Dinamarca. Un mundo feliz
Carlos Manuel Sánchez - XL Semanal
Los daneses son los ciudadanos más felices del mundo. Así lo asegura el último Informe Mundial sobre la Felicidad, elaborado por la ONU. ¿Qué les ha hecho encaramarse a esa posición? ¿Qué tienen ellos que nosotros no tengamos? Viajamos a Dinamarca para averiguarlo. ¿Nos sigue?
¿Tienen algo que enseñarnos a los españoles, que éramos la alegría de la huerta y andamos de capa caída desde que empezó la crisis? Es muy probable si hacemos caso al último Informe Mundial sobre la Felicidad, elaborado por la ONU entre 156 países: Dinamarca es el número 1 tras la caída de Islandia (otra víctima de la crisis), seguido de Noruega y Suiza; España ocupa el puesto 38. La satisfacción media del planeta es de 5 sobre 10; la de los daneses roza el 8.
¿Pero de verdad se puede medir algo tan subjetivo? Es lo primero que le pregunto a Meik Wiking, director del Instituto de Investigación de la Felicidad, un think tank de Copenhague que ha encuestado a diez mil daneses para averiguar las razones de su gozosa existencia. «Sí que se puede, pero hay que diferenciar entre felicidad a largo y a corto plazo. No es lo mismo la euforia que se siente en un momento dado que la satisfacción profunda por la manera en que vivimos. Una felicidad es hedonista; la otra, eudaimónica, palabra griega asociada a la sensación de que la vida tiene un sentido. Incluso las regiones cerebrales que las gobiernan son distintas. La felicidad de los daneses es duradera. ¿Cómo la medimos? El mejor experto es uno mismo. Si alguien me dice que es feliz, yo le creo».
La prueba de que la alegría de los daneses no es solo una colección de momentazos es que el país está en el grupo de cabeza de estas clasificaciones desde hace cuatro décadas. Todo empezó en los años setenta y en el Himalaya, nada menos. El rey de Bután decidió que el PIB no era el indicador más apropiado para medir la prosperidad de sus súbditos, pobres en renta pero ricos en sonrisas per cápita, e instauró la Felicidad Nacional Bruta. Lo que parecía una boutade llamó la atención del mundo. Y universidades y organismos se lanzaron a comparar los intangibles que hacen la vida más agradable y llevadera. Hay 72 indicadores. Pero la receta de la felicidad 'a la danesa' se cuece con ocho ingredientes.
1. CONFIANZA. Los padres dejan a los bebés solos en los cochecitos a la puerta del súper. Dinamarca es el segundo país más seguro del mundo. En buena medida, porque los daneses se fían del prójimo. Tres de cada cuatro creen en la bondad de los desconocidos. Los padres dejan a los bebés solos en el carricoche a las puertas de los supermercados. Los agricultores colocan sus frutas y verduras en tenderetes junto a la carretera confiando en que los automovilistas pagarán lo que se lleven. «Ayer fui a recoger mi bicicleta del taller y se me olvidó la cartera. El dueño me dijo que le pagara cuando me viniese bien, me comenta Wiking. La confianza mutua reduce el estrés. Los daneses se fían porque su experiencia les dice que la gente no les va a defraudar. Y se forma un círculo virtuoso. Un experimento sociológico realizado en Europa y los Estados Unidos es muy revelador. Los investigadores colocaron en calles céntricas de diferentes ciudades carteras con importantes sumas de dinero junto a un carné de identidad que permitía contactar con el 'propietario'. Solo en dos países todas las carteras fueron devueltas con el contenido intacto: Dinamarca y Noruega».
2. RIQUEZA. Presumen de tener los sueldos más altos del mundo. Salario mínimo: 2000 euros al mes. Los daneses desoyeron los cantos de sirena del euro y siguieron con su moneda: la corona. Y aunque la crisis les ha pasado factura, Dinamarca presume de los sueldos más altos del mundo, con un salario mínimo que ronda los 2000 euros mensuales; en contrapartida, la vida es cara. «Los ingresos se reparten equitativamente, sin grandes diferencias entre las rentas altas y las bajas. Esto elimina mucha infelicidad, porque evita la tendencia a compararnos con los demás, reflexiona Wiking. Además, los daneses sentimos menos necesidad que otros de escalar en el estatus social. No hay envidias porque no estamos obsesionados por destacar».
3. SOLIDARIDAD. Cuando el gobierno anunció una bajada de impuestos, la gente salió a la calle. ¡Temían que eso mermara los servicios públicos! «Lo que hacemos con nuestro dinero es más importante que cuánto dinero ganamos. Es mejor gastarlo en ayudar a los demás que en artículos de consumo porque refuerza los vínculos sociales, decisivos para la felicidad», sentencia Wiking.¿Y qué hacen los daneses con su dinero? Básicamente, la mitad se lo lleva Hacienda. Cuando el Gobierno anunció en 2007 una reducción de impuestos, se convocaron huelgas y manifestaciones de protesta. ¡Vivir para ver! La gente pensaba que eso mermaría los servicios públicos.
Siete de cada diez daneses apoyan el nivel actual de fiscalidad porque garantiza su estado del bienestar, uno de los más generosos del planeta: educación gratuita del colegio a la universidad, ayudas de más de 700 euros mensuales para todos los estudiantes mayores de edad, sanidad gratis y de calidad, pensiones generosas, permisos de maternidad pagados de hasta un año que se reparten la madre y el padre, viviendas y guarderías subvencionadas, autopistas sin peajes... «No existe gran diferencia entre los daneses ricos y los ricos de otros países, pero los daneses pobres están mucho mejor que los del resto del mundo. Nuestra red de seguridad elimina la ansiedad que produce caer enfermo o quedarte sin trabajo. Eso no nos hace más felices, pero sí mucho menos infelices», sostiene Wiking.
4. TRANSPARENCIA. Tienen el nivel de corrupción más bajo del mundo. «Odiamos a nuestros políticos, pero confiamos en ellos», asegura el empresario David Madié. Su nivel de corrupción es el más bajo del mundo. Y la participación en las elecciones (en torno al 88 por ciento), de las más altas. ¿Por qué funciona el modelo danés? Según un informe del Banco Mundial, porque está muy descentralizado. Las decisiones se toman cerca del ciudadano. El porcentaje del dinero público que se asigna a los ayuntamientos es uno de los mayores del mundo y, por lo tanto, tiene un gran impacto en la vida cotidiana.
5. LIBERTAD. Buscan que todos tengan las mismas oportunidades. «La capacidad para controlar tu propia vida está muy enraizada en el carácter danés. Desde pequeños, nos animan a ser autónomos y a decidir por nuestra cuenta. La libertad personal está garantizada por la Constitución y es inviolable», cuenta Wiking. La libertad también genera ansiedad. «Porque corres el riesgo de equivocarte. Pero nuestras ambiciones suelen ser modestas y así las decepciones tampoco son muy grandes». Los daneses procuran que todos tengan las mismas oportunidades. Es uno de los países con mayor igualdad, en especial en cuestiones de género. En la mayoría de las familias, mujeres y hombres trabajan fuera y comparten las tareas domésticas. La presencia femenina en puestos importantes es habitual, empezando por el cargo de primer ministro, una mujer: Helle Thorning-Schmidt.
6. EQUILIBRIO. Trabajan lo justo, 164 horas al año menos que los españoles. A siete de cada diez daneses les gusta su trabajo y aseguran que seguirían en su puesto aunque su nivel económico les permitiese abandonarlo. Los horarios suelen ser flexibles. Los daneses trabajan lo justo: 1522 horas al año (164 menos que los españoles). No obstante, su tasa de paro, casi inexistente, ha subido hasta el 7 por ciento desde la crisis. Gozan de suficiente tiempo libre. A las cuatro no queda nadie en la oficina. Recogen a los niños de la escuela y cenan en familia. Usan el eficaz y puntual transporte público, pero la reina es la bicicleta. En la capital, la mitad de los viajes se realizan pedaleando. Según Forbes, por cada kilómetro que se hace en bicicleta en lugar del coche, los contribuyentes ahorran 5,6 céntimos en contaminación, accidentes... Los ciclistas de Copenhague recorren 1,2 millones de kilómetros cada día. Haga cuentas.
7. SENCILLEZ. Disfrutan de las pequeñas cosas: un café, un paseo al sol, un vino... Su ocio suele ser tranquilo. Los daneses usan mucho la palabra 'hygge', que define estar a gusto... Para ellos, 'hygge' es disfrutar de las pequeñas cosas: un rayo de sol, una cerveza, un picnic, un paseo por la playa... Eso los ayuda a soportar su largo invierno. Son grandes consumidores de café, chocolate y vino. Pero también de antidepresivos (los terceros del mundo, según la OCDE), aunque eso parece ir en contra de su presunta felicidad. Los daneses también son pragmáticos... y tercos. Hace unos meses el director del zoo de Copenhague recibió insultos y amenazas de medio mundo por sacrificar a una jirafa sana para evitar problemas de endogamia. La jirafa, descuartizada, sirvió de alimento a los leones. Inmune a las críticas, el director ordenó más tarde matar a cuatro de esos leones para hacer sitio a nuevos animales.
8. SOCIEDAD CIVIL. Es normal colaborar voluntariamente en asociaciones cívicas. Un refrán dice que, cuando se juntan tres daneses, forman un club. «Nos sentimos responsables unos de otros. Y los deberes cívicos se toman muy en serio», afirma Wiking. Cuatro de cada diez realizan trabajo voluntario en ONG y asociaciones... Hay donde elegir: más de cien mil para 5,6 millones de habitantes. Una encuesta de la aseguradora Danica Pension indica que la gente descontenta con sus relaciones es menos feliz (4,5 puntos sobre 10) que la gente rodeada de personas con las que se lleva bien (8,4). Y, por lo visto, en Dinamarca se rodean bien, porque otro estudio revela que mientras 6 de cada 10 europeos salen con amigos al menos una vez por semana, aquí esa costumbre la cumplen 8 de cada 10.En la playa de Kastrup, cerca del aeropuerto, Klaus Bagge-Nielsen ingeniero químico pasea con su perro, que se da un chapuzón persiguiendo a los cisnes. «No hay secreto. Yo no elegiría Dinamarca para ir de vacaciones. ¿Qué podemos ofrecer? ¿La sirenita? ¿Las galletas? Pero sí es un buen lugar para vivir. La vida es fácil».
Meik Wiking. Director del Instituto de la Felicidad de Copenhague
"El PIB de un país no mide las cosas importantes de la vida"
«El ingrediente más importante de la felicidad de los daneses es la confianza mutua. Somos tipos sociales. Aquí todavía se recuerda el caso de un empleado al que le tocó la lotería y que, al cabo de un año, regreso al trabajo porque... ¡echaba de menos a sus compañeros! Políticos y economistas se empeñan en medirlo todo; todo, menoslas cosas que de verdad hacen que la vida merezca ser vivida».
Peter Keldorff. Realizador de televisión
"Sabemos combinar la vida familiar y la profesional"
«Me baño en el canal cuatro veces por semana. En invierno y en verano. El agua no llega a los tres grados. Para mí, eso es una inyección de felicidad. Los habitantes de Copenhague disfrutamos del mar todo el año. Mi trabajo es absorbente, pero los daneses hemos aprendido a desconectar. Sabemos combinar la vida familiar y la profesional. Aquí hombres y mujeres compartimos las tareas domésticas».
Sara Skaarup. Sexóloga y escritora
"Sexualmente no somos tan liberados como se cree"
«Los daneses tenemos fama de liberales, pero no lo somos tanto. La gente se casa por amor y suele ser monógama. Pero luego llegan las infidelidades y los divorcios. Yo defiendo las relaciones abiertas siempre que los dos estén de acuerdo. Los daneses somos románticos y pragmáticos. A todos nos gusta la energía que se transmite con una nueva relación, que no tiene por qué ser sexual... O sí. Lo importante es no mentirnos».
Jakob Ikkala. Experto en urbanismo
"No somos excepcionales en nada, pero en todo sacamos notable"
«A los daneses no nos hace falta correr riesgos con obras faraónicas. Crecemos con proyectos medianos y sostenibles. Son buenos el trans-porte público, las telecomunicaciones, las infraestructuras... Mi mujer es estado-unidense y dice que a los daneses nos falta ambición y deberíamos ser más competitivos. Pero estamos orgullosos de ser como somos. No tenemos cosas excepcionales, pero todo es de notable para arriba».
Tim y Alinor Kolsch. Estudiantes de Derecho
"Somos menos competitivos que los europeos"
«Nos gusta venir a pasear al cementerio Assistens, en el barrio de Norrebro, como a muchos daneses, que traen aquí a sus hijos a jugar. Y en verano no es raro encontrarte a familias haciendo picnics y a chicas en top-less entre las tumbas. Es un lugar muy agradable, como un parque. Aquí están enterrados Hans Christian Andersen y Søren Kierkegaard. Los daneses somos menos competitivos que otros europeos, pero nos va bien así».
Maria Ciobanu. Universitaria
"Aquí que no tengas dinero no significa que renuncies a tus sueños"
«Voy en bicicleta a todas partes, como la mayoría. Todo está bien conectado. En 20 minutos estás en la otra punta o incluso en el aeropuerto. La calidad de vida es alta. Y tienes muchas facilidades para estudiar. Yo he terminado Diseño y ahora quiero ser arquitecta. Que no tengas mucho dinero no quiere decir que no puedas cumplir tus sueños. Hay muchas becas, ayudas para alquilar...».
Morten Olsen. Comercial de 'marketing' (derecha)
"En nuestro país se cuida mucho a los trabajadores"
«Para un empresario es fácil despedir a un trabajador, pero las ayudas para los desempleados son muy buenas y no te causa angustia estar una temporada en el paro, porque es fácil que te vuelvan a contratar y porque no perderás calidad de vida mientras tanto. Los daneses tenemos ayudas para todo. Los impuestos son muy altos, pero la mayoría de los daneses están de acuerdo en que vale la pena que sean así».
Anne-Grete Belmadani. Bloguera y crítica de moda
"Somos los mediterráneos del norte"
«Somos comodones. Nos cuesta salir de nuestra zona de confort y lanzarnos a la aventura. Hemos perdido un poco el empuje de nuestros antepasados los vikingos. Pero no nos quejamos. No creemos demasiado en la autoridad ni en los políticos, pero sabemos que no nos van a engañar. Los daneses somos los mediterráneos del norte. Hemos aprendido a disfrutar de la vida. Tomar un café con amigos, aprovechar un rayito de sol... Eso es la felicidad».
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