domingo, 3 de mayo de 2020

Algo tendrá el agua....

El Confi-Antes del comienzo de esta pandemia de covid-19, todas las comunidades españolas estaban más o menos afectadas por los mismos problemas. Ninguna tenía la disponibilidad hospitalaria de Alemania ni la capacidad tecnológica de Corea del Sur o Singapur. Todas manejaban un gasto hospitalario dentro del mismo rango —entre 1.500 y 1.700 euros por persona— y se habían visto igualmente golpeadas por la crisis económica en su momento.
Si sacamos el microscopio y analizamos por partes la labor de las Comunidades Autónomas durante esta crisis, Murcia está destacando por ejemplo en su manejo de las estrategias de Salud Pública que han permitido que la región sea el lugar con la menor incidencia acumulada y, por consiguiente, con menos fallecimientos de España: 132 a día de ayer, si el resto del país tuviera la misma tasa llevaríamos algo más de 4.000 muertes lamentadas.
Por su parte, la Comunidad Valenciana —donde tuvo lugar la primera muerte por Covid-19 de España, el pasado 13 de febrero— está ofreciendo un gran ejemplo de logística en cuanto a la importación de materiales sanitarios cuando más necesarios eran, incluso para otras comunidades. En el otro extremo de la península, Castilla y León se ha erigido como el paradigma de la transparencia con un portal de datos abiertos envidiable.
Pero hoy queremos hablar de Asturias, una región que 'a priori' —es la más envejecida de España, difícil acceso a la Sanidad en zonas rurales y un clima que facilita la transmisión— no contaba con las mejores cartas para la fabulosa mano que está jugando en cuanto a control del brote epidémico.
Entre el 28 de marzo y el 2 de abril fue cuando los hospitales españoles sufrieron un pico demencial de casos: salas de urgencia colapsadas con enfermos tumbados en el suelo, UCI colapsadas, falta de ventiladores, triajes masivos. Observen el siguiente gráfico, que publicamos en su momento, sobre el porcentaje de positivos que daban los test realizados hasta el día 31 de marzo.
Madrid, Castilla-La Mancha o Castilla y León obtenían prácticamente un positivo de covid-19 por cada dos test PCR que hacían mientras Asturias tenía que hacer diez test para hallar un positivo. En teoría todas las CC. AA. están siguiendo los mismos protocolos publicados por el Ministerio de Sanidad sobre a quién hacer estas pruebas. ¿Entonces? La diferencia revela que algo estaba pasando en el Principado, síntomas evidentes de una estrategia bien planificada y dirigida por Ismael Huerta, jefe del Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Hospital Universitario Central de Asturias, el HUCA, y otros profesionales.
El 14 de marzo, Asturias solo tenía 92 casos confirmados y sin embargo había realizado ya 1.862 test PCR para detectar el covid-19. En los días de mayor exigencia, las 28 personas con las que contaba el laboratorio del HUCA llegaron a procesar de media unas 600 pruebas diarias. Pero ¿a quién se realizaban todos estos test? No eran, como erróneamente puede pensarse, test aleatorios realizados de forma masiva sino pruebas a los contactos estrechos de esas casi cien personas confirmadas con un positivo y a trabajadores sanitarios.
Vista del Hospital Universitario Central de Asturias. (EFE)
Vista del Hospital Universitario Central de Asturias. (EFE)
El epidemiólogo Daniel López-Acuña era hace diez años director de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hoy es un vecino más de Gijón que ha podido contemplar en primera línea los esfuerzos llevados a cabo en la región. "Desde hace varias semanas Asturias hizo una apuesta decidida por hacer más pruebas diagnósticas, está entre las CC. AA. que más han hecho y esto ha sido un verdadero acierto porque es lo único que nos permite aislar a los casos positivos que son asintomáticos y pueden transmitir", explica a El Confidencial.
Lo mismo sucede con el rastreo de contactos. Como publicó el viernes este periódico, España no ha anunciado ningún programa para incrementar el número de rastreadores que permitan hacer un seguimiento a los positivos y las personas susceptibles de ser contagiadas, algo que desde el principio fue abordado en Asturias. "Esto fue una de las estrategias tempranas que se decidieron en Asturias y es algo fundamental que he recomendado repetidamente, no solo en España sino en todas partes: tenemos que ir a hacer las pruebas más allá de los casos relativamente claros u hospitalizados, es importante hacerlas a asintomáticos y a contactos de las personas, y por supuesto a colectivos como trabajadores sanitarios, sociosanitarios o de primera línea".
Esta semana se generó cierta polémica porque la OCDE atribuyó a España un 8º puesto entre los países que más test hacían a sus ciudadanos (con 28,6 test por cada mil habitantes) y más tarde los datos fueron corregidos para chasco del Gobierno, que estaba presumiendo de ellos. El dato sumaba PCR y test de anticuerpos y la cifra real de test nos enviaba a un 17º puesto mundial en ese 'ranking' con 22,3 test PCR por cada millar de ciudadanos.
Los últimos datos de Asturias —facilitados a este periódico por la Fundación Ciudadana Civio— indican que el Principado está realizando 44,2 test PCR por cada 1.000 habitantes y un total de 61,9 sumando los de anticuerpos. Si esta CC. AA. fuera un país independiente se situaría como 3º del mundo en esa lista por detrás de Luxemburgo e Islandia.
Si Asturias fuera un país se situaría como 3º del mundo en el 'ranking' de la OCDE con 44,2 test PCR por cada mil habitantes
"La gente tiene que entender que no se trata de hacer test masivos", dice López-Acuña. "Ese es un error conceptual, no son test aleatorios sino dirigidos, focalizados hacia los grupos de mayor riesgo de transmisión". Y por supuesto, acompañar esto con el rastreo de contactos que conduce a hacer más test. "Esta labor detectivesca de rastrear los contactos es una parte esencial de un buen mecanismo de vigilancia epidemiológica".

Los primeros en reforzarse

El 19 de marzo, cuando Asturias —que tiene una población de algo más de un millón de habitantes— contaba con 292 casos confirmados de covid-19, el ejército comenzó a construir un hospital de campaña en el 'parking' del HUCA. Las imágenes eran sobrecogedoras por aquel entonces, dado que el hospital estaba a un 60% de ocupación. Todos teníamos frescas las imágenes del hospital exprés levantado en Wuhan para pacientes leves y costaba asemejar aquella realidad con la que se vivía en Oviedo a mediados de marzo.
Miembros de la UME instalan el hospital de campaña el 19 de marzo. (Reuters)
Miembros de la UME instalan el hospital de campaña el 19 de marzo. (Reuters)
Por si fuera poco, al día siguiente comenzaron también a construir otros dos hospitales similares a las afueras de los recintos sanitarios de Cabueñes, en Gijón, y San Agustín, en Avilés. Casi una semana antes de que empezaran las labores de acondicionamiento del Hospital de IFEMA en Madrid. Además comenzaron a habilitar camas solo para pacientes con coronavirus y a construir 89 nuevas plazas UCI en los tres hospitales.
Todo esto no significa que el plan esté saliendo 100% a la perfección. Esto no es una partida de ajedrez sino la peor pandemia en más de un siglo, y en Asturias también están sufriendo las mismas desdichas que en otras partes de España, aunque cuentan con el colchón que les otorga haberse puesto en marcha pronto.
Poco después de levantar su primer hospital de campaña, en el Principado tenían a más de 200 sanitarios en aislamiento preventivo. Puede parecer mucho para los apenas cien contagios determinados, pero hay que recordar que a finales de marzo otras comunidades lidiaban con escasez de pruebas diagnósticas y material EPI, múltiples sospechas de contagio y, lo que es peor, médicos y enfermeras asintomáticos que no dejaban de asistir a su trabajo hasta que no apareciera la fiebre o la tos ante la falta de manos. En un país donde unos 40.000 trabajadores sanitarios se han contagiado de covid-19, hoy Asturias es comparativamente una de las CC. AA. menos afectadas por esto.
Hace casi un mes y medio que el 112 asturiano se reforzó con 30 enfermeras, un médico y cuatro operadoras telefónicas
En parte, porque hace casi un mes y medio que el 112 asturiano se reforzó con 30 enfermeras, un médico y cuatro operadoras telefónicas para afrontar la crisis que se avecinaba. Aún no había llegado el famoso pedido de material hecho por el Ministerio de Sanidad, pero la gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa) Concepción Saavedra, declaraba entonces que disponían de abastecimiento de material y trajes de protección individual. "Ha habido una transmisión más baja y controlada que en otras partes de España entre trabajadores sanitarios y sociosanitarios", dice López-Acuña.
El gran punto negro en la gestión de la crisis está siendo la protección de las residencias de ancianos: del total de 273 fallecidos en la comunidad autónoma el 1 de mayo, casi un 60% de ellos (162) procedían de asilos o geriátricos. Estas muertes, aunque muy por debajo comparativamente de las registradas en la Comunidad de Madrid o en Cataluña, son el principal desconsuelo de una estrategia que ha evitado muchísimos más fallecimientos en el Principado.
Todo ello sin fuegos artificiales ni grandes dispendios. "Es la capacidad de estar preparado y tener planes de contingencia para responder", opina el epidemiólogo mexicano, "pero también es importante que en el ámbito de la inversión, particularmente la Atención Primaria y la Salud Pública en Asturias no han sido desatendidas como ha ocurrido en otras comunidades autónomas".

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