sábado, 26 de octubre de 2019

Periodistas de raza....

«La Transición no nos tocó en una tómbola»

El periodista Miguel Ángel Aguilar presentó en Oviedo su libro «En la silla de pista» repasando su trayectoria



 
Miguel Ángel Aguilar (Madrid,1943), periodista de raza, de los que ya no quedan, uno de los maestros vivos del periodismo, vino a Oviedo, a la librería Cervantes, a presentar su libro «En silla de pista»(Planeta). Una obra donde narra su más de medio siglo dedicado al periodismo, siendo testigo de primera fila y, en ocasiones, observador participante de los hechos más influyentes y que transformaron España en los últimos cincuenta años.
-Tras más de medio siglo de profesión, ¿sigue creyendo en el periodismo?
-Sí, sí. Mantengo esa creencia, mantengo esa profesión, mantengo ese ánimo. Recuerdo siempre a Canetti: “Caballos que no necesitan pienso, se alimentan del ruido de su galope”.
 
-¿Piensa jubilarse o pretende morir con las botas puestas? En su caso, con las manos en el teclado.
-Mientras me encuentre bien y me encuentren aceptable, porque no basta con que uno se encuentra, es más importante cómo uno es percibido. No me imagino en la ociosidad del descanso.
-¿Sería usted una especie en extinción?
-No debemos ser tan pesimistas, hay gente maravillosa. Muchos colegas son magníficos, gente que no se ha dejado vencer por las dificultades. Pero, es verdad que los medios han degenerado mucho. Han degenerado por varias razones, una de las principales es porque están arruinados.
 
-Licenciado en Ciencias Físicas y periodista.
-Cuando yo estudiaba Ciencias Físicas, la Universidad era la protesta, el desafío al franquismo. Y en esa situación y en ese compromiso, me dejé vencer por la urgencia de reaccionar a los abusos de la dictadura y reclamar las libertades. Todo esto me hizo descarrilar, desviarme, de esa maravilla que son las Ciencias Físicas, que es donde he tenido las mayores satisfacciones intelectuales.
 -Se inició en el periodismo en plena dictadura franquista. En su libro cuenta que en esa época eran abundantes las «prácticas antiperiodísticas». Explíquelo.
-Se trataba de lograr que se diera noticia de las actividades de la oposición, pero si eso se hacía de manera muy visible, actuaba la censura. Había que disimular las noticias en lugar de resaltarlas. Era muy peligroso algo por lo que en el periodismo todos luchamos: la primicia, la exclusiva. Cuando teníamos una exclusiva lo que hacíamos era dársela a los demás para diseminar el peligro.
 
-¿Como ve a la prensa en la actualidad?
-Hay de todo. Hay gente espléndida, que además arriesgan mucho. Los riesgos no son los de antes, son distintos, pero , en defensa de la libertad nunca hay seguridad.
-¿Qué futuro le ve al papel?
-La prensa en papel se está convirtiendo en un lujo. Pero el lujo pervivirá, goza de buen aspecto, tiene futuro. Tiene una serie de virtudes: da cierta organización que permite salir del marasmo, clarifica el panorama informativo, lo jerarquiza.  A ver los lectores de la prensa digital que se quedan cuando ésta empiece a ser de pago.
 
-¿Existe la independencia y la objetividad?
-No existen, como tampoco existe el péndulo simple, o las sustancias químicamente puras, siempre hay un grado de impureza. Pero sí hay gente que tiene tendencia, que busca, que trata de establecer una línea a la objetividad. Y hay otros muy zafios.
-¿Un periodista que se calla algo, una notica, es un traidor?
-Bueno, es un traidor a su profesión. Es que la palabra traidor es muy fuerte, pero sí, es alguien que está fuera de lo que se puede esperar de un periodista. Aunque no depende sólo de él darla, luego pasa por el medio para que el trabaja. Bien es cierto que, ahora, ya todos tienen su blog y se convierten también en medio, en marca.
 
-¿Alguna vez se ha callado algo?
-Sí, claro. O me lo han callado. Muchas veces el silencio es táctico, hay que callarse para recibir más información. La impaciencia, a veces, es negativa, ciega fuentes informativas.
-¿Su mejor noticia ya la ha dado o está aún por venir?
-Está por venir
-Ha pasado gran parte de su vida en la tribuna de prensa y los pasillos del Congreso. ¿Qué opinión tiene de la política?
-Los políticos están padeciendo algo que, en parte, se han buscado, que es la animadversión del público. Me parece que es una profesión, una dedicación, que deberíamos mimar. Si seguimos así acabarán yendo a la política lo peor de cada casa, y no nos conviene.
 
-Fue testigo, y en parte partícipe, de la Transición. ¿Le duele cuando la atacan?
-No tienen ni idea, hay que saber que La Transición no nos tocó en una tómbola. La Transición fue el resultado de muchos esfuerzos, de mucha voluntad, de mucho trabajo, de mucho riesgo asumido conscientemente. Ese afán de echarlo todo por tierra me parece absurdo.
-¿Avanza nuestra Democracia o retrocede?
-No tiene un desarrollo lineal. En ocasiones avanza, en ocasiones se oscurece, está pasando de todo al mismo tiempo.
-¿Le dolió cuando prescindieron de usted en El País?
-Sí, pues sí. Llevaba veintiún años ahí, y había estado cuatro años antes como redactor. Claro que me dolió. Creo que se equivocaron. Pero yo ni me he afiliado al victimato, que decía Rafael Sánchez Ferlosio; ni me he apuntado a la cofradía del santo reproche, que dice Sabina.
 
-¿Por qué no funcionó el semanario AHORA?
-Porque se nos acabó el dinero, necesitaba una inversión mucho más fuerte de la que se hizo. La gente nos daba grandes ánimos, pero sólo con gente que de ánimos las cosas no arraigan. Me duele. Fue un ejercicio muy limpio, perdí bastante dinero, pero nos quedó la satisfacción de haberlo intentado y de saldar todas nuestras deudas.
-Hábleme de la exhumación de Franco.
-Una operación limpia, hecha con dignidad y luego desorbitada mediaticamente en todas direcciones.
-¿Es mejor tener una buena mano izquierda con la muleta o entrar bien a matar?
 
-Depende del momento y el lugar. El arte de matar es el que hace que al final llegue el triunfo, pero es un momento. Y la izquierda es un disfrute de mayor desarrollo.

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