Pablo Carreño, en semifinales del US Open 2020 tras vencer a Shapovalov
El gijonés hace uno de los partidos de su vida y jugará contra Alexander Zverev sus segundas semifinales en el Abierto de los Estados Unidos
Hace tan solo un par de rondas, un periodista estadounidense ironizaba y se burlaba de las semifinales de Pablo Carreño en el US Open en 2017, al mismo tiempo que el polémico Nick Kyrgios argumentaba que sin la tierra batida, Pablo no pasaría del top 50. Unos días después de aquello, el gijonés, ajeno a tales faltas de respeto, alcanza sus segundas semifinales en el Abierto de Estados Unidos (3-6, 7-6 (5), 7-6 (4), 0-6 y 6-3) en un encuentro que le dejó físicamente al límite ante el canadiense Denis Shapovalov.
«Estoy destrozado», apenas llegó a comentar Carreño al comentar el encuentro. El partido, de cuatro horas de duración, fue una cruenta batalla física en la que incluso el asturiano tuvo que superar unos problemas en la espalda. Fue una montaña rusa en la que Carreño fue el mejor por muchos momentos, pero sufrió bajones que le tuvieron al filo, hasta aprovecharse de la inexperiencia y la incapacidad de lidiar con las emociones en la recta final.
El gijonés, después de la descalificación de Novak Djokovic en su cruce de octavos, se medía a un joven de 21 años con mucha potencia al saque (26 saques directos), con un juego de volea espectacular (52 de 70 puntos ganados en la red), pero también con muchas dudas, como reflejaron sus 11 dobles faltas y los 76 errores no forzados con los que concluyó el encuentro.
Después de un primer set en el que Shapovalov fue mejor en los momentos importantes, Carreño dio un golpe en la mesa anotándose los dos siguientes en sendos tie breaks. Ambos muy ajustados, ambos cerrados por la clarividencia del español, que no titubeó. Engarzó uno con un 'ace' y el siguiente con una derecha ganadora paralela.
Estaba en la cresta, pero sufrió un cortocircuito al empezar el cuarto set, el que en condiciones normales debería de haber sido el último. Comenzó cediendo su servicio y perdió el rumbo. Cayó un juego tras otro para el canadiense, de cuyos ocho primeros puntos al servicio, siete fueron saques directos. Es más, no perdió un solo punto al saque en toda la cuarta manga. Le endosó un 6-0 a Carreño, que ya con 5-0 pidió la asistencia médica en pista por un problema en la parte baja de la espalda.
Las semifinales se alejaban, pero Carreño combatió el dolor. Aunque las molestias no le permitían sacar al 100 %, pudo aguantar su servicio y esperar la caída del infante. En el sexto juego, una doble falta del canadiense mandó la ventaja a España. 4-2 y Pablo solo tuvo que cerrar dos juegos más para certificar su presencia en la, hasta ahora, mejor ronda de Grand Slam de su carrera. Esa que ya pisó en 2017, cuando cedió ante el sudafricano Kevin Anderson, quien luego perdería la final ante Rafael Nadal. «Ha sido una batalla. Estoy destrozado. Es difícil decir algo ahora, pero es increíble estar en semifinales», apuntó el asturiano en las declaraciones postpartido.
Ahora se medirá al alemán Alexander Zverev, que derrotó a Borna Coric por 1-6, 7-6 (5), 7-6 (1) y 6-3. Tendrá dos días para recuperarse y superar las molestias de la espalda, antes del que puede ser el encuentro que le meta en su primera final de un Grand Slam. Esa con la que se hubieran burlado tanto el periodista como Kyrgios. Pero Pablo lo luchó y lo consiguió y ahora ya nadie puede burlarse de él.
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