucho más. El taller de Cañones, obra de Ildefonso Sánchez del Río, por ejemplo. Una nave de 162 metros de longitud y 30 metros de ancho sin apoyos, que sustenta su cubierta con un sistema de vigas y tirantes. También una central térmica, chalés historicistas, escuelas... El conjunto es único, pero una protección rígida que impida adaptar edificios o espacios puede lastrar los objetivos municipales o hacerlos inviables.

El ejemplo de El Cristo

Queda el último obstáculo. Aunque Patrimonio tardase dos días en catalogar el conjunto y el Ayuntamiento no tuviese nada que alegar, aún habría que tramitar el plan especial. Puede optarse por un concurso de ideas, confiarlo a los técnicos de la casa, consensuarlo entre las tres administraciones o pedir ayuda fuera. Son meses o años de trabajo que aún requerirán más trámites. Según el dictamen de la CUOTA para la ordenación de El Cristo-Buenavista, al tratarse de un recinto importante y con conexiones e impactos que exceden con mucho su desarrollo, sería necesario tramitar una modificación del Plan General para poder cambiar los usos. Incluso tramitando en paralelo el plan especial y la modificación del general, dos o tres años más antes de hacer nada de provecho o definitivo.
Que el camino es largo, todo el mundo lo sabe. Largo, si va bien, o muy largo, si va mal. Ahora, empezamos de cero. El caso es llegar a algún sitio que sea bueno para la ciudad y llegar a tiempo.

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