Las bolsas europeas sufrieron el lunes la mayor caída desde la votación del Brexit en junio de 2016 como consecuencia de la expansión del coronavirus por Italia. Los mercados financieros llevaban semanas ignorando el riesgo de la enfermedad y el lunes tomaron consciencia de la magnitud del riesgo. El temor es doble: por una parte, la irrupción del virus en Europa y, por otra, el golpe a la economía más endeble del euro.
La expansión del coronavirus por Italia sitúa el país al borde de la recesión, y eso que acaba de comenzar. La situación del país es tan delicada que cualquier problema económico termina desencadenando una recesión. Y el coronavirus no parece que vaya a ser un problema menor.
El PIB italiano sufrió una contracción del 0,3% en el cuarto trimestre de 2019, según los datos adelantados por el Istat, su instituto de estadística. Esto significa que un trimestre más en negativo supondrá la entrada del país en recesión técnica. Y ese escenario es ahora el que tiene más probabilidades. Antes de la expansión del virus, el consenso de analistas apuntaba a un crecimiento trimestral del 0,1%, un leve repunte que permitiría evitar la recesión.
Esta recuperación se apoyaba sobre el crecimiento del consumo de los hogares a tasas del 0,6% interanual y de las exportaciones. En el caso de las exportaciones, el comercio mundial se enfrenta a la parálisis de las cadenas de valor por la expansión del virus en China. Pero en el caso de la demanda interna, la recuperación del consumo de los hogares y la inversión empresarial quedan ahora en entredicho como consecuencia del coronavirus.
La economía italiana lleva varios años inmersa en esta situación de letargo con pequeñas recesiones recurrentes que deterioran más la confianza interna y la calma social. Antes del brote del virus, los expertos daban un 20% de posibilidades de recesión para este trimestre. Ahora, coronavirus mediante, este porcentaje amenaza con dispararse.
Es probable que el consumo de bienes de primera necesidad aumente, incluso podría acelerarse como consecuencia de que los hogares hagan acopio de recursos. En las últimas horas ya se han lanzado algunas alertas de desabastecimiento en la zona afectada por el virus. Sin embargo, el resto del gasto, incluyendo ocio, restauración y bienes de consumo duradero, podría sufrir un desplome en los próximos días. Es de esperar que a medida que aumente el número de contagiados, la confianza del consumidor se irá deteriorando y la propensión al ahorro será mayor.
Por si fuera poco, el coronavirus ha comenzado afectando el norte del país, la región más dinámica desde el punto de vista del consumo y la inversión. De ahí que los problemas para la economía sean mayores. Los inversores pusieron precio a esta incertidumbre el lunes con el desplome del MIB italiano del 5,4% y la subida de la prima de riesgo hasta los 144 puntos básicos. Durante la sesión del lunes, la prima de riesgo italiana llegó a superar la griega, lo que muestra las grandes dudas que genera el país.
El tercer socio
La crisis del coronavirus en Italia supone un gran riesgo para la economía española. En primer lugar, por el flujo de personas entre los dos países, que dispara el peligro de contagio dentro de España. Pero, además, porque Italia es nuestro tercer socio comercial más importante. En 2019, España realizó exportaciones a Italia por valor de 23.200 millones de euros. Solo Francia y Alemania importan más productos españoles que Italia, que se sitúa incluso por encima de Portugal, que importó bienes españoles por un total de 21.900 millones de euros.
Esto significa que el 8% de las exportaciones de España termina en Italia, según los datos de Aduanas. Pero Italia no solo es un gran mercado para el sector exportador, sino que también produce un gran flujo de divisas hacia España. El saldo de la balanza de bienes con el país generó en 2019 un superávit de 2.650 millones de euros, lo que supone el cuarto mayor superávit para España, por detrás de Portugal, Francia y Reino Unido.
Hasta el año 2010, España tuvo un gran déficit de exportaciones con Italia, al ser esta una economía mucho más productiva. Sin embargo, el esfuerzo de ajuste interno que realizó España tras la crisis no se reprodujo en Italia y la balanza se dio la vuelta rápidamente. En 2013, España ya tenía un saldo positivo de más de 1.500 millones de euros y en 2019 superó los 2.600 millones, la cifra más alta nunca antes alcanzada.
La penetración de las empresas españolas en Italia ha generado grandes beneficios. Y eso a pesar de la atonía de la economía transalpina. Pero Italia se quedó atrás en todas las reformas que impulsaban la productividad y su sector exportador se ha visto deteriorado año a año.
Ahora, el brote del coronavirus amenaza con lastrar la demanda interna y las importaciones. Las previsiones que manejaban los expertos hasta el viernes apuntaban a un crecimiento de las importaciones superior al 2% para este año. Pero esta cifra está ya herida de muerte.
Los dos sectores más expuestos son justo los que más pueden sufrir en los próximos meses. El de manufacturas de consumo exporta a Italia bienes por un valor que supera los 3.000 millones de euros, el 10,5% del total. Justo son los productos en los que las familias más pueden ahorrar (ropa, calzado, juguetes, joyería, etc.), ya que su consumo puede retrasarse.
También tiene una gran exposición el sector de la alimentación, que además está viviendo meses complicados por la situación en el campo. En total, España exporta cada año unos 5.000 millones de euros en productos de alimentación, bebidas y tabaco a Italia, un 10,1% del total. Por el contrario, el sector con menor exposición es el de bienes de equipo, que apenas envía un 4,7% de sus exportaciones a Italia. Sin embargo, aunque el peso sea limitado, este es un sector muy endeble de cara a los próximos meses, ya que es complicado que la inversión empresarial repunte en unos meses tan delicados.
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