Se acabaron los trucos. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, anunció ayer que las normas de Basilea III pondrán coto definitivamente a las prácticas contables (conocidas como 'enjuagues' y que algunos académicos definen directamente como 'trampas') que utilizan los bancos para elevar su solvencia de forma artificial. Estas maniobras, que Linde ha calificado de "cajas negras", son los llamados "modelos internos que utilizan las entidades para calcular sus riesgos" y que, a partir de 2017, tendrán unos mínimos obligatorios iguales para todos.
Para entenderlo, hay que partir de cómo se calculan las ratios de capital de la banca: dividiendo el capital entre los activos ponderados por riesgo (APR) de cada entidad. Este concepto es inferior al activo total porque solo ponderan por el 100% de su valor los elementos con más riesgo (como el crédito promotor, la inversión en bolsa o los créditos al consumo), mientras que otros ponderan muy poco o nada, como la deuda pública o los créditos a grandes empresas. Esto es lo que se conoce como 'consumo de capital'. Para hacer subir esta ratio, se puede incrementar el numerador —es decir, captar más capital con ampliaciones que son muy caras y diluyen a los accionistas— o reducir el denominador, que es en lo que consisten estos 'enjuagues': en disminuir los APR.
Para ello, se inventó una cosa que se llama 'modelos internos', que ponderan el riesgo de cada activo de forma individualizada para cada banco, en vez del modelo estándar, en el que cada crédito o inversión pesa lo mismo en todas las entidades. Estos modelos deben ser aprobados por el supervisor nacional, pero este ha dado siempre su visto bueno sin demasiadas pegas y ha permitido que cada entidad reduzca sus APR "a medida", lo que los bancos denominan eufemísticamente "optimización de balances".
Utilización abusiva
Pero el tiempo ha demostrado que este sistema se ha utilizado de forma abusiva. Esto se demuestra por la diferencia entre los activos totales y los ponderados por riesgo, y un estudio del comité de Basilea en 2013 encontraba que un 25% de esta diferencia en los bancos con modelos internos no podía explicarse por factores de riesgo o metodológicos aceptados por el supervisor. Es decir, se debían a 'enjuagues'.
"A raíz de la crisis financiera internacional iniciada en 2008 y de las lecciones extraídas de la misma, se han identificado deficiencias relacionadas con la capacidad de los modelos para medir correctamente los riesgos. Además, se han abierto interrogantes sobre la actuación de las entidades, que habrían podido gozar de incentivos para desarrollar nuevos modelos que tendían a reducir el riesgo calculado y, por lo tanto, los consumos de capital. Y, por qué no mencionarlo, también se han planteado igualmente dudas acerca de la capacidad de los supervisores para validar modelos cada vez más complejos", aseguró Linde ayer en unas jornadas sobre banca organizadas por KPMG y Expansión.
La conclusión es que hay que poner coto a los modelos internos porque "su creciente complejidad hace que se corra el peligro de que acaben convirtiéndose en cajas negras a las que solo unos pocos expertos tengan acceso (...) Y, dado que la exigencia de capital es mayor cuanto mayor es el riesgo que calcula el modelo, las entidades podrían estar tentadas a infraestimar sus riesgos con el fin de ahorrar capital".
Límites a los 'enjuagues'
Esto se va a traducir en una serie de límites y topes a su utilización, en la línea que propuso el BCE en diciembre de 2015. Para empezar, no podrán usarse para medir el riesgo operacional, que siempre tendrá que calcularse con modelos estándar iguales para todos. En cuanto al riesgo de crédito —el principal para los bancos—, se podrán usar los modelos internos, pero con restricciones (unos mínimos de ponderación) "en carteras de bancos, de financiación especializada o de las empresas de mayor tamaño". También se establecerán unos niveles mínimos de los parámetros (por ejemplo, probabilidad de incumplimiento y pérdida en caso de impago) en el resto de las carteras, "para así evitar valores estimados anormalmente bajos".
Finalmente, el comité de Basilea también ha publicado una consulta sobre la posibilidad de establecer un suelo o valores mínimos a los APR, de forma que se establezca un ahorro máximo de capital que puede obtener un banco usando modelos internos en vez de estándar. Estos límites todavía no son oficiales, ya que deben negociarse en el comité de Basilea y hay posturas enfrentadas entre los países partidarios de una mayor dureza y los favorables a una actitud más flexible.
El Banco de España se cuenta entre los primeros, puesto que los bancos españoles han sido de los que menos han utilizado estos 'enjuagues' en comparación con sus rivales europeos. En consecuencia, la aplicación de estos límites perjudicará menos a nuestras entidades, aunque tampoco cabe descartar que alguna se lleve un disgusto: "Este conjunto de reformas no debería generar un aumento significativo de los requerimientos de capital de forma generalizada. Ahora bien (...), cabría esperar que los bancos que estén aplicando la técnica de los modelos internos de una forma más agresiva o inapropiada sí podrán verse afectados por un incremento en sus requerimientos de capital", concluye Linde.
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