sábado, 5 de marzo de 2016

M.V.LL....un profesional....

Mario Vargas Llosa: "Muchas veces el sexo es la tabla de salvación"


 Virginia Drake / Fotografía: Carlos Luján - XL Semanal
Mario Vargas Llosa nos recibe en casa de Isabel Preysler. «Un sitio muy bonito, muy tranquilo. Donde me siento muy a gusto y se duerme muy bien», afirma. A punto de cumplir 80 años, el escritor saca nueva novela, 'Cinco esquinas', y asegura que «siempre hay que estar abierto a lo imprevisible». De amor, escritura y sorpresas hablamos con él.
'Cinco esquinas', la última novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, llega a las librerías el próximo 3 de marzo. Y lo hace en medio de una gran expectación, no solo por el interés con el que los lectores reciben siempre cada una de sus obras, sino por el revuelo mediático que está causando su relación sentimental con Isabel Preysler.
Esta es la primera vez que Vargas Llosa recibe a la prensa en casa de su novia, donde vive desde hace un par de meses. Llegamos cinco minutos antes de la hora acordada. El mayordomo nos indica que lo esperemos en la biblioteca y, con puntualidad británica, Mario hace acto de presencia en ella y nos invita a tomar asiento en uno de los sofás, justo enfrente de un enorme retrato de una jovencísima Isabel Preysler vestida de rojo, pintado por Pinto Coelho. A sus pies y con su venia, empezamos esta entrevista porque, como asegura Vargas Llosa, «todo en esta casa lo decide Isabel». 
XLSemanal. Su novela, 'Cinco esquinas' (Alfaguara), arranca de forma impactante con un orgasmo lésbico entre dos amigas supuestamente heterosexuales.
Mario Vargas Llosa. Es un poco fuerte, sí. Yo quería que empezara de esta manera para dar un poco el ambiente en el que ocurre la historia. El contexto es fundamental para entender la novela: son los últimos meses de la dictadura de Fujimori y Montesinos, y había mucha violencia. Ni siquiera sabías bien de dónde venía: estaban los terroristas de Sendero Luminoso, los del movimiento Túpac Amaru, los paramilitares del Grupo Colina... o simples delincuentes comunes que aprovechaban el clima de violencia para actuar.
XL. ¿Quiere decir que el terrorismo y la violencia provocan experimentar otro tipo de relaciones sexuales?
M.V.L. Cuando vives una situación de anormalidad tan extrema, muchas veces el sexo es la tabla de salvación, la fuga donde te refugias. Las situaciones extremas siempre provocan una especie de estallido sexual en direcciones imprevistas.
XL. ¡Ya! Al empezar a leer, habrá quien piense que se trata de una novela erótica tipo 'Elogio de la madrastra', 'Los cuadernos de Don Rigoberto'...
M.V.L. [Sonríe]. Lo entiendo, pero no es esa la intención del libro, para nada. Creo que ese comienzo te sitúa en un mundo muy distinto de lo que es la normalidad. Luego, la novela se va convirtiendo poco a poco en un thriller. 
XL. La tensión sexual se mantiene hasta el final de la novela, pero también hay una dura crítica al gobierno de Fujimori y a cierto tipo de prensa que se alinea con el poder.
M.V.L. El sexo es un ingrediente importante del libro, por supuesto; pero, efectivamente, la historia va más sobre la manera en que un sistema político aprovechó el periodismo en su peor versión para desacreditar a los adversarios y para anular a sus críticos: es el periodismo amarillo y chismográfico al servicio del poder. 
XL. Su crítica al periodismo 'chismográfico', como usted lo llama, ¿tiene algo que ver con su reciente protagonismo en la prensa del corazón? 
M.V.L. No, no; afortunadamente aquello está muy lejos del mundo que vivimos aquí. 
XL. Isabel Preysler se ha quejado recientemente, en la revista 'Mujer Hoy', del seguimiento que la prensa les hace y que usted, sobre todo, tiene que padecer.
M.V.L. Es que... Mmmm... Digamos que, en ocasiones, se ha llegado a unos extremos que... no sé.
XL. Que el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, a los 79 años, se divorcie y se vuelva a casar es motivo de portada de cualquier revista en cualquier país. 
M.V.L. Seguramente, no sé.
XL. Y más si la novia es una socialité muy famosa con la que usted acude de la mano a determinados actos.
M.V.L. Sí, sí, sin ninguna duda; por eso ha despertado más curiosidad. Y, sin ninguna duda, hay que tomarlo con espíritu deportivo [sonríe resignado].
XL. ¿Dónde vive la mayor parte del tiempo?
M.V.L. ¡En un avión! Vivo en el Perú, aquí en España, en Nueva York...
XL. ¿Dónde escribe?
M.V.L. Escribo donde esté: en aviones, en hoteles... No tengo ninguna dificultad en escribir en cualquier sitio en el que me ponga. Como viajo mucho, escribo bastante en los viajes y siempre lo hago a mano, en libretas.
XL. Sus casas acaban convirtiéndose en bibliotecas. En Madrid, la de la calle Flora, ¿es su gran biblioteca?
M.V.L. No, mi gran biblioteca está en Lima, esa es la principal, donde tengo la mayor cantidad de libros; luego, la de Flora y, después, la de París.
XL. ¿Colecciona pisos para albergar libros?
M.V.L. Absolutamente [se ríe]. Lo más curioso es que hay libros que releo mucho y los tengo por triplicado, repartidos por las diferentes casas.
XL. Antes de empezar a escribir su siguiente novela, ¿se tomará un año sabático para disfrutar de su nueva vida junto con Isabel?
M.V.L. No, no, yo no me tomo ni un día, fíjate. Yo trabajo siete días por semana, aunque sea un mínimo de una hora diaria, porque para mí es absolutamente importante poder trabajar todos los días; si no lo hago, tengo la sensación de estar traicionando algo.
XL. Isabel dice que está deseando que llegue por la noche a casa para ver alguna película juntos y mantener largas conversaciones.
M.V.L. Es que es lo que más nos gusta hacer y nos divertimos mucho juntos, esa es la verdad. Hablamos muchísimo muchísimo. 
XL. ¿Quién escucha a quién con más interés?
M.V.L. Yo la escucho a ella enormemente y con muchísimo interés, porque es una gran narradora, una gran contadora de historias y de anécdotas. 
XL. ¿Se siente muy envidiado?
M.V.L. Tal vez, creo que en la vida he tenido mucha suerte: en mi trabajo, en mi vocación... Espero que sí, sanamente; la envidia sana está muy bien.
XL. Cuando el Rey Juan Carlos le concedió el título de marqués de Vargas Llosa, usted escribió: «Hay que tomárselo con mucho humor, viniendo de un país republicano como yo vengo».
M.V.L. Es que nunca imaginé que me harían marqués. Pero me lo tomé también con mucho agradecimiento. La monarquía ha sido una bendición para España, precisamente en estos momentos. Si hay una institución que resiste ese movimiento en mi opinión, totalmente insensato del independentismo, de la secesión y de la ruptura de España, es la institución monárquica, sin ninguna duda. Es la única institución que está por encima de toda esa agitación que está socavando mucho a España. Y si uno piensa en Europa, las sociedades más democráticas son las que tienen monarquías constitucionales: Inglaterra, Suecia, Dinamarca... 
XL. También dijo: «Yo nací y moriré plebeyo».
M.V.L. ¡Pues ya no lo soy! Gracias a Su Majestad Juan Carlos, ya no soy plebeyo. Es una condición que me han otorgado y me siento muy cómodo con ella y muy reconocido, por supuesto. Hay circunstancias en las que hay que utilizarlo y lo hago, pero tampoco es algo que deba ir uno exhibiendo por calles y plazas, porque tampoco sería de buen gusto, ¿verdad? 
XL. ¿Cómo ve las dificultades que tenemos ahora mismo en España para formar Gobierno? 
M.V.L. Pues con bastante preocupación. El populismo es muy destructor. Esa es una deriva muy peligrosa, como los movimientos separatistas. El independentismo catalán ha cobrado unas proporciones sorprendentes. Yo viví cinco años en Barcelona y jamás hubiese imaginado que podía cobrar esa presencia. El independentismo es una forma de populismo extremadamente peligrosa, quizá la peor. El nacionalismo es en este momento completamente antihistórico, es una regresión a la forma más primitiva, cavernaria... Y, sin embargo, ahí está; aunque yo no creo que vaya a ser nunca mayoritario.
XL. La desafección política es grande...
M.V.L. La corrupción política es la que ha hecho que el populismo haya cobrado la presencia tan grande que tiene. Ya nadie se acuerda de que España era ese país feliz que pasaba de la dictadura a la democracia, del atraso a la prosperidad, un país que se integraba al Primer Mundo con una gran proyección económica... Era la historia feliz de los tiempos modernos. Pero mi esperanza es que todo lo que está pasando sea transitorio y que no venga una parálisis que pueda desencadenar otra vez un proceso de división, de encono...
XL. Siempre le ha interesado la política... 
M.V.L. Creo que todo el mundo tiene que participar e interesarse por la política de su país. Si no participamos y no hacemos algo para que las cosas mejoren, no tenemos derecho a protestar.
XL. De hecho, usted quiso ser presidente de su país. ¿Qué hubiera sido de usted si hubiera ganado a Fujimori en aquella segunda vuelta?
M.V.L. Pues casi con toda probabilidad me habrían matado. Yo me convertí en un blanco; de hecho, hubo dos intentos de asesinato contra mí en plena campaña. No fue una experiencia grata, sino muy ingrata porque hubo muchos muertos. Pero fue muy instructiva, realmente. 
XL. He leído que a sus amigos les pide que no le recuerden que va a cumplir 80 años...
M.V.L. ¡Pues me lo recuerdan todo el tiempo! [Se ríe]. Yo creo que no hay que tenerle miedo a los años, uno debe hacer su vida y mantenerse vivo hasta el final. Lo más importante es no perder las ilusiones y a eso es a lo que yo llamo mantenerse vivo: a tener proyectos, a no morirse en vida, a no llegar muerto a la muerte. Yo no creo que tenga ningún problema porque tengo muchísimos proyectos y, afortunadamente, estoy muy bien de salud. 
XL. ¿Cómo va a celebrar su cumpleaños, el próximo 28 de marzo?
M.V.L. ¿Eh? Mmmm... Eso lo decidirá Isabel. Todo en esta casa lo decide ella. 
XL. Seguro que su relación con Isabel Preysler ha devuelto la ilusión y esperanza a más de un octogenario. 
M.V.L. Pues me alegro mucho; a mí, como podrás imaginar, me ha hecho más ilusión que a nadie [se ríe]. Que a los 80 años se vuelva a tener una ilusión tan grande como esta es una inyección de vida absolutamente maravillosa, ¿no? Creo que la ilusión es lo que más puede enriquecer la vida de una persona y yo siento que mi relación con Isabel ha contribuido muchísimo a este estado de ánimo: puedo enfrentarme a mis 80 años sin temor. 
XL. ¿Refleja ese entusiasmo cuando escribe?
M.V.L. Pues seguramente sí porque uno escribe con todo lo que es, con todo lo que vive y experimenta; no solo con lo bueno, también con las cosas malas que le pasan. Pero lo bueno está ahí presente, claro que sí.
XL. En medio de toda esta vorágine en la que anda metido, ¿está pensando ya en su nueva novela?
M.V.L. Siempre ando dándole vueltas al siguiente proyecto, pero una novela me toma un mínimo de un año y medio o dos y, si es un poco larga, tres años. 
XL. ¿Piensa en los libros que quiere escribir? ¿Calcula el tiempo que le queda para cada uno? 
M.V.L. Uno debe vivir como si fuera inmortal. Yo creo que ese estado de ánimo es el bueno: mantener proyectos y que la muerte sea como un accidente que viene a interrumpir un proceso vital. Lo ideal es que la muerte te encuentre trabajando, planeando cosas y empeñado en una tarea de tipo creativo.
XL. Siempre que no haya una enfermedad que lo impida.
M.V.L. Claro, claro, hay enfermedades lentas que te paralizan completamente y eso es a lo que uno debe temer más. 
XL. A estas alturas de la vida, ¿no le da vértigo tirar la casa por la ventana y romper con tantas cosas?
M.V.L. No, no, no... ningún vértigo. Creo que la vida es una aventura y que hay que vivirla porque la aventura es una de las expresiones maravillosas de la vida. Toda existencia que se vuelve una rutina se empobrece muchísimo y, aunque no hay que buscar la aventura por la aventura, las posibilidades que te ofrece la vida son muchas y muy diversas y no hay que rehuirlas: hay que vivirlas. Creo que lo más bonito que te puede dar la vida es la posibilidad de cambiar, de renovarte, de ser distinto y de reinventarte continuamente.
XL. Pero habrá ocasiones en las que diga: «Yo ya no tengo edad para eso».
M.V.L. No, eso es una especie de abdicación: siempre hay que estar abierto a lo imprevisible. La vida, a la vez que pruebas muy duras, te ofrece cosas maravillosas y una de ellas es el amor. El amor es una experiencia que enriquece extraordinariamente todas las actividades del ser humano. No hay que negarse a vivir hasta el final. 
XL. ¿Se cree la edad que tiene?
M.V.L. ¡Claro que me la creo! Ahí están los años y son muchos. Pero no hay que entristecerse por eso. Cuando me viene la tentación de la angustia por la edad, tengo en la memoria un folletito maravilloso que encontré en París, y que es el discurso que pronunció Claude Lévi-Strauss al que tengo por modelo en el homenaje que le hicieron cuando cumplió cien años. ¡Qué discurso más lindo! No sabes qué cosa más bonita de claridad, de elegancia, de lucidez... Pasa revista a su siglo de vida y no sabes con qué modelo de orden mental lo hace. ¡Qué maravilla llegar al último año de vida con esa lucidez!
XL. Vivir esta historia junto con Isabel sin duda le va a rejuvenecer, pero también puede acabar hecho polvo intentando seguir su ritmo.
M.V.L. ¡Sin ninguna duda! ¡Ja, ja, ja! Por eso hay que mantenerse activo y bien. 
XL. ¿Y eso cómo se consigue?
M.V.L. Con cierto esfuerzo y cierta disciplina. A mi amigo Jorge Edwards, una señora le dijo: «A los 50 años ya hay que tener una conducta»; y yo esto lo tengo siempre muy presente porque, si a los 50 hay que tener una conducta, no digo ya a los 60, a los 70 y a los 80: nada de excesos.
XL. ¿Cuida mucho su alimentación? 
M.V.L. Bueno, de eso se preocupa Isabel, ¡je, je! En esta casa se come muy bien, muy sano, y eso es muy importante.
XL. ¿Le ha enseñado a hacer ceviche?
M.V.L. Todavía no lo hemos comido aquí. Lo tomo mucho en el Perú, porque nosotros allí tenemos un limón privilegiado que permite cocinar los pescados. Aunque, según me han dicho, parece que hay un limón canario que, para hacer ceviche, es tan bueno como el peruano.
XL. ¿Y cómo lleva eso de que Isabel sea noctámbula?
M.V.L. ¡Ahí es donde nos desencontramos mucho! Estamos intentando hallar un punto en común porque yo soy un gran madrugador y ella es una gran noctámbula. 
XL. Casi se levanta usted cuando ella se acuesta.
M.V.L. Así es, pero nos encontramos, nos encontramos [ríe].
XL. ¿Está contento en esta casa?
M.V.L. Muy contento, sí; me siento muy a gusto. Es un sitio muy bonito y tranquilo y, además, se duerme muy bien aquí.
XL. Para terminar, la pregunta del millón. 
M.V.L. ¿Cuál es?
XL. ¿Para cuándo habrá boda? Dicen que para marzo o abril.
M.V.L. ¡Ja, ja, ja! Eso también tienes que preguntárselo a Isabel, ella es la que lo va a decidir. Todas las decisiones importantes las toma Isabel.
El despacho
El escritor trabaja en el despacho de la casa de Isabel. «Para mí es absolutamente importante poder trabajar todos los días; si no lo hago, tengo la sensación de estar traicionando algo».
"En esta casa, todo lo decide Isabel"
El escritor en casa de Isabel Preysler, con un retrato de ella de fondo, pintado por Pinto Coelho.
"Nos divertimos mucho".
Preysler y Vargas Llosa se conocen desde 1986, cuando ella lo entrevistó en San Luis, Misuri, en EE.UU. «Hablamos mucho dice él. Isabel es una gran contadora de historias».
"La vida es una aventura"
«Toda existencia que se vuelve una rutina empobrece muchísimo», dice el escritor, que posa ante la casa de Preysler.

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