Entre la indignación y la resignación, los conductores desfilaron ayer por las cabinas de peaje del Huerna (AP-66) para afrontar sus nuevos precios de este año. El recorrido entre Campomanes y León quedó encarecido por tercer curso, esta vez en 15 céntimos para todos los usuarios, fijándose la nueva tarifa en 13,5 euros para motos y turismos; 17,15 caso de camiones, autocares y furgonetas de dos y tres ejes y 21,95 para los de tamaño superior. El goteo de clientes sacando tarjeta, billetes y quejas en la mañana de Año Nuevo era incesante. Aucalsa, la concesionaria que explota el paso, registró en el primer semestre de 2019 un ingreso de 17,8 millones. Recauda a sus clientes a un ritmo de 98.392 euros al día, o lo que es lo mismo, 4.099 euros la hora.
Es, pese a ello, menos de lo que esperaba el Ministerio de Fomento, quien por eso ha autorizado a la concesionaria a estirar sus precios más que el resto. En la víspera del cambio el departamento lo explicaba en un comunicado. Reconocía haber aprobado una orden ministerial que avalaba al sector concensional incrementar sus tarifas «entorno al 0,84%, si bien, por la evolución de los tráficos respecto a los previstos, la variación oscilará entre el 0,90% de la autopista AP-66 Campomanes-León y el 0,82% en la autopista AP-7 en el tramo Estepona-Guadario y AP-68 Bilbao-Zaragoza».
Fuentes del sector explican que el precio final de una autopista responde a tres variables. De forma general se traslada el incremento del Índice de Precios al Consumo (IPC) registrado en todo el país, entre el octubre de un año y el siguiente. A ello se agrega un factor corrector en función de las previsiones que maneja Fomento: si el ministerio esperaba que la citada autopista tuviera más tráfico del registrado, compensa a la concesionaria autorizándole que suba las tarifas un poco más; si, en cambio, la empresa viene ganando más de lo que calculaba la administración, se le penaliza limitando la subida de precios. A todo ello hay que añadir que las tarifas se calculan por kilómetro recorrido, con un redondeo a los dos decimales. «En la última década, siete de esos diez redondeos fueron a favor de los conductores del Huerna», explican en el sector.
La autopista AP-66 está viviendo un auge de clientes. En el primer semestre de 2019 recibió a un 2,09% más de usuarios y aumentó su recaudación reconocida en un 3,39%. Sin embargo el ministerio esperaba una evolución todavía más favorable; para que la concesionaria ingrese tanto como aguardaba la administración le permite ahora ese alza de precios del 0,9%, seis centésimas porcentuales más que al resto.
Cuestión de perspectiva
De aplicarse el incremento general, los turismos del tramo Campomanes-León pagarían desde ayer unos cuatro céntimos menos. Es una cuantía moderada para un cliente unitario, pero apreciable para una empresa que cada año extiende tres millones de recibos a sus usuarios.
Para los intereses asturianos, llueve sobre mojado. La AP-66 es la tercera autopista interprovincial más cara del país por kilómetro recorrido, y ahora resulta además la cuarta que más encarece sus tarifas. Si quieren ir por vías de alta capacidad, los conductores que hacen viaje a Madrid no tienen más remedio que recurrir también a la autopista de los túneles de Guadarrama (AP-6), la que tiene la tarifa por kilómetro más elevada y, además, a la que se le ha permitido el tercer mayor recargo desde ayer, un 1,7% más para financiar las últimas obras de mejora que hizo.
«Asturias está abandonada; se quitan peajes en Cataluña, Alicante y alguno de Madrid, y aquí ni llega el AVE ni hay buenas conexiones aéreas y si vas por carretera te encuentras esto que es carísimo», protestaba ayer Juan Carlos Pérez, madrileño con familia en la región. «Quien quiera montar aquí una empresa es que quiebra en dos días», aducía.
«Yo veo perfecto que el que quiera pasar, pague», contraponía Agustín Carnicero. Es alicantino con familia y pasado en la región: «Cuando construían la autopista yo hacía aquí la mili; fue carísima de hacer y es carísima de mantener. España necesita el dinero público para otras cosas, si no se cobrase peaje, habría que quitar el dinero de otras políticas».
Más fastidio mostraba María Jesús Arnaldo; llevaba a su hija a Extremadura, donde le esperaba el trabajo. «A la vuelta iremos con tiempo y pasaremos por Pajares porque esto está carísimo», exponía. «Teníamos que protestar más por estas cosas, aunque ya puestos, habría que hacerlo también por cosas que importan más, como la Sanidad», reflexionaba.
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