REDACCIÓN
La noche del martes, la presidenta del PP cántabro, María José Sáenz de Buruaga, confirmaba de forma pública que seguiría al frente del partido en la región a pesar de que la dirección nacional hubiera optado porque el próximo cartel electoral lo encabezara Ruth Beitia, un desplante que amenazó de forma grave la estabilidad del partido en la comunidad vecina. En Asturias, Mercedes Fernández, en una situación muy parecida después de que Pablo Casado la descabalgara de la cabeza de lista para imponer a la expresidenta de Hunosa, Teresa Mallada, aduciendo que tenía mejores datos en las encuesta, optó por el silencio. En todo caso, desde su entorno señalan que, al menos a medio plazo, no está entre sus planes presentar su renuncia y que habrá bicefalia en el PP asturiano.
Con todo, los silencios pueden ser muy elocuentes. En el seno del partido en Asturias nada hacía esperar que la dirección nacional terminara por decantarse por una candidata distinta a Mercedes Fernández, al menos a tenor de las conversaciones que se habían ido produciendo en los últimos meses, y que la balanza se decantara por Teresa Mallada para la lista autonómica y para Alfredo Canteli como candidato en Oviedo fue acogido con sorpresa y también con un cierto aire a conspiración. A todo ello se vino a sumar que al día siguiente de estos anuncios,durante una comparencias para hacer el balance de Foro sobre los resultados del triple centenario de Asturias en 2018, el fundador del partido, Francisco Álvarez-Cascos se posicionara abiertamente a favor de llegar a acuerdo tanto antes como después de las elecciones entre las dos formaciones.
A ninguno se le oculta que las diferencias sobre la oportunidad de repetir la coalición de PP y Foro de las elecciones generales en los próximos comicios locales y autonómicos ha sido una fuente de tensión entre la organización en Asturias y la dirección nacional. Por un lado por las declaraciones públicas de Pablo Casado a favor de no chocar con la escisión casquista en Asturias mientras que en el Principado se reiteraba que todas las manos tendidas habían terminado en desaires y también por el hecho de que en las consultas privadas sobre los candidatos que mantenían la dirección nacional del PP con la asturiana, las referencias a la afinidad con Cascos de distintos nombres que se ponían sobre la mesa eran constantes.
En la trama, las mismas fuentes introducen otra variable y es una comida celebrada en Madrid entre relevantes empresarios del Principado, entre ellos presidente de la patronal que «aprovechando que estaban por allí» terminó con una visita a la sede del partido en Génova en la que pudieron aportar sus impresiones sobre las conveniencias de quién debería encabezar el cartel del PP en la carrera por la presidencia de Asturias. En este sentido, resaltaron su temor de que termine por fraguar una coalición, o al menos un acuerdo de colaboración entre PP y Foro (que podría concretarse en determinadas alcaldías o en circunscripciones) con un precio en el reparto de puestos en la lista que Mercedes Fernández no estaba dispuesta a pagar. Entre sus suspicacias está que pueda llegar a alcanzarse un pacto para apoyar la renovación de Foro en la alcaldía de Gijón, facilitada por una componenda en Oviedo con la candidatura de Alfredo Canteli (a quien señalaron como tradicional afín a Álvarez-Cascos) e incluso la posibilidad de que Carmen Moriyón llegara a integrarse la lista autonómica en un puesto muy relevante.
Lo cierto es que en diversas declaraciones públicas, Mercedes Fernández recordó en varias ocasiones que la coalición para las generales había sido idea suya y aunque se mostró partidaria de estudiar su implantación a nivel local y autonómico se encontró con respuestas negativas. La mayor de ellas y la más tajante se dio pocos meses después de que Foro hubiera confirmado sus escaño en el Congreso y el Senado gracias a este pacto. Mercedes Fernández emplazó a ambas formaciones a entenderse para desalojar al PSOE de la alcaldías de Cangas del Narcea, Ponga y Villaviciosa pero se topó con un no rotundo, toda vez que además en el pacto estatal se había explicitado que las juntas locales gozarían de autonomía para decidir sus alianzas. Ahora señalan que los acuerdos nacionales tiene un traslado complejo a los ámbitos municipales pero crece la suspicacia de que en la elección de las candidaturas, tanto al Principado como a la capital de la comunidad haya pesado la intención de facilitar un entendimiento entre los grupos escindidos de la derecha que en la dirección asturiana se interpretan como entreguismo.
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