Los amantes del ‘value’ ya pueden ir apuntando la fecha en el calendario: 2 de mayo, conferencia de inversores de Berkshire Hathaway. Lo que vendría a ser el Woodstock de la inversión llega con su consiguiente invitación, la carta anual del presidente Warren Buffetty, como todos los años desde hace ya más de seis décadas, el llamado Oráculo de Omaha se dedica a comentar el año 2019, el primer ejercicio desde 2011 en el que la gestora no supera en subidas bursátiles al S&P 500 (con intereses). Buffett suelta sus perlas sobre ‘el postureo’ de los directivos, la gestión del riesgo en la inversión en aseguradoras, su testamento para el porvenir de la gestora y el futuro de la bolsa en el actual entorno de tipos bajos.
Pese a no ser más que una carta anual a sus accionistas, la misiva de Buffett es seguida por partícipes de todo el mundo por el culto al gestor que rodea su corriente de inversión. Pionero en el estilo del ‘value’ (centrado en el valor intrínseco de una compañía y su capacidad de generar caja), a sus 89 años sigue desafiando al sector con apuestas como las grandes tecnológicas — sobre todo en un momento en el que, en Europa, otras firmas del mismo gremio se niegan a hincar el diente a los elevados múltiples del Nasdaq pese a la presión sobre sus comisiones que han estado removiendo últimamente sus ‘track record’ de derribo.
Este sábado, Berkshire Hathaway anunció un beneficio neto de 81.417 millones de dólares (75.000 millones de euros), frente a los 4.021 millones del año anterior, gracias la norma contable del GAAP, que el propio Buffett critica en la carta. El estadounidense prefiere fiarse de los beneficios operativos, que en 2019 ascendieron a 23.972 millones de dólares, por debajo de los 24.781 millones de 2018. Este año año, Berkshire también ha recomprado un 1% de la empresa; es decir, 5.000 millones de dólares en acciones, adelantando que en el futuro serán incluso más agresivos con las recompras.
No soy muy de predicciones, pero...
Fue el propio Buffett el que entonó aquello de “no le preguntes a un peluquero si necesitas un corte de pelo”. Pues bien, es él mismo, gestor de inversiones en compañías cotizadas, el que ahora le asegura a sus accionistas que el futuro está en la bolsa. Lo hace, eso sí, renegado de aquellos que analizan la macroeconomía a la hora de invertir, como es típico entre los ‘value’.
“Predecir los tipos de interés nunca ha sido a lo que jugamos, y Charlie [Munger] y yo no tenemos ni idea de a cómo estarán los tipos el próximo año, dentro de diez o dentro de treinta años. Nuestra opinión es que los eruditos que opinan sobre estos temas revelan, precisamente con ese comportamiento, mucho más sobre ellos mismos que sobre el futuro”, espeta Buffett. “Todo lo que podemos decir es que si algo cercano a los tipos actuales permanece en las próximas décadas y si las tasas impositivas a las empresas también se mantienen en estos niveles tan bajos, es prácticamente seguro que la renta variable rendirá mucho mejor que instrumentos de deuda a largo plazo”.
No le preguntes a un peluquero si necesitas un corte de pelo
Eso sí, no todo va a ser un camino de rosas, matiza el gurú. “Esta bella predicción viene con un aviso: cualquier cosa puede pasar con los precios de la bolsa mañana”, asevera Buffett, que sin embargo cree que la combinación de la bonanza de la que gozan las empresas estadounidenses (lo que él llama ‘viento de cola americano’) y la reinversión de los beneficios harán que “la bolsa sea una opción mucho mejor a largo plazo que no quiera usar dinero prestado o que pueda controlar sus emociones”. Para los que no tengan estos ánimos, Buffett avisa: “¡Tened cuidado!”
Buffett ya acumula 128.000 millones dólares en liquidez, prácticamente la mitad de los 248.000 millones de dólares que componen las capitalizaciones bursátiles de la cartera de Berkshire. Registrando otro año más en el que no hace una de esas ‘compras elefante’ que tanto le gustan. “Las oportunidades de llevar a cabo grandes adquisiciones con los atributos que queremos son raras”, excusa Buffett. “La mayoría de las veces, el voluble mercado de valores nos da oportunidad de comprar grandes participaciones pero sin controlar la empresa”.
Se acerca el final
La carta vuelve a hacer mención, como ya viene siendo habitual, a la edad de Buffett y su socio Munger. “Hace tres décadas, mi amigo Joe Rosenfield, que entonces ya había superado los 80, recibió una carta irritante por parte de su periódico local”, narra el presidente de Berkshire. “En pocas palabras, lo que el periódico pedía era información biográfica para el obituario de Joe. Joe no respondió, así que un mes más tarde, recibió otra carta del periódico titulada ‘URGENTE’”.
Buffett admite que Munger y él hace tiempo que entraron en la zona ‘urgente’. “No son exactamente buenas noticias para nosotros”, articula el llamado Oráculo de Omaha. “Pero los accionistas de Berkshire no se tienen de qué preocupar: nuestra empresa está 100% preparada para nuestra partida”.
Sin abordar el tema de los sucesores, Buffett matiza que los Munger tienen “propiedades en Berkshire que eclipsan cualquiera de las demás inversiones de la familia, y yo tengo un 99% de mi patrimonio neto en acciones de Berkshire”. En este contexto, el gestor asevera que nunca ha vendido títulos de la firm y que no tiene “planes de hacerlo”. En su testamento, Buffett prohíbe a los herederos de sus acciones vender dicho patrimonio.
“Clave en mis instrucciones es mi fe en el juicio futuro y fidelidad de los directivos de Berkshire”, concluye Buffett. “Serán regularmente escrutinados por los ‘wallstreeterianos’ que sufren las comisiones de gestión. En muchas firmas, los grandes comerciales pueden llegar ganar. Sin embargo, no creo que esto le pase a Berkshire”.
Mejoras en gobernanza
Buffett toca en también toca en el tema de la gobernanza en esta cara. Un tema sumamente pertinente dado el contexto de inversión Medioambiental, Social y de Gobernanza que está calando de forma estructural en el mundo de la inversión. Los ‘value’, siempre tan alternativos a las corrientes ‘mainstream’ suelen alegar que ellos llevan haciendo ASG desde hace años, ya que la buena gobernanza de las empresas en las que invierten siempre ha sido elemento clave en su ADN inversor. Aquí, Buffett no hace mención a el tema estrella de la gestión de activos de forma explícita, pero sí que reitera los cambios que ha habido últimamente y los que quedan por venir.
El gestor celebra la mayor presencia de mujeres en los consejos o la mejora en los comités de auditoria, aunque esto último lo resalta con sorna ("casi se toman su trabajo con la seriedad apropiada") y lo describe como algo que continúa estando muy lejos de ser efectivo ("en mi experiencia directa es que los CEO que juegan con los números de una empresa están motivados por su ego antes que por la ganancia financiera"). El desarrollo que más celebra Buffett son las sesiones ejecutivas en las que los directivos pueden poner a caldo las habilidades del CEO sin que él esté presente en la sala.
Lo que a Buffett echa de menos es un buen sistema de propuestas de adquisiciones. "La estructura legal en torno a las operaciones se ha visto refinada y expandida, pero todavía me falta por ver un CEO que, ansiando una compra, se siente ante un crítico que articule contra ella", lamenta Buffett, que a su vez propone que "sería un ejercicio interesante" contratar a dos asesores expertos en adquisiciones, uno en contra y otro a favor, cada vez que se proponga una operación al consejo. "No contengáis la respiración esperando esta reforma: el actual sistema funciona de maravilla a favor de los CEO y de los muchos asesores y profesionales que se ceban con estas operaciones", asevera Buffett.
Cuando los CEO buscan consejeros, no buscan pit bulls, es al cocker spaniel al que se llevan a casa
Otro de los temas que el presidente de Berkshire tiene en cuenta al mirar al futuro de la gobernanza de las empresas es el de los salarios de los consejeros, un tema que considera que todavía no se ha subsanado. Explicando que hoy más que nunca los salarios de los consejeros están por los aires y que no suelen ser despedidos (solo invitados a dejar la compañía cuando exceden ciertas edades), a Buffett le preocupa la independencia de estos. “Cuando los CEO buscan consejeros, no buscan pit bulls, es al cocker spaniel al que al final se lo llevan a casa”, argumenta Buffett.
En este sentido, el estadounidense cree que la clave está en el ‘skin in the game’, es decir, en que los directivos también sean accionistas a título propio en la compañía y que, por lo tanto, también se estén jugando su propio dinero con el futuro de la empresa. “Pese a que es ilógico, aquel consejero para el cual el salario importa, es universalmente clasificado como ‘independiente’, mientras que los directivos que tienen sus fortunas vinculadas al patrimonio de la empresa son tachados de no ser independientes”, lamenta el gurú. “No hace mucho, revisé un material de ‘proxys’ en una empresa estadounidense y vi que ocho consejeros nunca habían comprado una sola acción de la empresa con su propio dinero (claro que habían recibido retribuciones en acciones que añadían a sus generosas compensaciones en efectivo)”, reza la carta de Buffett. “Esta empresa llevaba arrastrándose desde hace tiempo, pero a los directivos les estaba yendo de maravilla”.
“La propiedad de una empresa con el dinero propio, claro está, no crea sabiduría ni garantiza la inteligencia empresarial”, matiza el gestor. “Sin embargo, me siento mejor cuando los consejeros de las empresas que tenemos en cartera han comprado acciones con sus ahorros, en vez de simplemente haber sido receptores de subvenciones”.
El próximo huracán Katrina
A Buffett le gustan las aseguradoras; especialmente las de seguros patrimoniales, que reciben las primas primero y pagan los reclamos después, lo cual les permite acumular grandes cantidades de caja. Pone como anécdota, además, que cuando Lubrizol, empresa en la cartera de Berkshire, sufrió daños en sus propiedades este 2019, Buffett se encontró con que uno de los principales aseguradores de la compañía ante esta desavenencia era una aseguradora propiedad de Berkshire. “No dejes que la mano izquierda sepa lo que haces con la derecha”, ríe en la carta el empresario, citando a la Biblia.
En la misiva, Buffett alardea de lo bien que les ha ido a sus aseguradoras, pero avisa de un elemento esencial: la gestión del riesgo. “Este historial no es ningún accidente, la evaluación disciplinada del riesgo es el foco diario de nuestros gestores de aseguradoras, que saben que la caja pueden verse lastrada por una mala gestión de los beneficios”, explica el estadounidense. “Las aseguradoras se toman este mensaje como palabrería; para Berkshire es una religión, al estilo del Viejo Testamento”.
Para conseguirlo, Buffett pone énfasis en la naturaleza de los contratos de estas aseguradoras, que “nunca pueden estar sujetos a demandas a corto plazo por cantidades que sean relevantes para nuestros recursos en efectivo”. “Esta estructura es el componente clave en la fortaleza financiera de nuestras aseguradoras”, zanja. “Esta fortaleza nunca puede verse comprometida”.
Eso sí, nada está completamente exento de riesgo, de hecho, Buffett considera que un golpe por parte de las aseguradoras va a ser inevitable en los próximos años. “Los finales felices en las aseguradoras están lejos de ser algo seguro”, matiza el gestor. “Los errores en la gestión de los riesgos en las aseguradoras pueden ser gigantes y llevar años, sino décadas, para subsanarse”.
“Una catástrofe que empequeñecería al huracán Katrina y Michael ocurrirá — quizás mañana, quizás de aquí a décadas”, arguye Buffett, como ya ha resaltado en el pasado. “‘The Big One’ puede venir de una fuente tradicional, como el viento o un terremoto, o puede suponer una sorpresa total que involucraría, por ejemplo un ciber ataque con consecuencias desastrosas más allá de lo que las aseguradoras puedan avistar”. Cuando esto ocurra, Berkshire sufrirá unas pérdidas en acciones que serán “grandes — muy grandes”. “A diferencia de con otras aseguradoras, sin embargo, la gestión de estas pérdidas no llegará ni de lejos a dañar nuestros recursos, y estaremos ansiosos de añadir más al negocio al día siguiente”.
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