A este Sporting le gustan las adversidades. Tal es la realidad de la plantilla que a día de hoy la variación de nivel entre titulares y suplentes es casi inexistente. Da, incluso, la sensación que el nivel es tan similar que la gran diferencia está en el rendimiento semanal y en el ahora. Regresó otra vez el Sporting copero, el mejor de la temporada, para silenciar a un Valencia tan gris como ineficaz.
Fue la revolución del débil. José Aberto dio entrada a un equipo absolutamente inédito, solo con Babin como habitual, y la respuesta fue una versión coral notable, con el regreso competitivo de André Sousa y el bofetón a las críticas de Blackman.
El equipo rojiblanco recuperó el sistema con tres hombres por dentro (Cofie, Santana y André Sousa) y compitió de tú a tú ante la colección de estrellas valencianistas, con un once mitad titular (Diakhaby, Gayá, Wass, Parejo y Soler) y mitad suplente. También compitió ante el VAR, que debutó en El Molinón con un rol protagonista, desesperando y generando excitación en una afición poco acostumbrada a un invento por ahora de Primera.
Se aferró el Sporting a la eliminatoria, sin presión, mejorado por los cambios en el segundo acto, y decidió justo en el eslabón más débil: en el gol. Ahí apareció la desconcertante cabeza de Nick Blackman. Testarazo a las últimas críticas y eliminatoria abierta a Mestalla. Toca Albacete donde se verá quien se ha ganado seguir y donde está el pensamiento en corto del técnico en sus intenciones. En este caso la victoria se antoja menos romántica pero más necesaria.
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