Javier Fernández defiende la creación de un arancel ambiental para proteger a las empresas europeas
El presidente del Principado ve un riesgo para la economía asturiana adelantar los plazos de descarbonización | Sitúa el nacionalismo y el populismo como las principales amenazas para España
Javier Fernández lo repite en todas sus intervenciones: no se opone a la descarbonización de la economía, pero sí a las pautas que supongan afrontar este proceso a una velocidad mayor que para la que están preparadas las economías y los territorios. Y esta mañana, en un coloquio celebrado en el hotel de La Reconquista organizado por el Foro de la Nueva Economía y el Sabadell, el presidente del Principado no solo defendió esta posición, sino, también, reclamó la creación de un arancel ambiental para proteger a la industria europea.
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El jefe del Ejecutivo autonómico, que pronunció una conferencia y respondió posteriormente a las preguntas formuladas por los asistentes al acto, defendió que la Unión Europea «debe impedir» que la legislación en materia de cambio climático y derechos de emisión «sitúa e la industria en una flagrante desventaja competitiva». Ese es el caso del acero, zinc y aluminio, metales con un importante peso en la economía de la UE, pero cuyas industrias deben competir con el producido en China o Turquía, cuyas empresas no está sujetas a ningún marco regulador.
Ante esta situación, Javier Fernández considera necesario que la Unión Europea «imponga en sus fronteras» una tasa sobre el carbono exterior. Se refiere el presidente del Principado a un arancel que compense el coste de producción suplementario al que deben hacer frente las industrias europeas «por el esfuerzo de reducción de las emisiones de CO2», obligatorio en el ámbito de la UE para ellas. «No debería interpretarse como un proteccionismo de nuevo cuño reconcoroso y revanchista azuzado por el miedo al otro, sino como una forma de contribuir a un clima estable sin facilitar que se beneficien en el corto plazo quienes no hacen nada por él».
Este arancel ambiental que propugna el presidente asturiano, «o dicho de otra forma, un ajuste de fronteras ambiental», persigue aplicar a las importaciones de los productos manufacturados en Europa «las mismas normas en materia de emisiones» que se aplican a las producidas en la UE. «Sería la mejor fórmula para evitar que importemos CO2 y exportemos empleo», dijo.
En un discurso de marcado carácter europeísta, Javier Fernández también puso en entredicho la «sobrerregulación» que a su juicio «asfixia» a la industria europea. «La UE --afirmó-- ha generado la asombrosa cifra de 2.314 nuevos reglamentos y directivas entre 2010 y 2014» y la mayor parte de ellas apuntan a la protección ambiental.
Es en este punto donde Fernández se centró en la transición energética. Un proceso en el que, como eecordó el presidente, Asturias «corre un riesgo especial» por su estructura industrial. «Y lo afronta cuando la clausura anticipada de las centrales térmicas de carbón reduce su potencia de generación, afecta al desarrollo de El Musel e induce a un riesgo cierto de encarecimiento del precio de la energía», añadió. Es por ello por lo que el presidente del Principado pidió «tiempo» para que Asturias pueda abordar su transición energética. «Necesitamos tiempo. No solo no hay stocks de tiempo, sino que nos empeñamos en acelerar», dijo.
En este punto criticó las, a su juicio, concesiones que el anterior Gobierno del PP y el actual del PSOE, se han dado al País Vasco en materia energética y que dejan en desventaja a la industria del resto del país, especialmente la asturiana. «Parece que en España solo el nacionalismo, y en concreto el vasco, es capaz de vender tiempo: se lo vendió al Gobierno del PP y ahora al del PSOE y en los dos casos una parte del precio a pagar consistió en reducir de manera arbitraria y selectiva los peajes de acceso a la red con la consiguiente ventaja competitiva para la industria vasca». Pero va más allá Javier Fernández, porque «la misma sensación tengo cuando leo que se van a desarrollar las llamadas redes eléctricas cerradas, que parecen corresponderse con una vieja reclamación del nacionalismo catalán».
Aprovechó Javier Fernández este punto para enlazar con el segundo tema central de su discurso: la amenaza que a su juicio suponen para España y Europea el auge de los nacionalismos y los populismos. Tras poner en duda si la tendencia hacia el federalismo del modelo territorial supondrá que «España tienda a funcionar como como sistema cooperativo o competitivo como pugna entre territorios», el presidente del Principado advirtió del «estrés constitucional» al que a su juicio está sometiendo al Estado el desafío independentista catalán. «La cuestión nacional es una de las amenazas de las que acechan la construcción europea», dijo el jefe del Gobierno asturiano, quien dijo los acontecimientos en Cataluña de los últimos años deben hacer asumir a la sociedad «que se ha terminado el nacionalismo de amagar y no dar y que ya no hay una comunidad catalana integrada y reconocida, sino dos, diferenciadas por su vinculación sentimental a España».
Para abordar estos desafíos, Javier Fernández pone como primer requisito la necesidad de un «gobierno fuerte», aunque reconoce que no es fácil en un país «con múltiples fracturas, donde la política está prisionera del cortoplacismo y la polarización del espacio electolar privilegia a los actores más rotundos en ambos bloques».
En este punto, y ya en el turno de preguntas, el presidente del Principado afirmó que «nunca pactaría con un partido xenófobo, ultranacionalista y populista» como Vox. Se refería así al acuerdo entre el PP, Ciudadanos y la formación que preside Santiago Abascal en Andalucía para impedir, por primera vez en 36 años, un gobierno socialista. En esta comunidad, Javier Fernández cree que se han sumado varios factores y que, entre ellos, también ha influido el «asunto catalán». Calificó de «negativo» el acuerdo entre el «triunvirato» PP-Ciudadanos-Vox, una coalición que es una «suma de venganzas».
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