La vuelta al riego y la fesoria
Primavera. Los usuarios de los huertos urbanos de Pando y La Corredoria solicitan una prórroga de un año para salvar las pérdidas en las cosechas por el confinamiento
La primavera tiene por costumbre alterar la sangre y los jardines. Y en el caso de Oviedo, también los huertos urbanos que el Ayuntamiento, desde hace ya varios años, adjudica a los vecinos para su cuidado, siembra y recolección. Este año, sin embargo, la crisis del nuevo coronavirus ha cogido por medio las últimas luces de la cosecha de invierno y el confinamiento ha imposibilitado que estos urbanitas agricultores del autoconsumo pudiesen recoger sus tomates, lechugas, guisantes y patatas, provocando que la maleza invadiese las parcelas de Luis Oliver y La Corredoria.
«Ha sido un desastre», explica el adjudicatario del huerto número 13 del antiguo campo de fútbol en Pando, y miembro del consejo de huertos, José Alberto García. «La cosecha de invierno está completamente perdida y casi llegamos tarde para la de primavera», lamenta. «Estamos (él y otros adjudicatarios que ya se han animado a salir de casa) trabajando para sacarlo adelante, ha sido muy duro», sentencia.
Eran poco más de las doce del mediodía y una quincena de usuarios apuraban la tierra para comenzar la siembra cuanto antes. «Hay mucha maleza y hay que regarla para poder arrancarla», señala el encargado de la parcela 23, Luis Miguel Gonçalves, con la manguera en una mano y la fesoria en la otra. Ahora, continúa García, «para recuperar este tiempo perdido lo que pedimos es que nos prorroguen la concesión de los huertos un año más», advierte. El plazo finaliza en 2022.
Cada parcela tiene una amplitud de entre cuarenta y cincuenta metros cuadrados, y todas cuentan con toma de agua para el riego y una caseta de aperos, donde los usuarios guardan sus herramientas para la labranza y algunos hasta guardan pequeños semilleros donde algunos de los tomates o guisantes que tras varios meses lleguen al plato comiencen a germinar. En La Corredoria el número de huertos sobrepasa los 70 y en Pando la cifra llega hasta los 37.
No obstante, algunos, como los concedidos a organizaciones benéficas y asociaciones, continúan sin uso y completamente cubiertos de maleza, así como las de algunos usuarios que aún no han salido de casa. «Nos gustaría que se nos permitiese poner al día estos huertos, porque es una pena que estén así», añade, por su parte, Joaquín Fueyo, adjudicatario de la parcela 5 de Pando.
Mientras tanto, en los huertos de La Corredoria, la escena se repetía. Allí, Manuel Sánchez ultimaba los trabajos en la parcela 29 para la siembra. «Es una pena lo que se ha perdido, pero ahora tenemos que trabajarlo otra vez, para eso estamos aquí», comenta. Berenjenas, calabacines, calabazas y pepinos comienzan ya a crecer bajo el estado de alarma.
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