«Los problemas de la democracia se solucionan con más democracia»
El sociólogo gijonés César Rendueles ve necesaria una reforma constitucional que supere las insuficiencias del 78 y cree que «no se pueden blindar las leyes como si fueran las tablas de Moisés»
REDACCIÓN
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Se ha llegado hasta aquí porque la Constitución de 1978 dejó sin solucionar todo un conjunto de tensiones territoriales históricas, y ese cierre en falso ha acabado por estallar. Durante mucho tiempo, el modelo del setenta y ocho se mantuvo más o menos fuerte gracias a un conjunto de intereses económicos y de equilibrios administrativos, pero a raíz de, por un lado, la crisis económica de 2008, y por otro, de la deslegitimación profunda del Estado español debido a los casos de corrupción y otros problemas endémicos, eso ha saltado por los aires. Sobre esa base estructural, el Gobierno y la Generalitat han jugado a un juego muy similar. Ambos han intentado o están intentando paliar sus problemas internos, en buena medida relacionados con la corrupción, a través de una huida hacia delante, de enquistar las posiciones y en realidad de una enorme responsabilidad. La Generalitat, CiU en concreto, empezó a jugar la baza soberanista cuando le vino bien: hasta entonces, había estado muy cómoda en los marcos del setenta y ocho, igual que el PNV. Hay una especie de simetría de juegos, papeles y actores. En ambas partes se ha jugado a un juego muy perverso y que al final seguramente pagaremos todos. Hay una interpretación muy ingenua, que se ha manejado a veces en la izquierda, según la cual la independencia de Cataluña será un golpe de muerte para el régimen del setenta y ocho, pero yo creo que no es verdad. Puede serlo, pero yo creo que no lo es. Lo más probable es que refuerce la hegemonía del PP: ya está pasando, de hecho. Gracias a la cuestión catalana, no estamos hablando de los brutales casos de corrupción que están apareciendo estos días. Cataluña es una cortina de humo gigantesca que aparta la vista de los datos del paro y de la precarización de la vida allí donde gobiernan el PP y quienes los apoyan.¿Cómo solucionar el problema?
Hay que hacer lo que no se ha querido hacer desde 1978 hasta hoy: asumir que hay tensiones territoriales que sólo se resolverán con más democracia. Los problemas de democracia se resuelven con más democracia, y eso pasa por una reforma constitucional en la que esté presente el derecho de decidir de aquellos territorios que lo reivindiquen. Creo que aún estamos a tiempo de plantear esa salida. El PP se ha convertido en una máquina de fabricar independentistas, porque, como ha dicho Isaac Rosa, sabe que Cataluña es terreno perdido y lo tratan como tal. Lo único que puede desactivar esa máquina es reconocer la legitimidad de algunas de las reivindicaciones independentistas, como un referéndum de autodeterminación pactado, con preguntas claras y garantías legales. O no, no lo sé, pero en cualquier caso creo que hay que tener claro que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia y no blindando las leyes como si fueran las tablas de Moisés, sino pensándolas como espacios de debate, conflicto y solución de problemas. Las manifestaciones Parlem/Hablemos, que piden a los asistentes que acudan vestidos de blanco, pueden ser muy naíf, pero creo que son las manifestaciones a las que hay que ir. No podemos dejar que el campo discursivo quede copado por posiciones muy belicistas ni que quienes son contrarios a la independencia de Cataluña sólo tengan la opción de manifestarse al lado de Falange y del PP más franquista. Hay que ofrecer a la gente una alternativa razonable basada en el diálogo y en la aceptación de que el derecho a decidir es una reivindicación sensata, razonable y compatible con un marco de convivencia constitucional más o menos estable.
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