La crisis echó 15.735 jóvenes asturianos al extranjero
Asturias tiene hoy trabajando a casi la mitad de menores de 30 años que hace una década | Los salarios de los que se quedan están entre los más bajos del país. Al final del año suman un 31% menos de ingresos que en 2008
Gobierno y patronal se tiraron esta semana las estadísticas a la cabeza discutiendo si existen signos de desaceleración en la región. Es un debate lejano para el 'precariado', etiqueta con la que los sociólogos definen a quienes siguen entre contratos temporales, bajos salarios, y largas estancias en el paro. La nueva clase social está dominada por personas en la recta final de su carrera laboral pero también jóvenes, es decir, gente con futuro, pocas ataduras, y más propicia a agarrar la maleta a falta de opciones. Asturias es la comunidad que menos hijos da (1,03 por cada mujer en edad fértil) y la más envejecida (47,5 años es la edad media de sus habitantes, cinco más que el resto). Es por tanto la más necesitada de lo que más está perdiendo: savia nueva.
A finales de junio se contaban por 68.400 los jóvenes afincados en Asturias entre los 16 y los 24 años. Son un 24% menos que hace diez años, cuando estalló la crisis. La caída de la natalidad, la facilidad para viajar y la falta de opciones han reducido en un cuarto el segmento de población llamado a dar el relevo en trabajos y hogares. Hoy solo el 22,8% de los asturianos tienen pendiente soplar las 30 velas, la menor proporción de todo el país.
«El drama no es que los jóvenes se vayan, es que no vengan», consideraba hace un año Jacobo Blanco, decano del Colegio de Sociólogos y Politólogos. El aserto apela directamente a Ruth Bermúdez, gijonesa de 24 años que marchó a Madrid para formarse en Periodismo y Comunicación Audiovisual «porque no había la carrera en Asturias». Con el título en la mano echó la vista atrás. «En estos seis años cada vez más amigas mías se iban yendo de Gijón; me he convencido de que Asturias no es donde está mi futuro, no al menos en lo próximo».
Ha tenido suerte. Buscando por internet dio con una empresa de Berlín que la ha reclutado para trabajar de lo suyo. Por necesidad o vocación la juventud asturiana abrió de par en par la puerta al exterior y no la cierra. Desde 2008 el Instituto Nacional de Estadística (INE) viene registrando un flujo de emigración a otros países por el cual habrían salido 15.735 jóvenes de entre 20 y 34 años. Los datos, siempre, admiten matices. Hay fugas que escapan a los registros porque el chaval mantiene el empadronamiento en la casa familiar. También historias de regresos al hogar que acaban siendo la antesala a otra emigración. Con todo, ese volumen equivale al 11,5% de los asturianos que se encuentran en el territorio con esa edad.
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Bares y tiendas
No es un mercado laboral para jóvenes el asturiano. Según el Servicio Público de Empleo Estatal el pasado año estuvieron afiliados a la Seguridad Social 36.006 menores de 30 años. Son un 46,5% menos que en 2008. El desplome de la construcción y sus consecuencias provoca que la juventud tenga que pelearse aquí por la mitad de puestos de trabajo de los que encontraba hace una década. Los empleos son, además, muy distintos. Bares, restaurantes y tiendas se han convertido en la principal salida, y pagan el 29% de las nóminas a los jóvenes. Hay 329 chavales que cotizan como empleados del hogar, lo que supone el doble que los dedicados a la ganadería (177) y tres veces más de los que bajan a la mina (92).
Al final trabajar se vuelve el mayor estímulo para viajar, como sabe Carlos Peraza. Fue a Madrid atraído por «la posibilidad de salir un poco de Asturias» mientras estudiaba Telecomunicaciones, pero su meta era regresar a Gijón una vez licenciado. Lo que ha ido viendo en Asturias cambió su plan: «Sería un paso atrás tanto a nivel laboral como personal; nada más graduarme ya tenía aquí varias ofertas de empresas que me pagaban más de lo que puedo llegar a cobrar en Asturias, y además me ofrecían más recorrido».
La Agencia Tributaria le da la razón. Asturias tiene uno de los salarios medios más altos del país, salvo si la estadística se mira por franjas de edad. Quienes tienen entre 18 y 25 años son más pobres que en el resto de España. Hay menos contratos a repartir, y quienes acceden a ellos acaban juntando un salario anual de 6.076 euros. El golpe de la crisis es notable. En 2008 el trabajador joven promedio declaraba ganar un 31,1% más.
Cada vez más conseguir un empleo deja de ser sinónimo de poder pagarse un coche o un alquiler. La perspectiva resulta desalentadora, más aún para los jóvenes que protagonizan una de las tasas de paro más altas del país. El 44,58% de menores de 24 años que quieren trabajar no encuentran donde, una proporción que se ha duplicado desde que la crisis estallara en 2008.
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