'Inside' Varufakis ¿Cómo negocia con la troika un experto en Teoría de Juegos?
José Jiménez
Intentamos averiguar la estrategia de Yannis Varufakis, un economista reputado y especialista además en la Teoría de Juegos.
La situación de Grecia se agrava cada vez más. El nuevo gobierno heleno trata de negociar con los líderes de la UE un nuevo acuerdo que evite tener que aceptar otro plan de rescate. Quiere suavizar las condiciones de pago de la deuda y proponer soluciones para estimular el crecimiento. El problema que los socios comunitarios lo que quieren ver es el cumplimiento de los compromisos que facilitaron la llegada de un rescate por 240.000 millones de euros. Hay que negociar, y ya estamos casi en tiempo de descuento.
Se está diciendo mucho que Grecia tiene muy poco poder de negociación. Es cierto, pero solo a largo plazo. A corto plazo las cosas son distintas. El ministro de Finanzas griego,Yannis Varufakis, es un economista reputado, especialista además en la Teoría de Juegos. Esto significa que es un maestro en las negociaciones. Esta sería su estrategia, según la explican los analistas de Royal Bank of Scotland.
La primera pregunta es qué se juegan exactamente Grecia y la troika. Por un lado, el Banco Central Europeo está amenazando con retirar la liquidez a los bancos griegos, en tanto que Grecia amenaza con aplicar una quita unilateral a su deuda. En ambos casos, las consecuencias para Grecia y la zona euro serían muy graves. La retirada de la liquidez provocaría en el país heleno una fuga de depósitos y un pánico bancario...en el mejor de los casos. La quita unilateral significa cuantiosas pérdidas para el resto de países que han prestado su dinero a Grecia.
En las negociaciones entre Grecia y la troika se da algo parecido a lo que sucede en un escenario de guerra fría. A nadie le interesa lanzar las bombas nucleares pero uno de los adversarios necesita tener un punto de "locura" para convencer al otro de que su amenaza es creíble.
En la teoría clásica de los juegos desarrollada por John Nash, cada participante en la negociación maximiza su utilidad teniendo en cuenta la estrategia de los demás (es decir, que el resto de jugadores serán racionales y harán lo mismo) de modo que la conducta más predecible es al final el resultado más estable. O en otras palabras. La elección de una estrategia por parte de un jugador se basa en el supuesto de que el adversario hará lo que más le conviene. Así, lo que habría que esperar es el acuerdo más o menos rápido pero que no necesariamente sea el mejor posible.
Pero, ¿Qué pasa cuando la conducta no es predecible? Entonces entran en funcionamiento las teorías desarrolladas posteriormente por el Nobel Thomas Schelling, quien describió la llamada "estrategia del conflicto".
Supongamos dos personas esposadas al borde un acantilado. El que más aguante se llevará un cuantioso premio, recompensa que perderá quien ceda y se retire. En esta situación, la única manera que tienes de presionar a tu rival para que se retire y te lleves el premio es amenazarle con tirarle, pero eso te mataría a ti también. Hay un conflicto. ¿Cómo se resuelve? Uno de los jugadores (el que tiene menos poder de negociación) comienza a bailar más y más cerca del precipicio. Solo tiene que ser lo suficientemente convincente para que al otro le de miedo y se suelte las esposas. En definitiva, gana quien esté a asumir un riesgo más alto sin llegar al completo desastre, que sería la situación en la que los dos se despeñan.
Siguiendo el anterior ejemplo, Varufakis/Grecia sería el jugado con menor poder de negociación, el osado que se pone a bailar cada vez más cerca del precipicio. Amenaza con tirarse, y su postura tiene que ser creíble para que al otro (la troika) le de miedo y termine cediendo. Pero cuanto más tarde el acuerdo, peor le irá a Grecia/Varufakis. El tiempo juega en su contra, le resta credibilidad.
La conclusión es que si en la postura de Varufakis/Grecia existe ese punto de "locura racional", hay que esperar una distensión de las amenazas, porque al fin y al cabo, el ministro de Finanzas griego no quiere despeñarse. Por supuesto, la realidad es más compleja (Rusia, China, el resto de países de la UE) pero debe llegar un punto en el que Varufakis no pueda seguir bailando al borde del precipicio, por lo que se tendría que ver un tono mucho más suave que conduzca finalmente a la extensión de los acuerdos.
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